La vida después de la autodeportación
La familia Coria regresó a Uruapan de manera voluntaria tras la llegada de Trump al poder, pero ahora enfrenta un futuro incierto
Mientras los medios anunciaban a Donald Trump como el próximo presidente de Estados Unidos, Sonia Coria se volvió hacia su esposo y le preguntó si debían regresar a casa. Llevaban siete meses viviendo en Glendale, Arizona, compartiendo apartamento con la tía de Coria, lejos de las amenazas que los obligaron a huir de México. Coria trabajaba como limpiadora, y su esposo, Carlos León, como jardinero. Sus hijos, Naomi y el pequeño Carlos, se estaban adaptando a su nueva vida.
Aunque entraron legalmente a Estados Unidos con una cita de asilo, les preocupaba perderlo todo. Temerosos de ser deportados, decidieron regresar a México antes de la toma de posesión de Trump. En el cruce fronterizo de Nogales, las autoridades mexicanas confiscaron su camioneta y sus ahorros, acusándolos de contrabando de vehículos por falta de comprobantes de propiedad. De nuevo en Uruapan, Michoacán, se encuentran reconstruyendo su vida en el sitio que habían abandonado huyendo de la violencia del crimen organizado.
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