Iñaki Urdangarin, entrevistado en La2Cat: el hombre tranquilo y curtido
Es hoy un hombre al que se le notan las horas de soledad y de terapia. A veces habla de sí mismo en tercera persona y otras veces abusa de la autoayuda, empeñado en hablar de la vida como etapas, aprendizajes, equilibrio
“¿Tienes ganas de explicarte?”. “Hombre, sí”. El periodista Jordi Basté pregunta y quien contesta es Iñaki Urdangarin, jugador de balonmano, exmarido de la in...
“¿Tienes ganas de explicarte?”. “Hombre, sí”. El periodista Jordi Basté pregunta y quien contesta es Iñaki Urdangarin, jugador de balonmano, exmarido de la infanta Cristina, padre de cuatro de los nietos de Juan Carlos I, condenado por el caso Nóos a cinco años y 10 meses de prisión por los delitos de prevaricación continuada y malversación. Pasó en la cárcel de Brieva mil días con sus mil noches y en esta entrevista, que fue charla tal y como se apuntó desde el principio, quien apareció ante las cámaras fue un hombre tranquilo, curtido por las arrugas, el paso del tiempo y lo vivido antes, durante y tras su paso por aquella celda de la provincia de Ávila.
Podría haberse presentado como una víctima sobreactuada, y tuvo algo de lo primero y nada de lo segundo. Podía haber cargado contra todos y lo que asomó fue un hombre que parece en paz consigo mismo, despojado de títulos y protocolos y posados oficiales. Eso sí, el mismo día que La2Cat emitió su primera entrevista en televisión anunció la publicación de sus memorias. Esta vocación literaria de la realeza y sus entornos no la vi venir, la verdad.
La entrevista gustó y gustará a los amantes de la serenidad, a los hipotensos. Toda una osadía en estos tiempos de colmillo y cortoplacismo. Se realizó en una de esas casas que invitan al sofá, la manta y el chocolate caliente, iluminada para hacer de aquello un ratito de terapia entre amigos.
Basté y Urdangarin se conocen desde hace décadas, cuando el primero trabajaba en deportes y el segundo los practicaba. Ya tienen entrenada la mirada, el gesto y el idioma. En diciembre de 2025 queda poco del Iñaki que firmaba con eso del duque empalmado (eso sí que ha envejecido mal), porque ahora es un hombre que se reconoce como discreto e imperfecto, que tiene a su madre y a sus hijos en un pedestal, que define a la que fue su esposa durante 24 años como una de las mujeres a las que más ha querido. “Mi madre y mis hijos saben que es imposible que yo tuviera voluntad de delinquir”, dijo. Bueno.
Es hoy un hombre al que se le notan las horas de soledad y de terapia. A veces habla de sí mismo en tercera persona y otras veces abusa de la autoayuda, empeñado en hablar de la vida como etapas, aprendizajes, equilibrio y experiencias y definiendo este momento de su vida como “creativo”, “ilusionante”, “a mi ritmo”. Al menos no cayó en esa cosa terrible del “Si quieres, puedes”. Basté lo templó bien sin que ninguno de los dos se quemara. Pero es que quizá no tocaba.
“¿Qué has aprendido de la cárcel?”. “¿Tienes tiempo?”. Esta vez la pregunta se contesta con otra. Urdangarin, dedicado hoy al coaching, narra cómo fue ese primer día en una prisión de mujeres, en régimen de aislamiento, cuando se cerraron las puertas, se le retiraron la libertad y el teléfono. Y lo mal que lo afrontó. Lo dice él, que no lo gestionó bien, que fueron tres meses en los que entró en “un bucle negativo” del que no se siente orgulloso porque preocupó a los suyos. Cómo le salvó el deporte, su “válvula de escape”, esa bicicleta estática que aprobó un juez de vigilancia penitenciaria, los libros, el estudio, las charlas con los funcionarios, de los que dijo que fueron estupendos.
Lloró mucho, “muchísimo” y confesó que hubo momentos, como la pandemia de la covid, que le parecieron un castigo doble. Pasó frío y los días y las noches se le hicieron largos, como al resto de presos. Hubo luces, como las cartas que recibió durante esos casi tres años. De amigos y de desconocidos, que le escribían para darle ánimo y contarle que empatizaban con su situación.
Ni un dardo a la familia real a la que ha pertenecido y mucho cariño hacia la suya y hacia la madre de sus hijos. Una videollamada con el segundo de ellos, Pablo, que también se dedica al balonmano. De los cuatro dijo que son un ejemplo de resiliencia.
“El rencor es un tema que tienes que trabajar en la cárcel”, apuntó para contar después que al final se trata de aceptar dónde estuviste entonces y dónde estás ahora, que perdió la libertad, mucho tiempo, todo lo material y “uno de los amores de mi vida, Cristina”.
“Somos unos privilegiados”, le dirá a Basté casi al acabar, después de que el periodista le haya regalado el libro del neurólogo, psiquiatra y filósofo austríaco Viktor Frankl, superviviente de cuatro campos de concentración nazis. Quien pensó que este libro era una buena idea para el ex jugador de balonmano es otro hombre, Luis Enrique Martínez García. El café se les ha quedado frío en esa casi hora de charla. De charla tranquila.