En Barranquilla me quedo

Un estudio muestra cómo desde el 2008 la creación de grupos enfocados en tareas específicas y en encontrar soluciones logró cambiarle la cara a esta ciudad del Caribe

Personas hacen deporte en el malecón turístico río Magdalena en Barranquilla, en julio de 2023.NATHALIA ANGARITA

Joe Arroyo, el salsero mayor de Colombia, cantó que en Barranquilla el mar y el río son una gran sociedad. Fue una de las muchas razones por las que decidió quedarse a vivir allí (si se oye la canción al leer el artículo, el efecto es memorable).

Desde 2008 Barranquilla muestra que si la gente deja de pelear por todo, se asocia y se empeña en sacar adelante soluciones para los innumerables y continuos retos de cualquier gran ciudad,...

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Joe Arroyo, el salsero mayor de Colombia, cantó que en Barranquilla el mar y el río son una gran sociedad. Fue una de las muchas razones por las que decidió quedarse a vivir allí (si se oye la canción al leer el artículo, el efecto es memorable).

Desde 2008 Barranquilla muestra que si la gente deja de pelear por todo, se asocia y se empeña en sacar adelante soluciones para los innumerables y continuos retos de cualquier gran ciudad, es mucho lo que puede lograr.

Al indagar en años recientes qué pasó en Barranquilla, la historia que más me impactó vino del propio alcalde Alex Char, quien contó que en su Administración había ido solamente dos veces al despacho de la alcaldía, el día de la posesión y por una vista del embajador de Estados Unidos. El resto del tiempo, si alguien quería hablar con el alcalde, debía entrevistarse con él en la calle, donde se adelantaba el proyecto en el que estaba enfocado en ese momento.

La administración pública suele ser un centro de decepción, falta de disciplina organizacional, feudos políticos, hojas de vida de gente incompetente pero conectada y caldo de cultivo de la desidia y la corrupción. No ha sido así en Barranquilla, según el estudio de Eduardo Lora y coautores, “Qué pasó en Barranquilla, 2008-2023″.

Cuentan que en Barranquilla buscaron profesionalizar y dotar tecnológicamente a sus funcionarios, y ponerlos a trabajar en grupos eficaces, con metas y liderazgo claros para obtener logros y premios. El primer equipo fue de gestión de ingresos, conformado en 2008 para mejorar el recaudo del predial y el impuesto de Industria y Comercio. Si los ingresos no mejoran, la administración no va para ningún lado. Se debe enseñar a las empresas y ciudadanos la cultura del pago y el cumplimiento.

El segundo equipo, en 2012, fue Todos al parque, para diseñar desde cero junto con la comunidad sitios de esparcimiento. Obtuvieron un premio internacional. En tercer equipo, en 2017, actualizó la base catastral de la ciudad. Esos equipos especializados dieron soluciones, resultados y continuidad a las iniciativas.

La lista de premios nacionales obtenidos da fe de la veracidad de los logros: salud, alumbrado, recreación, empleabilidad, gestión humanitaria de inmigrantes, inclusión financiera, seguridad en la calle, alimentación escolar, bilingüismo en colegios oficiales. También recibieron premios internacionales por el Gran Malecón del Río, la gestión geoespacial del catastro, la empleabilidad de migrantes y Todos al parque.

Como lo que se mide y se compara mejora, Barranquilla buscó mantenerse en el quintil más alto del Índice de medición del desempeño municipal (MDM) y en los Reportes nacionales de avance de gestión (FURAG).

Una ciudad, y para el caso cualquier organización, ocupa mucha energía y se juega el éxito o el fracaso en un puñado de proyectos clave. Pero normalmente los emprende sin saber de eso. En Barranquilla crearon un sistema que “permite pasar de una idea a un concepto; de un concepto a un proyecto en factibilidad; y de ahí a una contratación y su ejecución”.

Eso, por supuesto, está escrito en los manuales, lo difícil es ponerlo en práctica exitosamente, una y otra vez. De nuevo, requiere liderazgo continuo, estándares de exigencia y calidad, y saber llevar a término las obras en tiempo y presupuesto. Así fue la construcción del Centro de eventos Puerta de Oro, el Gran Malecón del Río y la canalización de los arroyos.

Dos instancias llaman la atención, la Gerencia de ciudad y la Gerencia de desarrollo social, claves para “convertirse en fábrica de realidades”. El propio lenguaje es inspirador.

Como contó un empresario, lo sucedido en Barranquilla, o Killa, como cariñosamente le dicen, partió de una visión compartida. En esto fueron pioneros Medellín y Bucaramanga, y hoy se aplica en ciudades como Cali, Pasto, Ibagué y Bogotá. Los empresarios deben poner el hombro para un trabajo continuo, serio, documentado y financiado de visión de largo plazo. Eso valida las iniciativas que se escojan y les da continuidad a través de distintos gobiernos.

El POT 2014 y los posteriores planes parciales crearon un boom de la construcción de vivienda VIS y VIP desde 2017. Algo similar buscaron con el bilingüismo. A partir del año 2023 el programa Soy Bilingüe es implementado en todas las Instituciones Educativas Distritales, e impacta a más de 200.000 niños y jóvenes.

Aún hay problemas mayúsculos que requieren atención, como en niñez, calidad de la educación, empleo juvenil, necesidades de las mujeres, informalidad, pobreza, inmigración, inseguridad, transporte público, infraestructura, medio ambiente, endeudamiento, desarrollo del área conurbada, etc. Lora y sus coautores dedican capítulos especiales del libro a varios de esos problemas.

Una gran ironía es que la construcción de escenarios deportivos y culturales, una de las prioridades, iba a estar ligada a la perspectiva de acoger los Juegos Panamericanos en el 2027, en mala hora malogrados por la ineptitud y la mala leche del Gobierno nacional.

Un reto esencial es asegurar la transparencia, pulcritud y honesta competencia de proponentes para la ejecución de las obras. Los autores presentan un enfoque analítico y crítico de las exigencias para mantener, ojalá por décadas, el impulso ganado en estos 16 años.

Una conclusión profundamente preocupante es: “La paradoja de Barranquilla sugiere que las restricciones al crecimiento [económico] no se encuentran del lado de la demanda –es decir el gasto privado y público en todo tipo de bienes y servicios—sino del lado de la oferta, vale decir la capacidad de la ciudad para producir.”

¿Por qué llevamos 70 años tratando de desarrollar a Colombia y a sus ciudades, y aún constatamos que tienen baja capacidad para producir? Una forma de repotenciar la capacidad productiva sería atraer una parte de la relocalización (reshoring) de empresas americanas saliendo de China hacia las Américas.

Una sola mega-empresa norteamericana que se está relocalizando a México llevará consigo a 700 de sus proveedores. Imaginen el impacto de algo así sobre Killa. El Joe le haría una canción a esa gran sociedad y debiera ser el siguiente salto de garrocha para el enorme y ejemplar esfuerzo que ha hecho Barranquilla desde 2008.

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