El comercio colombiano encalla y golpea la tasa de desempleo

Los datos de febrero reflejan una pérdida de 167.000 puestos de trabajo frente al mismo mes de 2023

Paraguachon es la frontera entre Colombia y Venezuela, donde hay todo tipo de comercio y muchas personas cruzando y ofreciendo servicios, en Maicao, La Guajira, el 8 de marzo de 2023. Santiago Mesa

El comercio en Colombia suma varios meses encallado. Se trata de uno de los campos económicos más afectados por la desaceleración, que en febrero impactó con sus discretos resultados las cifras globales de empleo presentadas esta semana por el Departamento Administrativo de Estadística (DANE). De acuerdo con las estimaciones de la agencia estatal, la actividad comercial y de reparación de vehículos tuvo la variación más grande de todos los sectores, con una reducción de 167.000 ocupados frente al mismo período de 2023.

La tasa de desempleo global tuvo un aumento de 0,3% en su lectura in...

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El comercio en Colombia suma varios meses encallado. Se trata de uno de los campos económicos más afectados por la desaceleración, que en febrero impactó con sus discretos resultados las cifras globales de empleo presentadas esta semana por el Departamento Administrativo de Estadística (DANE). De acuerdo con las estimaciones de la agencia estatal, la actividad comercial y de reparación de vehículos tuvo la variación más grande de todos los sectores, con una reducción de 167.000 ocupados frente al mismo período de 2023.

La tasa de desempleo global tuvo un aumento de 0,3% en su lectura interanual hasta llegar a 11,7% en el segundo mes de este año. Un retroceso en las cifras catalogado como moderado desde el DANE, pero que revierte la tendencia de 2023, un año anómalo para los economistas que trataban de explicar la dualidad entre una economía que crecía un anémico 0,6% al tiempo que el mercado laboral, en términos generales, permanecía casi inalterado. El economista de la Universidad Nacional Diego Cortés recuerda que al sumar enero el comercio ya encadena dos meses de marcha atrás en el número de personas ocupadas.

Se trata, en últimas, de un campo adecuado para medir la evolución del tejido económico general, ya que es el sector que más empleo genera, con el 17,6% del total de ocupados en febrero de 2024. Cortés apunta que la incidencia de la crisis en la inversión, que el año pasado cayó un 25%, o del consumo en ropa y zapatos (-4,3%), restaurantes y hoteles (-3,7%) o muebles y artículos para el hogar (-3,1%), se hallan detrás de un lío que ya empieza a hacerse más claro: “Aunque las ventas estuvieron caídas durante casi todo 2023, los empleos se mantuvieron, esperando quizás mejores resultados”.

Los buenos registros del sector de servicios en diciembre, un mes muy beneficioso todos los años para el comercio, podrían ser nada más que un espejismo: “El coletazo se verá este año y puede llegar con nuevas deudas, menos empleo y más pérdidas para los comerciantes”. Luz Magdalena Salas, investigadora de la Asociación Nacional de Instituciones Financieras (ANIF), apunta que la tasa de desempleo desestacionalizada, que permite una lectura mes a mes, también subió, del 10,4% en enero al 10,7% en febrero: “Todo esto nos muestra que la bonanza de crecimiento del 2022 y la primera mitad de 2023 se diluye y el mercado de trabajo resiente los efectos”.

Algunos análisis de ANIF ya sugerían que durante el año pasado habría habido un aumento de la contratación temporal, eventual o, en cualquier caso, bajo modalidades más precarias. Y el Gobierno, por su lado, trató de hacer lo suyo al acelerar a finales del año pasado la contratación estatal a un ritmo que inquieta a ciertos analistas.

En cualquier caso la coyuntura sugiere que tras los aceptables registros de empleo en 2023 se escondían cambios temporales. Ninguna hipótesis resultaba descabellada para un país donde el 84,3% de la población ocupada que trabaja en microempresas es informal, según el último reporte del DANE.

Con todo, para Cristina Fernández, investigadora de la Fundación para la Educación Superior y el Desarrollo (Fedesarrollo), el comportamiento del mercado laboral sigue siendo “incomprensible”. Asegura que, a pesar de la “fuerte desaceleración”, la tasa de ocupación ha crecido de manera sostenida e incluso a niveles superiores a los tiempos prepandémicos.

Las tesis sobre la mesa, por lo pronto, no la convencen: “¿Un menor número de personas que quieren trabajar? No necesariamente, la tasa de participación se ha incrementado 4 puntos porcentuales. ¿Menor calidad del empleo? Tampoco, porque la informalidad ha permanecido constante e incluso reducido. ¿Planes de empleo exitosos? No hay buenos ejemplos a la mano”. La economista de la Universidad del Rosario también hace un barrido por otras alternativas: “Algunas explicaciones indican que lo importante para determinar el desempleo es el nivel del PIB. Otras, que hay cambios en la población total por cuenta de la migración”.

Fernández mantiene que también podría haber un rezago en la reacción del desempleo frente a la reducción del PIB: “Las cifras de los últimos dos meses muestran un ligero cambio en la tendencia. ¿Es este el comienzo de una fase recesiva en el comportamiento del empleo o tan solo un bache en el camino?”, concluye en tono reflexivo. El bache al que se refiere se traduce en que 104.000 colombianos perdieron su puesto de trabajo en febrero frente al primer mes del año.

Una reducción del 0,4% que se suma a la foto fija publicada por el exdirector del DANE y Concejal de Bogotá Juan Daniel Oviedo en su cuenta de X: “Desde julio de 2023 se muestra un franco RETROCESO, tanto a nivel nacional (destrucción de 465 mil puestos de trabajo), como de las principales ciudades (67 mil puestos menos)”. Jaime Alberto Cabal, director de la Federación Nacional de Comerciantes Empresarios, Fenalco, recuerda que el comercio fue la actividad con la mayor caída en el número de ocupados: “La economía no solo no está generando nuevos empleos, sino que lo está destruyendo”.

Hoy, de los 52 millones de habitantes de Colombia, algo más de 25 se hallan económicamente activos. Para el trimestre que comprende entre noviembre del año pasado y enero de 2024, el 55,7% de ellos trabajaba en la informalidad. Y solo en febrero el número de desempleados aumentó en 123.000 respecto al mismo mes del año pasado, hasta alcanzar a 2,9 millones de ciudadanos que no buscan ocuparse y no cuentan con una cobertura fija contra el paro. Y mientras el proyecto de reforma laboral del Gobierno navega a la deriva, los nichos más afectados por la situación, además del comercio, fueron el agro, la construcción y las actividades científicas y profesionales.

Para María Claudia Lacouture, exministra de Comercio y directora de la Cámara Colombo Americana, no es momento de ahorrar esfuerzos para reactivar los sectores más agobiados por los malos datos de desempleo. En medio se hallan, como una suerte de obstáculo, las altas tasas de interés (12,25%), hasta ahora en proceso de descenso por parte del Banco de la República. Una realidad que se ha traducido en una reducción de -10,3% anual en los créditos de consumo. Los colombianos, tras meses de alta inflación (del 7,74% anual en el dato más reciente) y costo del dinero, han optado por evitar endeudarse.

El nivel de consumo también se ha enfriado y la tensión ya se siente sobre las ventas en el comercio. Lacouture es consciente de que el camino es espinoso y que la única receta para contrarrestar las peores previsiones es recuperar cuanto antes el poder adquisitivo de los colombianos. También espolear el consumo. Una sumatoria de factores que dependen del éxito o del fracaso del Gobierno a la hora de recuperar los miles de puestos de trabajo formal que hoy se han esfumado. Esa es, quizás, la única píldora que tiene a la mano.

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