Pilar Alegría, la ministra que llegó del Ebro a calmar las aguas de Educación
La nueva portavoz del PSOE, tras apaciguar el rechazo a la nueva ley educativa, ha adoptado en los últimos meses un perfil mucho más político
Pilar Alegría (Zaragoza, 1977), desde este jueves portavoz del Partido Socialista, fue elegida en julio de 2021 ministra de Educación y Formación profesional con un cometido primordial: calmar las aguas con la patronal y las familias de la escuela concertada y privada, en guerra abierta contra su antecesora en el cargo, Isabel Celaá, ...
Pilar Alegría (Zaragoza, 1977), desde este jueves portavoz del Partido Socialista, fue elegida en julio de 2021 ministra de Educación y Formación profesional con un cometido primordial: calmar las aguas con la patronal y las familias de la escuela concertada y privada, en guerra abierta contra su antecesora en el cargo, Isabel Celaá, por la nueva ley de educación, la Lomloe.
La pandemia evitó que una marea de lazos naranjas contra la norma tomara las calles, pero el Gobierno era consciente de que estaba forzado a tranquilizar los ánimos si quería frenar un polvorín que crecía cada día. El presidente Pedro Sánchez se decantó entonces por Alegría, con un talante más cercano, empático y pragmático que su predecesora, Celaá. “Es muy trabajadora, organizada y se trabaja mucho los temas. Se maneja bien, no le hace ascos a entrar en cualquier debate”, la describe una fuente que la conoce desde hace años, pero esta fuente precisa que “no tiene el armario político de Celaá”, quien aprendió ejerciendo diversos cargos de responsabilidad en el País Vasco en los llamados años de plomo.
Alegría no es una recién llegada al mundo de la educación. Diplomada en Magisterio y magíster en Educación Social ―no ha ejercido―, fue consejera de Investigación, Innovación y Universidad en Aragón. Su mayor logro fue sellar un pacto por la ciencia con el resto de los partidos y los agentes sociales. Además, ha sido coordinadora del grupo federal de educación, y como diputada nacional y regional, trató temas educativos.
La ministra no ocultó su propósito al recibir su cartera ―”tenemos que reducir los decibelios del debate educativo”, dijo a EL PAÍS― y lo ha logrado; la Lomloe sigue teniendo muchos detractores, pero el ministerio trabaja con menos presión. Una de las primeras cosas que hizo fue conceder entrevistas a medios que diariamente fustigaban a Celaá con un discurso constructivo.
En estos 12 meses se han desarrollado los currículos de la Lomloe y se ha aprobado la ley de FP con el apoyo entusiasta de la patronal y los sindicatos y el único voto en contra del PP (Vox se abstuvo). No hizo grandes cambios al llegar al ministerio, pero en mayo cesó al secretario de Estado de Educación, Alejandro Tiana, muy respetado por toda la comunidad educativa.
En 2009, con el apoyo de Ferraz, Alegría se convirtió en candidata a la alcaldía de Zaragoza, ganó, pero no logró gobernar y a los ocho meses abandonó el consistorio para ser la delegada del Gobierno en Aragón. En 2017, fue la portavoz de la candidatura de Susana Díaz en las primarias para la secretaría general del PSOE en las que arrasó Pedro Sánchez. La ponencia de educación del último congreso socialista, de 2021, la firmó Alegría y muchos vieron en ese momento en ella a la nueva ministra del ramo. Su nombramiento se interpretó como un trampolín para convertirse en 2023 en candidata a la presidencia de Aragón en sustitución de Javier Lambán, pero las tornas han cambiado, y el presidente autonómico no parece dispuesto a que Madrid imponga a la que había sido su mano derecha.
Compaginar el puesto de ministra con el de portavoz del PSOE le da aún mayor protagonismo. Conoce bien los entresijos del partido, porque en 2010 fue elegida vocal adjunta a Marcelino Iglesias, por entonces coordinador y secretario de Organización del PSOE. Su perfil político ha ido creciendo con los meses, prueba de ello han sido las críticas sin paños calientes a Isabel Díaz Ayuso por los cheques escolares a las rentas altas en centros privados.