Un menú de tiros, sangre y polis buenos para las tardes brasileñas
El presentador más famoso de programas de sucesos sopesa lanzarse a la carrera para la alcaldía de São Paulo
Los brasileños almuerzan en torno a mediodía religiosamente, de manera que cuando dan las cuatro no están en la sobremesa, sino avanzada la tarde, con la digestión hecha. A esa hora, seis días a la semana, empieza el programa Brasil Urgente, un carrusel de crímenes, tiroteos, atropellos, persecuciones de sospechosos en vivo… contado siempre con conexiones en directo sazonadas con imágenes en blanco y negro que ha captado alguna de las omnipresentes cámaras de seguridad en las calles. Un menú repleto d...
Los brasileños almuerzan en torno a mediodía religiosamente, de manera que cuando dan las cuatro no están en la sobremesa, sino avanzada la tarde, con la digestión hecha. A esa hora, seis días a la semana, empieza el programa Brasil Urgente, un carrusel de crímenes, tiroteos, atropellos, persecuciones de sospechosos en vivo… contado siempre con conexiones en directo sazonadas con imágenes en blanco y negro que ha captado alguna de las omnipresentes cámaras de seguridad en las calles. Un menú repleto de violencia que ameniza las tardes durante más de tres horas, prácticamente hasta la cena.
Aunque ya no es el programa de sucesos más visto de la televisión brasileña, sí que Brasil urgente (en el canal Band) es el más emblemático de los programas policiales vespertinos. La popularidad de José Luiz Datena, de 67 años, un presentador que ha creado estilo y escuela, impulsa un programa sensacionalista que retrata los efectos del crimen en Brasil como si fuera una película de buenos y malos. Siempre de pie, a la derecha de una pantalla gigante, apremia a los reporteros sobre el terreno a no alargarse, da órdenes a su equipo (“Quiero esto a pantalla completa, ya”), pero sobre todo ejerce de juez ante sus telespectadores.
A una parte de la población la sucesión cotidiana de tragedias le resulta indigesta. Pero Datena tiene su público. Un reciente programa arrancó con unas imágenes que muestran, en blanco y negro, como un grupo de hombres rodea a un agente de policía. Forcejeo. Uno de ellos arrebata el arma al agente, que echa a correr calle abajo. El hombre apunta, dispara y lo mata. “Le disparó cobardemente por la espalda”, enfatiza Datena antes de revelar que el asesino está detenido. Cuando la comisaria que lleva el caso interviene en directo para contar que el arma no ha sido localizada aún, el presentador responde como si fuera el experto en la sala: “No necesitas el arma, bastan los análisis de balística” que detectaran las marcas de pólvora en la mano del acusado. Luego, aplaude a la jefa policial y la despide con un “Que Dios la bendiga”.
Más adelante, otro caso. Un hombre fuerza la entrada en un domicilio en el que viven una mujer y su sobrino, que abren fuego y lo matan. “Si un delincuente entra en tu casa, tienes derecho a la legítima violencia, el domicilio es inviolable”, proclama.
El columnista del diario Folha de S.Paulo y crítico de televisión, Mauricio Stycer, explica que los programas vespertinos cortados por el patrón Datena “tienen presentadores en el papel de jueces, que opinan sobre si tal acción policial es correcta y hacen juicios morales sobre los sospechosos, a los que presentan como personas de la peor calaña”.
Datena, que empezó su carrera como periodista deportivo, arenga y alaba a los agentes de policía, tiene un diálogo constante con jefes de las fuerzas del orden que entran en directo a dar la última hora, urge a los gobernadores, a los alcaldes, a actuar, a solucionar cierto problema…
Ambiciones políticas
Estos días el nombre del presentador ha saltado a las secciones de política porque él se ha tomado vacaciones del programa para sopesar si concurre a las elecciones municipales de noviembre como candidato a alcalde de São Paulo, una de las mayores ciudades del hemisferio sur. Cuatro veces ha oficializado ese paso en los últimos años y cada vez se ha arrepentido en el último minuto. Ahora los sondeos le colocan en el pelotón de cabeza con otros dos nombres, incluido el actual alcalde. Datena ha militado en una decena de partidos, cosa que tampoco es rara en Brasil. Esta vez se ha decantado por el PSDB (el Partido de la Social Democracia Brasileña), una formación clásica que gobernó Brasil y tuvo un amplio poder territorial durante décadas pero fagocitada por el bolsonarismo.
Si finalmente se lanza a la carrera electoral, Datena tiene dos ventajas: es famosísimo y tiene un discurso sobre cómo combatir la delincuencia cimentado en dos décadas de televisión. “Rara vez en estos programas se discute sobre las causas de la violencia, se centran en los efectos y presentan como eficaz a una policía firme y fuerte”, recalca Stycer.
La realidad de las cifras
Los programas como el de Datena, en Brasil y el resto del mundo, explotan los temores de los espectadores, les inyectan miedo hasta el tuétano y los dejan aprensivos. La seguridad pública es un asunto central en el debate público brasileño. Los grupos criminales son poderosos, los innumerables cuerpos policiales suelen estar poco dotados y sus agentes, mal pagados, pero viendo el carrusel de sucesos sangrientos costaría creer que la ciudad de São Paulo tuvo en 2022 una tasa de asesinatos por 100.000 habitantes que era la mitad de la de Miami (Estados Unidos) o que 162 de los 5.000 municipios de Brasil concentran la mitad de los homicidios. Son, principalmente, ciudades ubicadas en las rutas del narcotráfico.
El presentador Datena conoce bien los estragos brutales que causa el crack. Uno de sus hijos, Vicente, que le ha sustituido al frente del programa en algún amago electoral anterior, estuvo enganchado al esa droga, según reveló su padre años atrás. El presentador está obeso, sufre diversos problemas de salud tras años de excesos. De joven era amigo del mítico futbolista Sócrates, que nunca perdonaba una copa.
El presentador también es famoso por sus polémicas. Una especialmente brutal y dañina. Cuando una mujer fue detenida por matar a su hija de una sobredosis de cocaína, él la bautizó en antena como El monstruo del biberón. Otras presas le dieron una paliza. Años después fue absuelta del crimen. Aquel apodo de Datena le destrozó la vida.
Aunque en Brasil la programación televisiva está sometida a una clasificación de recomendaciones por edades, los programas policiales vespertinos han logrado burlarla gracias a que “son oficialmente considerados programas de periodismo, por lo que no están sometidos a ninguna restricción”, apunta el columnista. Gracias a eso están sometidos a la misma normativa que los noticieros y eso les permite exhibir sus carruseles de sangre, armas y violencia en un horario en el que millones de niños están ante la televisión. “Creo que la legislación debería cambiar”, dice el especialista.
Aunque Datena es el presentador de programas policiales más conocido dentro de Brasil, su compatriota Wallace Souza, que triunfaba en los noventa en una tele local del estado de Amazonas, es probablemente el más conocido en el resto del planeta. Su caso nunca tuvo gran repercusión a nivel nacional, pero es tan extraordinario como truculento. Lo cuenta la serie La muerte vende (Netflix). El ya fallecido Souza fue acusado de orquestar el asesinato de narcotraficantes y adictos a las drogas en crímenes que después cubría como periodista. Muerto a muerto, la audiencia subía.
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