Bill Condon, director: “Mi teoría es que a la gente realmente le gustan los musicales, pero no creen que sean ‘cool”
El productor y guionista de ‘El beso de la mujer araña’ lleva años luchando para lograr los derechos de la novela y rodar este musical, protagonizado y también producido por Jennifer Lopez
A lo largo de su carrera tras las cámaras, que se expande ya casi 40 años, Bill Condon (Nueva York, 69 años) ha escrito y dirigido dramas (como la premiada Dioses y monstruos), comedias agridulces (la serie sobre cáncer Con C mayúscula), éxitos populares (las dos últimas de la saga Crepúsculo, o La bella y la bestia de Emma Watson) y hasta algunos amados musicales (Chicago y Dreamgirls). Pero pocas como la que tiene ahora entre sus manos, que es una mezcla de todas ellas. Condon se pone al frente de un proyecto anhelado desde hace décadas, El beso de la mujer araña, esta vez como director, guionista y productor. Este remake del éxito de 1985 era un viejo sueño perseguido desde hace muchos años y que ha logrado con constancia, tesón y los hilos de la auténtica mujer araña de toda la historia: Jennifer Lopez.
La cantante y actriz es ambas cosas en este título, pero es también productora del mismo y quien ha empujado para que el proyecto se lleve a cabo. Junto a ella (que recoge el testigo de Sonia Braga en la primera versión, dirigida por Héctor Babenco tras la novela de Manuel Puig), están Diego Luna, que retoma el papel de Raul Julia de hace 40 años, y un hasta ahora casi desconocido Tonatiuh, actor californiano de ascendencia mexicana y perfecto español, revelación de la temporada, que se pone en los zapatos que llevó William Hurt en 1985. En la historia, esa mujer araña que es Lopez es la actriz de las películas llenas de luz, color, música y baile con las que sueña Luis Molina (Tonatiuh) para sobrellevar su estancia en prisión, en la celda que comparte con Valentín Arregui (Luna), con la dictadura argentina como telón de fondo.
La película es un proyecto enteramente de Condon, reconoce él mismo, que siempre tuvo en mente a Lopez para ella. “Yo empecé esta película. Y la escribí yo solo. No acudí a nadie para que me diera un guion”, relata. Él, que también escribió el guion de Chicago en 2002, veía a El beso de la mujer araña como el cierre de una especie de secuela tras Cabaret y de la ganadora de seis Oscar, como una continuación. “Siempre me pareció que esta era la tercera parte de la trilogía, así que fui a ver a los guionistas John Kander [compositor musical] y Terrence McNally [fallecido en 2020], cuando él aún vivía, hace unos 10 años. Luego me llevó mucho tiempo encontrar los derechos, porque los tenía Babenco, Puig se los había cedido, pero era difícil localizar a quién los tenía realmente... Estuvimos hablando con las personas equivocadas durante años”, explica.
Cuando finalmente los logró, volvió a visitar a Kander —que, a sus 98 años, firma la partitura del filme— y le aseguró que él se encargaría de seguir adelante con el proyecto. “Le dije: ‘Nadie me va a dar dinero. La única forma de hacer esta película con integridad es dejarme hacerla y luego buscar el dinero’. Así que lo hice con la esperanza de que Jennifer Lopez participara en ella. Ella era la única. Se lo envié y aceptó de inmediato. Y luego a Ben Affleck, con quien ella estaba en ese momento. Él estaba empezando con su empresa [de producción] y dijo que sí. Y todavía tengo que pellizcarme de que haya sucedido”, cuenta. Los propios Affleck y Lopez escenificaron la importancia del proyecto para sus vidas y sus carreras cuando, hace unos días, en el estreno en Nueva York, posaron juntos en la alfombra roja, por primera vez tras su divorcio hace más de un año.
En realidad, la película son dos en una: la del doloroso, oscuro y diminuto espacio que comparten Molina y Arregui, y la del mundo de fantasía de Lopez y sus números cargados de lentejuelas. Para ello, Condon decidió rodar también en dos localizaciones, Uruguay y Nueva York. La entrevista, con varios medios, entre ellos EL PAÍS, tiene lugar en Los Ángeles, cuna del cine, pero él no ha rodado ahí en esta ocasión. La ciudad californiana ha perdido muchos rodajes tras la pandemia, las huelgas y los incendios, pero él no cree, ni de lejos, que la industria esté en peligro.
“Creo que todos nos sentimos algo amenazados por eso”, reconoce a este diario. “Pero tengo algo que decir. Alguien me ha enviado esto, es una lista, con las películas que se estrenan en los 10 días alrededor de la nuestra, ¿vale?“, y procede a enumerar: ”The Smashing Machine, P.T. Anderson [en referencia al director de Una batallas tras otra], After the Hunt, House of Dynamite, de Bigelow, Roofman, la de Panahi [Un simple accidente], Maldita suerte, Frankenstein... Y dejo fuera Tron y muchas otras. Pero para mí, las películas están volviendo, poco a poco, me recuerda a como era hace 10, 20 años. Hay muchísimas películas, muchísimas opciones. Es como lo que ocurrió con Barbie y Oppenheimer. Ahora ya es cosa del público ir a las salas, ¿me entiendes? Y dejar de quejarnos porque solo hay pelis de Marvel, porque no es verdad, no lo es. Siempre es difícil lograr hacer películas, pero lo verdaderamente difícil ahora es recuperar al público. Y una vez que eso ocurre, pasa cada vez más, así que encuentro que estamos en un momento interesante".
Para Condon, filmar imágenes de una situación política y social como la dictadura argentina (“con tanques en las calles”, recuerda), pese a que hacían referencia a sucesos ocurridos hace 40 años, también le acercó al momento actual. Rodó en Montevideo con mucho casting de Buenos Aires, por lo que tuvo una mezcla de actores uruguayos y argentinos. “Ver a tanta gente con historias personales que contar, de primos, tíos, abuelos, que sufrieron con el régimen, te hace tener un extra de conciencia”.
Además, para él también tiene una correlación con su Estados Unidos natal. “Ver lo que pasa aquí ahora, con tropas en las calles, máscaras... todo eso estaba en mi cabeza. No creo que sea un accidente, también hay una película sobre Putin. Creo que es un reflejo”, reconoce. Rodaron antes de que Donald Trump volviera a entrar en la Casa Blanca, pero para él, “el hecho de que Trump aún no hubiera sido elegido no significa que surgiera de la nada”. “Así que esta tensión en nuestro país estaba ocurriendo, y era muy consciente de ello. La batalla campal que se estaba librando entre MAGA y el resto del país estaba absolutamente presente en mi mente”, reflexiona.
Para esta nueva adaptación, más que de la película de Babenco partió de la novela escrita por Puig en 1976, cuando arrancaba la dictadura de su Argentina natal. Reconoce que la película le parece “maravillosa, pero muy de Babenco”, y que la dejó fuera de su cabeza cuando realizó su versión. Para él, la magia estaba en la parte musical, ese género eternamente declarado moribundo. “Las películas musicales han estado desapareciendo desde que se inventaron”, ríe, recordando cómo en 1927 El cantor de jazz fue la primera película musical sonora y tras ella llegaron decenas, en un género que entró en caída libre al acabar la década... hasta que llegaron Busby Berkeley y Fred Astaire y regresaron sin freno. “Podría hablar sin parar sobre esto”, reconoce, con conocimiento enciclopédico de la cuestión.
A Condon le fascina el género, y repasa la ola francesa de los sesenta, la caída de los setenta y ochenta. “Ahí hubo cada vez menos, por lo que hay generaciones de personas que no crecieron con ellas. No conocían el vocabulario. Entonces, sí, volvieron a principios de la década de 2000. Moulin Rouge lo hizo creando este increíble mundo de fantasía; en Chicago lo hicimos”, recuerda de su creación de 2002.
“Y luego, poco a poco, con Dreamgirls, Hairspray, Los Miserables... Hubo una década de películas en las que la gente empezó a cantar unas y otras y el público se relajó. Mi teoría es que a la gente realmente le gusta, pero no cree que sea algo cool y se ponen nerviosos, así que hay que hacer que se sientan cómodos“, reflexiona. Para él, con la pandemia hubo algunos grandes estrenos con menos éxito, ”y los musicales volvieron a pasar apuros“. El hecho de la enorme producción con la llegada de las plataformas de streaming y de que los que se vean en ellos no terminen de cuajar ha creado un cierto temor en la industria, opina.
“Eso, tal vez, cambie”, confía, cuando haya musicales diferentes, como esta película que ahora presenta. “La razón por la que la hemos hecho de forma independiente y no con un gran presupuesto es porque esta historia contada correctamente nunca iba a gustar a nadie. Y eso me gusta, me gusta que estemos en un punto intermedio entre lo comercial y lo independiente, y espero que la vean espectadores suficientes para que se recupere la inversión, pero nunca ha pretendido ser ese gigante que tantos musicales intentan ser”. Probablemente, Jennifer Lopez esté muy de acuerdo con él.