La historia de Buena Vista Social Club llega a Broadway: “El poder de la música trasciende el idioma”
Con libreto de Marco Ramírez y dirigido por Saheem Ali, el musical, acompañado de una banda de músicos reconocidos a nivel mundial, cuenta la historia de los artistas que grabaron el álbum original durante la época dorada de Cuba
La música, la fuerza y los ritmos tropicales de Buena Vista Social Club se suben a las tablas en Nueva York. Inspirado en hechos reales, un nuevo musical de Broadway da vida a la banda y también al célebre y multipremiado álbum homónimo. En él se repasa la historia de las leyendas que vivieron y grabaron esa joya musical en 1996 en apenas siete días, convirtiéndolo en un fenómeno mundial: galardonado con un Grammy en 1998 y con más de ocho millones de copias vendidas, superando cualquier otro álbum de su género, cargado de son cubano, jazz y música criolla, único en su especie.
Las funciones dieron inicio el 21 de febrero, y el estreno oficial tendrá lugar el 19 de marzo en el Gerald Schoenfeld Theatre. En el escenario estará la banda afrocubana de Buena Vista Social Club, que cuenta con músicos de clase mundial, entre ellos Marco Paguia, que además de ser su director musical se sienta al piano. Les acompañan David Oquendo en la guitarra, Gustavo Schartz en el bajo, Hery Paz con los instrumentos de viento, Eddie Venegas en el trombón, Jesús Ricardo en la trompeta, y los percusionistas Javier Díaz, Mauricio Herrera y Román Díaz. En cuanto al elenco destacan Natalie Venetia Belcon e Isa Antonetti (que interpretan a la célebre y nonagenaria Omara Portuondo en distintas etapas de su vida), Julio Monge y Da’von T. Moody (ambos como Compay Segundo), Mel Semé y Wesley Wray (como Ibrahim Ferrer), Jainardo Batista Sterling y Leonardo Reyna (ambos como el pianista Rubén González), Renesito Avich (Eliades Ochoa), Ashley de la Rosa (joven Haydee), Justin Cunningham (Juan de Marcos), entre otros.
El libreto corre a cargo de Marco Ramírez, ganador del premio Drama Desk por la obra The Royale, basada en la vida del boxeador Jack Johnson, el primer hombre negro campeón de peso ligero. Por su parte, el musical está dirigido por Saheem Ali, nominado al Tony por Fat Ham, una adaptación moderna de Hamlet, y las coreografías son de Patricia Delgado y de Justin Peck, ganador del premio Tony (Illinoise, West Side Story).
Pregunta. Marco, el guion está basado en hechos reales. ¿Cómo fue convertir la historia de estas leyendas en un guion para un espectáculo de Broadway?
Respuesta. Supuso mucho trabajo, aunque estas leyendas musicales me facilitaron la labor gracias a unas personalidades y talentos que muchas veces van más allá de lo real. De alguna manera, cantantes como Ibrahim Ferrer u Omara Portuondo siempre estuvieron destinados a Broadway, solo que llegaron un poco tarde.
P. ¿Cuál fue el mayor desafío en el proceso de creación de este guion?
R. La música del catálogo de Buena Vista es magnífica, así que el mayor desafío que enfrenté fue elegir qué canciones incluir. Creo que hemos logrado un buen equilibrio entre grandes éxitos y otras obras maestras menos conocidas.
P. ¿Cuál fue su reacción al verlo cobrar vida a través de los actores y cantantes?
R. Hay algunos miembros de la banda original a los que nunca tuve la oportunidad de conocer. Entre ellos Ibrahim Ferrer, Rubén González y Compay Segundo. Pero, de vez en cuando, alguien involucrado en el proceso de creación del álbum original se me acerca y me dice: “Es asombroso. Por un momento, parecía que Compay estaba en el cuarto con nosotros. Esto le habría encantado”.
P. Saheem, ¿cuál es el mayor desafío al dirigir un musical de Broadway con un grupo de artistas visionarios y una banda de renombrados músicos de todo el mundo?
R. Fue crear un musical que fuera auténtico y creativamente bilingüe. La historia debía contarse en inglés para conectar con la mayoría del público de Broadway, pero sin renunciar a la belleza de las canciones en su español original. Queríamos lograrlo sin recurrir a traducciones ni subtítulos que, en mi opinión, más que enriquecer, podrían restarle profundidad a la experiencia. Esta producción demuestra que el poder de la música trasciende el idioma y que las canciones, por sí solas, son capaces de aportar las texturas emocionales y los matices narrativos esenciales en el teatro musical.
P. ¿Qué momento del espectáculo cree que pondrá la piel de gallina al público? Sin revelar demasiado…
R. El espectáculo funciona como una oda al poder de la música para despertar la memoria. Está basado en la historia real de una segunda oportunidad para una generación de músicos cubanos que alcanzó su esplendor en vísperas de la Revolución, solo para ver cómo espacios como el Buena Vista Club cerraban poco después. Décadas más tarde, en medio del difícil Período Especial, alcanzaron la fama internacional. Espero que el momento final del musical, que muestra el ascenso de estos músicos al reconocimiento, logre estremecer al público.
P. Julio, ¿cómo es interpretar a Compay Segundo?
R. Cuando supe que iba a interpretarle, no lo pude creer. Mi primera reacción fue de vértigo porque don Máximo Francisco Repilado Muñoz —que era como se llamaba, Compay Segundo fue su nombre artístico— ha sido descrito como un personaje de muchos quilates. Poseía una enorme personalidad y carisma y su contribución fue única no solo en la música cubana, sino en la música mundial. Y eso puede ser muy intimidante. Pero al comenzar a indagar sobre su vida, me di cuenta de que el mejor acercamiento para interpretarlo no era imitarlo, pues no quería convertirlo en una caricatura, sino captar sus cualidades, su energía y su chispa. Compay también era muy sabio y tenía un sentido del humor único. De origen muy humilde, pero con gran tesón ante la vida. Fue tabaquero, barbero, pintor y hasta cultivador de la tierra. Sobrepasó sus decepciones artísticas y sus retos personales siempre con una sonrisa y sin dejar que el pesimismo o la tristeza lo definan. Y esas son las características que trato de impartir cuando me subo al escenario.
P. Natalie, ¿cuánto sabía sobre Buena Vista Social Club antes de unirse al elenco como Omara Portuondo?
R. En realidad ya conocía el álbum. Crecí rodeada de música en mi casa. Mis padres son músicos: mi madre es pianista clásica y mi padre fue trompetista de jazz. Conocí el álbum gracias a ellos. ¡Me enamoré al instante!
P. ¿Cómo es su personaje de Portuondo?
R. El de una mujer que está lidiando con un dolor profundo y una culpa abrumadora, vestigios de un pasado que ha guardado en lo más profundo de su ser. La inesperada visita de un joven Juan de Marcos la impulsa a iniciar un viaje hacia la libertad tanto espiritual como emocional.
P. Natalie, Julio, ¿por qué es importante contar esta historia?
Respuesta de Natalie. Porque ayudará a mantener viva esta música y a sus músicos, además de presentársela a aquellos que no conocen el Buena Vista Social Club. El público de Broadway se va a enamorar de un estilo que es completamente diferente a lo que están acostumbrados.
Respuesta de Julio. Hay muchos temas en la obra que la hacen relevante, pero para mí representa un gran ejemplo para el artista joven, recordándoles que hay un proceso detrás del arte que no se puede omitir. Compay solía decir que los jóvenes no quieren hacerle la segunda a nadie, todos quieren ser estrellas de la noche a la mañana. Y continuaba: “¿Cuántos años tuve que esperar? ¿Cuántos caminos tuve que recorrer? ¿En cuántas serenatas y guateques tuve que cantar?”. Ese respeto a su vocación, el amor y compromiso a su arte nos recuerdan que ser artista es para toda la vida. Que las cosas hay que hacerlas bien y que hay que estar listos y preparados para cuando se presenten las oportunidades, aunque te lleguen a los noventa y pico años. Es como él mismo decía: “Las flores de la vida te llegan tarde o temprano. Y cuando lleguen, aprovéchalas. No las desprecies”.