Gala 3 de ‘Operación Triunfo’: La gran injusticia de la expulsión de Salma de Diego y el poder aterrador de las redes sociales
A pesar de su brillante actuación, Salma de Diego abandonó la Academia certificando una vez más que este es un concurso de popularidad y no de talento y dejando como legado un vibrante discurso en el que desmontó el manido “ni machista ni feminista”
De TikTok se dijo que era un invento del Gobierno chino para espiarnos, como si hubiese que idear ardides muy sofisticados para tal fin, y se dice ahora que, tras unas sospechosas maniobras del Gobierno republicano, se ha convertido en una herramienta gestionada por los afines al movimiento MAGA para generar pequeños trumpistas en serie. O sea, que una app aparentemente inofensiva podría acabar cargándose la socialdemocracia tal como la conocemos. Pero no todo es malo; también ha servido para recuperar éxitos añejos como One Way Ticket, de Eruption, Make Your Own Kind of Music, de Cass Eliott, o el irresistible Será por qué te amo, de Ricchi e Poveri. Si nos vamos a ir al abismo, al menos hagámoslo bailando. El himno del cuarteto, ahora dúo, uno de los favoritos de los campos de fútbol italianos, ha sido la canción grupal de la semana y hay pocos hits que suban más el ánimo, coral e individualmente. No tendremos democracia, pero sí ritmo.
Aunque a veces lo olvidamos, aquí se viene a competir, no solo a bailar ingenuamente como cronopios, y bastaron dos frases de Chenoa para que nos centrásemos en lo importante: el duelo entre Salma de Diego, que bordó Lo saben mis zapatos de Pablo López, y Max, que perpetró Tu refugio de Pablo Alborán. Muchos tal vez no reconociesen la canción de López porque ningún piano sufrió daños durante su ejecución; tampoco reconocerían la de Alborán porque, no sé…, complétenlo ustedes si lo han visto, yo no quiero pensar nunca más en ese momento televisivo porque ya hay suficiente dolor en el mundo.
La cuestión es que, como esto es un concurso de popularidad y miles de fans del muchacho con expresión de novio de Candy Candy o de personaje de El verano que me enamoré (espero que valoren que me esfuerce en buscar referencias para distintas generaciones) se habían lanzado a votar el primer día, ha sido Salma quien ha abandonado inmerecidamente la Academia, provocando una de esas injusticias históricas que dejan huella durante al menos diez minutos. Con momentos como el vivido anoche, cabe preguntarse para qué sirve que los nominados preparen durante una semana la canción con la que pretenden salvarse si quienes votan lo hacen únicamente por la simpatía que les despiertan, como si esto fuese un GH cualquiera. Tal vez sería más justo que solo pudiese votarse tras la actuación, pero para eso tendría que importar más la justicia que los clics.
Salma abandonó la Academia tras una actuación sorprendente para una tercera gala y después de haber pronunciado esta semana uno de los mejores discursos escuchados en cualquiera de las ediciones del programa. Seis minutos en los que explicó a su compañero Guille Toledano todo lo malo que se oculta en la expresión “ni machista ni feminista” y aclaró que los hombres también son víctimas del machismo y que también hay mujeres machistas, sin olvidarse del daño que provoca la desinformación en las redes sociales y el peligro de los influencers de la manosfera. Y todo ello trufado de frases como “lee un libro, Manolo”. No sé por qué ola del feminismo vamos, pero ese debería ser su lema. Durante la gala, sin embargo, prefirieron rescatar vídeos de las flatulencias de los concursantes, pues vale. Lee un libro, Amazon.
A Toledano, además de un curso express de Educación para la ciudadanía, le tocó interpretar junto a Judit el Don’t Leave Me This Way de Thelma Houston en versión de The Communards, un hit que haría las delicias de los que sí recuerdan a los novios de Candy Candy, mientras Claudia y Olivia defendieron Messy de Lola Young, que esta semana está de triste actualidad por haber sufrido un desvanecimiento que le ha obligado a suspender su gira.
María, Lucía y Cristina tuvieron la compleja tarea de empastar tres voces en el Training Season de Dua Lipa, que solo es una, y Tinho y Crespo sacaron adelante El único de Ca7riel y Paco Amoroso, tarea nada sencilla dada la exuberante y personal energía de los argentinos. No les voy a descubrir al dúo cuando ya los ha visto la media España que ve El hormiguero y la media que sigue La revuelta; si se da el caso de que no pertenecen a ninguna de las dos, echen un vistazo a su Tiny Desk Concert. Pero, sin duda, la actuación de la noche fue el Vamos a olvidar de La Casa Azul y Soleá Morente, una de esas combinaciones que chirrían de principio como Freddy Mercury y Montserrat Caballé o el anís y el coñac, pero luego son un supersí.
Guillo Rist & Téyou, que sorprendentemente iban bien vestidos o al menos no parecía que se habían caído en un contenedor de Humana como suele ser habitual en OT, actuaron con tal solvencia que hicieron llorar a Guille Milkyway, que es, por si alguien no lo sabía, La Casa Azul al completo. Llorar de emoción, no como Pablo Alborán, que a estas horas probablemente siga en posición fetal. A Laura y Carlos les tocó Noche en vela de Guaraná, y se habrán pasado toda la noche en vela, ya que ambos resultaron nominados junto a Tinho y Max (normal).
De carpetas y romances
También estuvo por el plató Juanjo Bona, concursante de la pasada edición. El maño vino del pasado para presentar su nueva canción, contraprogramarse en MasterChef y recordar a los habitantes de la casa el valor de una carpeta. Explico a los neófitos: en los realities, una “carpeta” es un romance entre dos concursantes. Véanse, por ejemplo, Amaia y Alfred, Aitana y Cepeda o Edurne y Fran Dieli (han tenido que googlearlo, ¿verdad?). Estas carpetas suelen despertar suspicacias porque a veces sirven para prolongar la estancia de los concursantes en la casa de manera inmerecida y solo por el salseo, pero las relaciones apasionadas entre cantantes han estado siempre ahí, desde Dolores Abril y Juanito Valderrama a Lindsay Buckingham y (reverencia) Stevie Nicks; no las ha inventado la telerrealidad.
El jurado salvó a Tinho y los compañeros a Max, mientras Laura veía cómo nadie escribía su nombre en la pizarra. Me sigue sorprendiendo que un concurso que cuida tanto a los jóvenes que participan en él les haga pasar por momentos más traumáticos que una novatada en el Colegio Mayor Elías Ahuja. Tanto el destino de Laura como el de Carlos quedan esta semana en manos de una audiencia veleidosa, pero sorprendentemente organizada. Hace unos días fue surgiendo un movimiento en redes sociales que pedía que Lucía fuese favorita, principalmente porque querían transmitirle cariño para que se sintiese valorada, ya que algunos la habían visto un poco desubicada en la Academia, y así ha sido. Un esfuerzo encomiable, pero no deja de resultar aterrador lo sencillo que es movilizar a las masas en redes sociales, y con toda seguridad no siempre será por un motivo tan positivo. Normal que todos quieran controlar TikTok.