Los ‘No sabo kids’: los latinos que no hablan español ya no se esconden
Hijos de hispanos que no manejan la lengua de sus padres redefinen en redes sociales un término que antes fue peyorativo
En medio de una fiesta entre latinos, Daniel Sánchez Ordóñez se equivoca y dice “haiga”. Al unísono, y con la saña de la confianza y los tragos, la gente le corrige: “¡haya!” “Ya, ya, lo siento, soy un no sabo kid”, bromea Sánchez Ordóñez. En realidad habla un español que no revela todos sus años en Estados Unidos, un español que confunde países y ciudades y que no permite saber a ciencia cierta de dónde es. Comete muy pocos errores al hablar, sus padres se encargaron de que, al llegar a Washington, mantuviera el idioma de su origen, casi como lo habría tenido que hacer en Colombia. Por eso no es necesariamente un No sabo kid.
El término comenzó como un insulto hacia aquellos latinos o hijos de latinos que no hablaban el español. La frase contiene un error gramatical: la mala conjugación del verbo “saber”. La falla en el término contiene la ofensa por el desconocimiento del idioma, no hablar español siendo latino se asume como un defecto. Según un estudio del Pew Research Center, la mayoría de los latinos en Estados Unidos habla español. El 75% dice que puede mantener una conversación en español bastante bien o muy bien. Sin embargo, no todos los hispanos lo hablan y alrededor de la mitad de ellos (54%) se han sentido avergonzados por ello.
Es el caso de Isabella Andreoni, que fue adoptada por una familia estadounidense cuando tenía seis meses. “Estoy muy orgullosa de mi origen, pero a veces siento que no soy lo suficientemente guatemalteca porque no hablo español. He sido excluida de la comunidad latina por eso, y muchas personas asumen que no lo aprendí porque no me interesa conocer mi cultura, pero no es así. Mis padres son blancos y no crecí con el idioma”, cuenta.
En sus videos de Instagram, Riana Metzger se identifica a sí misma como una No sabo kid. Estaba en la secundaria cuando escuchó el término, pensó que era gracioso e inmediatamente se identificó con él, ya que no habla español. “Mi madre es de Guatemala. El español es su primer idioma, pero nunca lo utilizó conmigo. Ella me contaba que al mudarse a Estados Unidos sufrió bullying mientras aprendía inglés, y temía que yo enfrentara algún tipo de discriminación o un trato injusto por hablarlo mal”.
Metzger es una de las Tiktokers e Instagrammers que le dio un giro al término. Ella y muchos otros le han dado vuelta el debate sobre la identidad latina hasta concluir que no se es menos latino por no hablar español. TikTok tiene millones de vistas en videos con el hashtag #nosabo, y #nosabokid.
La pérdida de la lengua no es más que un resultado del cierre social inherente al racismo y también producto de la asimilación forzada que ha marcado la experiencia latina. Está inscrito en la memoria colectiva y escrito en la prensa. En 1931, el 80% de los distritos escolares en Texas y California separaban a los niños mexicanos, los enviaban a escuelas en las que se hacía énfasis en el aprendizaje para trabajos industriales, agrícolas y de limpieza. Incluso, algunos estudiantes denunciaron haber sido golpeados por haberse atrevido a hablar el español.
Pero no hay que irse tan lejos: la llegada de Donald Trump en 2017 evocó las políticas segregadoras de principios de siglo XX. La desaparición del español como idioma admitido de forma institucional fue evidente en cuanto se quitó de la página web de la Casa Blanca.
La obligación hegemónica
“Cuando era pequeño mi mamá me decía que nosotros teníamos mucha suerte porque habíamos llegado con buenos medios y que teníamos la oportunidad de hablar en español. Yo tenía muchos amigos latinos, un 50% que no hablaba inglés en la casa, y un 50% que sí lo hablaba. Y esos últimos terminaban siendo los No sabo kids. Mi mamá decía que eso pasaba porque ellos sentían una obligación hegemónica de asimilarse, y que tenían que borrar esa identidad latina que los hacía ajenos. A esas familias les había tocado muy duro en la migración. Ahí hay un tema socioeconómico importante”, dice Sánchez Ordóñez.
Él cree que su identidad no sería la misma sin el español. La lengua sostuvo el vínculo con su origen, y ese hecho lo puso en un lugar distinto al de los latinos no hispanohablantes. “Cuando fui a la universidad en California, había muchos latinx porque en ese momento la gente decía latinx y yo sentí que no tenía forma de relacionarme con ellos, no sé cómo decirlo... Aunque hablaban más o menos español, no lo hablaban muy bien y como que había un hueco cultural, eran más gringos que latinos, desde mi punto de vista, yo me sentía más como sudamericano, y ellos eran como una mezcla muy consustancial con lo gringo”.
El mismo estudio del Pew Research Center indica que para “la mayoría de latinos (65%) es muy importante que las futuras generaciones hablen español. Solo el 5% dice que no tiene importancia”.
Metzger ha forjado un vínculo con el español porque ahora vive en Colombia y se casó con un colombiano. “Cuando viajo a países de habla hispana, muchas personas asumen que hablo español debido a cómo me veo. Creo que es lamentable que tenga raíces latinas y no pueda hablar la lengua materna, pero hay muchos de nosotros en la misma situación. Ahora que vivo en Colombia y voy a clases de español, he estado tratando de salir de mi zona de confort para practicar y hablar”. Andreoni hace lo mismo. Tiene un tutor al que ve una vez a la semana, estudia en su tiempo libre y perdió el miedo a aprenderlo.
Parte de ello tiene que ver con la consciencia de la experiencia compartida. Para los No sabo kids, el vínculo con el español se ha hecho más sencillo desde que decidieron que su latinidad no depende del idioma. El que antes fue un término ofensivo hoy es un lazo que rodea una experiencia compartida. Juntos han perdido el miedo a llamarse latinos.