La militarización de Puerto Rico por la escalada de Estados Unidos con Venezuela reabre heridas históricas
Cinco mil soldados y una base reactivada inquietan ante la memoria de los 60 años en los que la isla puertorriqueña de Vieques fue usada como campo de entrenamiento y artillería
Durante más de medio siglo, un territorio de Estados Unidos de 163 kilómetros cuadrados en el Mar Caribe fue bombardeado repetidamente por las fuerzas armadas de ese país. Entre la década de los 40 hasta los 2000, cada año, cayeron 2.000 toneladas de munición sobre Vieques, una pequeña isla que forma parte del archipiélago de Puerto Rico. La Marina estadounidense convirtió este paraíso caribeño de aguas cristalinas en la recreación más real posible de una zona de guerra: tras expulsar a miles de residentes y tomar el control de dos tercios de la isla y sus recursos, la Armada estableció allí una base de entrenamiento y un campo de tiro para llevar a cabo pruebas de artillería y otros ejercicios militares con los que aterrorizó a la población local, obligada a vivir entre explosiones en una estrecha franja de tierra.
Después de que una de esas bombas matara a un civil, protestas masivas obligaron a la Marina a salir de Vieques en 2003. Aunque desde entonces se han continuado llevando a cabo ejercicios militares rutinarios en Puerto Rico, la militarización que la isla vivió durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, períodos en los que el territorio sirvió de bastión militar para Estados Unidos por su estratégica localización en el Caribe, no se había vuelto a ver. Hasta ahora. En medio de la creciente tensión con Venezuela, Estados Unidos ha aumentado su presencia militar en Puerto Rico y zonas aledañas, a la vez que ha reabierto bases militares en el territorio.
Este lunes se encontraba en Puerto Rico el general Dan Caine, el jefe del Estado Mayor. El Pentágono ha dicho que el propósito de la visita del principal mando militar de Estados Unidos es dar las gracias a las tropas estacionadas en el territorio con vistas al Día de Acción de Gracias, que se celebra el jueves. Sin embargo, según The New York Times, Caine tiene previsto reunirse con soldados y altos oficiales del Mando Sur para evaluar la preparación de las fuerzas desplegadas.
El Comando Sur está a cargo del despliegue militar que Donald Trump ha ordenado en el Caribe en las últimas semanas, mientras Estados Unidos baraja opciones para forzar la caída del presidente venezolano, Nicolás Maduro, a quien oficialmente considera un líder ilegítimo vinculado al tráfico de drogas hacia EE UU. En Puerto Rico están 5.000 de los casi 15.000 soldados estadounidenses enviados al área para lo que la Administración Trump ha caracterizado como un operativo contra el narcotráfico, que ha incluido el hundimiento de al menos 21 supuestas narcolanchas, en ataques extrajudiciales que han matado a más de 80 personas.
El viaje de Caine a Puerto Rico se da en un momento en el que el Gobierno de Trump ha aludido al comienzo de una “nueva etapa” en la llamada Operación Lanza del Sur. Esta nueva fase amenaza incluir acciones dentro de territorio venezolano por primera vez. En paralelo, se ha abierto también la puerta a una conversación telefónica entre Trump y Maduro con el propósito de explorar la viabilidad de una vía diplomática, según fuentes conocedoras de los contactos citadas por el portal Axios.
La de esta semana es la segunda visita que Caine ha hecho a Puerto Rico en los últimos meses. El jefe del Estado Mayor estuvo en el territorio el 9 de septiembre junto al secretario de Defensa, Pete Hegseth. Ambos fueron recibidos por la gobernadora de Puerto Rico, Jenniffer González, fiel aliada de Trump. La regidora, del conservador Partido Nuevo Progresista (PNP), que aboga por que Puerto Rico se convierta en el Estado número 51 de EE UU, ha apoyado la creciente militarización de la isla.
“Agradecemos al presidente Trump y a su Administración por reconocer la importancia estratégica de Puerto Rico para la seguridad nacional de Estados Unidos y por su lucha contra los carteles de la droga y el narcodictador de Nicolás Maduro”, dijo González en septiembre.
Desde finales de agosto, a Puerto Rico han llegado aviones de caza F-35, destructores de la Armada, helicópteros de combate y se han realizado entrenamientos anfibios y operaciones de vuelo, así como maniobras de desembarco e infiltración. En las aguas caribeñas también se encuentra el mayor y más avanzado portaaviones de Estados Unidos, el Gerald Ford, y más de una decena de buques de guerra.
Heridas abiertas
El despliegue militar en el Caribe ha implicado reabrir en Puerto Rico una base naval cerrada hace más de 20 años. Inaugurada en 1943, Roosevelt Roads fue una de las mayores bases de la Marina estadounidense en el mundo hasta su clausura en 2004. Roosevelt Roads está ubicada en el municipio de Ceiba, en la punta oriental de la isla, a solo 26 kilómetros de Vieques. La base naval abierta en Vieques en los años 40 fue concebida como una extensión de Roosevelt Roads y cerró precisamente después de que la Marina saliera de la isla tras la muerte de David Sanes, un viequense de 35 años que trabajaba como guardia de seguridad en un puesto de vigilancia de la Marina donde las tropas dejaron caer una bomba de forma accidental en 1999.
Ahora, Roosevelt Roads vuelve a estar operativa, resucitando temores de que las fuerzas armadas puedan regresar a Vieques 20 años después que el pueblo lograra sacarlas. A día de hoy, Vieques continúa viviendo con las consecuencias de aquellos 60 años de presencia militar. El Gobierno estadounidense no ha finalizado la limpieza de los restos de munición sin detonar que la Marina dejó atrás cuando se marchó. Y varios estudios demuestran que los viequenses tienen concentraciones inusualmente altas de metales tóxicos como mercurio, uranio y arsénico en su cabello y orina a la vez que tienen más probabilidades de morir de cáncer que otros puertorriqueños, con tasas significativamente más altas de enfermedades cardíacas, hepáticas, diabetes y mortalidad infantil.
La semana pasada, esas heridas se reabrieron después de que se diera conocer que desde enero pasado los militares que realizan maniobras en Puerto Rico pueden disponer de municiones en Vieques. Tras la revelación, el antiguo candidato a gobernador por el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), Juan Dalmau, que quedó en segundo lugar en los comicios del año pasado, reclamó a la gobernadora González que se cesara cualquier reutilización militar de Vieques.
“Es inaceptable el que, a la injuria del incumplimiento de la Marina de Estados Unidos con su obligación de reparar los grandes daños ambientales que provocaron 60 años de bombardeo en Vieques, se haya sumado la intención de utilizar la isla como vertedero militar. Más indignante aún es que, conociendo el gran sacrificio colectivo de la lucha por la paz en Vieques, esta Administración asuma pasivamente esa ofensa”, Dalmau escribió en una carta pública dirigida a la gobernadora junto a otros políticos de su partido.
González, por su parte, respondió que Vieques no “ha estado en el mapa de discusión” del despliegue en Puerto Rico y en el Caribe en el marco de las tensiones con Venezuela. “Ni para ejercicios [militares], ni para absolutamente nada”, aseguró. La regidora concretó que, además de Roosevelt Roads, hay soldados en el municipio de Aguadilla (en el noreste de la isla) y en el Campamento Santiago, en Salinas, en el sur.
La Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA) emitió recientemente un aviso preventivo para todo el espacio aéreo sobre Puerto Rico, advirtiendo de una “situación potencialmente peligrosa” relacionada con el aumento de las operaciones militares en la zona. La alerta está en vigor desde el 18 de noviembre de 2025 hasta el 16 de febrero de 2026.
Como ocurrió con Vieques, la presencia de los militares ha sido nuevamente recibida con protestas tanto políticas como ciudadanas. En una entrevista con EL PAÍS este mes, la congresista demócrata por Nueva York Nydia Velázquez, la puertorriqueña de más alto rango en el Congreso, se mostró en contra de la militarización de su isla natal y de que Estados Unidos la use “como plataforma para atacar a Venezuela”. Y en las calles de Puerto Rico, se han visto manifestaciones con pancartas que exigen: “¡Fuera gringos del Caribe!”