El jazz colombiano en clave femenina

La ciudad de Bogotá organizó la primera Big Band de Jazz colombiana conformada enteramente por mujeres. “Nos vamos a tomar la escena del jazz en Colombia”, dice su directora.

Ensayo de la primera Big Band conformada únicamente por mujeres en Colombia, el 13 de septiembre.Vídeo: GLADYS SERRANO

Hay un espacio en Bogotá donde el jazz del norteamericano Charles Mingus y la cumbia del colombiano Lucho Bermúdez se encuentran. La reunión de los dos, esta semana, la lleva a cabo una Big Band muy particular en la escena musical colombiana: la primera gran orquesta de jazz conformada solo por mujeres. En el largo camino de la igualdad de género, un nuevo grupo de 18 intérpretes colombianas se toma el escenario este jueves en la noche, y el fin de semana, para mostrar que ...

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Hay un espacio en Bogotá donde el jazz del norteamericano Charles Mingus y la cumbia del colombiano Lucho Bermúdez se encuentran. La reunión de los dos, esta semana, la lleva a cabo una Big Band muy particular en la escena musical colombiana: la primera gran orquesta de jazz conformada solo por mujeres. En el largo camino de la igualdad de género, un nuevo grupo de 18 intérpretes colombianas se toma el escenario este jueves en la noche, y el fin de semana, para mostrar que el lugar de la mujer también es frente a un saxofón. O frente a un clarinete. O dirigiendo una enorme orquesta.

“Después de este proyecto, vamos a tomar la escena del jazz en Colombia”, dice Esther Rojas, bajista, arreglista, compositora y la directora musical de la nueva Big Band.

El Instituto Distrital de Artes de Bogotá organiza anualmente, desde 2010, una convocatoria para conformar la Big Band de la capital: una orquesta con los mejores músicos que se presentan en el festival Jazz al Parque—un festival que regresa esta semana después de dos años y medio de receso por la pandemia. En 12 años de existencia los músicos de la Big Band han sido casi exclusivamente hombres, y por eso el Distrito decidió este año hacer una convocatoria solo para ellas. “Acá hay una deuda histórica que hay que saldar”, cuenta Daniella Cura, musicóloga feminista y programadora de Jazz al Parque. “Cuando abrimos la convocatoria pública, solo para mujeres, se presentaron 93 de ellas, todas residentes en Bogotá pero que vienen de todas partes del país”. Hay mujeres de Cartagena, Barranquilla, Cali, Ubaté, Zipaquirá, y varias bogotanas.

“En Colombia hay una nueva generación de mujeres músicas, estamos en muy buenas manos”, dice Esther Rojas, la directora de la orquesta, una barranquillera que reside en Estados Unidos pero antes de viajar al norte hizo parte de grandes orquestas colombianas. “La escena del jazz en Colombia ha estado compuesta en un 98% por hombres”, cuenta ella. En 2018 dirigió la Big Band de Jazz al Parque y ella, la directora, era la única mujer. Conocía entonces al 80% de los miembros de esa orquesta, hombres con los que se había presentado en el pasado, mientras que la convocatoria de este año destapó, como encontrando secretos debajo de las piedras, a casi un centenar de excelentes saxofonistas, clarinetistas o trombonistas que los expertos del jazz colombianos no conocían. “¡Yo conocía a solo una!”, dice ella.

Esther Rojas, bajista, arreglista, compositora y la directora musical de la nueva Big Band.Gladys Serrano

La escena del jazz, como la de casi todos los géneros musicales, ha sido dominada principalmente por hombres. “En la universidad vi a muchas mujeres estudiando jazz pero a muy pocas como parte de un grupo de jazz”, cuenta Natalia Mendoza, pianista que en la Big Band es jefa de cuerdas de la sección rítmica—batería, bajo, guitarra, piano y percusiones. “No había mucho espacio para uno estar en lugares como estos, para que el talento se vea, para que todo lo que uno estudia se ponga en algún lado”.

En la universidad no fue fácil identificar en qué momento se frenaba la carrera de ellas y agarraba más impulso la de ellos. Pero Mendoza cuenta que todos venían una enorme disparidad entre número de estudiantes mujeres y número de intérpretes mujeres en escena. Un día, un amigo músico le dijo que percibía que, en las convocatorias de orquestas, para que “una saxofonista esté al lado de otros saxofonistas, es porque ella es mejor que el saxofonista. Porque, si hay un hombre que sea igual de bueno a ella, seguramente se escogerá al hombre”.

Lina Rocío Niño, saxofonista bogotana de 29 años, no se había lanzado a competir aún por un puesto en una orquesta porque dudaba si podía ser escogida. “Muchas veces no se nos da como el mismo valor, se piensa que por el hecho de ser mujeres talvez tocamos menos, que nuestro nivel es más bajo”, dice Niño. “Yo no me había lanzado al agua en convocatorias anteriores, porque decía como que no, no me lanzo porque de pronto no me van a valorar”. Después de que supo de esta convocatoria solo para mujeres, encontró una nueva comunidad. “Es maravilloso tener la libertad de compartir la música solo entre nosotras”, añade.

“¿Cómo sonaría el jazz si tuviéramos noches enteras solamente a cargo de mujeres?”, se preguntaba hace un tiempo la cantante de jazz colombiana Gina Savino, en una conversación con la periodista cultural Irene Littfack. Una orquesta de solo mujeres permite escuchar el jazz de otra forma, dicen las intérpretes. “De eso también se trata el jazz, de escuchar al otro”, dice Mendoza, la pianista. “Yo siento que no queremos sobresalir cada una, individualmente, sino hacer que todo suene muy bueno entre todas”. El mensaje de la conversación no se entiende si cada instrumento busca sobresalir solo, explica ella, y la Big Band de mujeres quiere más bien que se escuche muy claro otro mensaje.

“Yo siento que con esta Big Band femenina hay un poquito más de sensibilidad en el sentido de la interpretación cuidadosa de las obras”, dice Rojas, la directora. “Cuando dirigí la Big Band de hombres, en 2018, pues todo era como muy fuerte. Aquí también somos fuertes, pero con más variedad de emociones y que las expresamos a través de la música”.

Una saxofonista durante un ensayo en la zona industrial de Bogotá, el 13 de agosto.Gladys Serrano

La primera presentación, de entrada libre, es en la inauguración del festival, la noche del jueves en el colegio del norte de Bogotá, el Gimnasio Moderno; y la segunda será el domingo en el parque El Country. La Big Band de mujeres escogió temas de los íconos del jazz, como Nina Simone, “Ain’t Got No—I Got Life”, y Charles Mingus con “Goodbye Pork Pie Hat”, en una versión con letras de Joni Mitchell. Pero también escogieron cumbias como “La Danza Negra” de Lucho Bermúdez, “A dónde van” de María Mulata, y otros temas de las compositoras colombianas Eliana Echeverry o Francy Montalvo. Está también “Esperanza”, un tema compuesto por la misma Rojas, una champeta que se fusiona con el jazz y rhythm and blues. “La esperanza es lo último que se pierde”, escribe ella en una pequeña descripción de la canción. La esperanza de que la música se escuche también como una conversación entre mujeres, como lo preguntaba Gina Sabino, no se perdió en la larga historia del jazz.

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