José Luis Sastre: “El periodismo necesita preguntarse si tenemos los sensores bien conectados con la realidad”

El videopodcast ‘Sastre y Maldonado’ supera el millón de visualizaciones en YouTube y el medio millón de descargas de audio en dos meses de vida

Jose Luis Sastre, el miércoles pasado en una cafetería de Madrid.Foto: ÁLVARO GARCÍA | Vídeo: EPV

Cuando en noviembre nació Sastre y Maldonado, el videopodcast del periodista José Luis Sastre y el humorista Miguel Maldonado, lo hacía con el reto de diferenciarse de los otros miles de podcasts que, como el suyo, son dos señores hablando. Poco más de 10 emisiones después, ya ha superado el millón de visualizaciones en YouTube y medio millón ...

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Cuando en noviembre nació Sastre y Maldonado, el videopodcast del periodista José Luis Sastre y el humorista Miguel Maldonado, lo hacía con el reto de diferenciarse de los otros miles de podcasts que, como el suyo, son dos señores hablando. Poco más de 10 emisiones después, ya ha superado el millón de visualizaciones en YouTube y medio millón de descargas de audio. Algo debe tener distinto a los otros miles de podcasts de señores hablando, ¿pero qué es? “Eso preguntaba yo, qué podíamos ofrecer de distinto. Y Miguel decía: nosotros, nuestra personalidad”, explica José Luis Sastre (Alberic, Valencia, 40 años).

Hasta hace pocos meses, Sastre y Maldonado no se conocían. Ahora, Sastre recuerda los primeros pasos en su relación: “Me pasaron un audio de su sección con Javier del Pino donde se metía conmigo y hacía un poco de caricatura. Un día nos encontramos en el pasillo y ahí se quedó la cosa. Pero cuando empecé a pensar en secciones para el verano, que es el momento de probar contenidos nuevos en la radio, pensé en una sección con él. Hablé con Del Pino o, como dice Miguel, pedí su mano, y empezamos a probar”, contaba el periodista el miércoles pasado en una cafetería cerca de la sede de la Cadena SER en Madrid. Así nació El Refugio, la sección veraniega donde ambos charlaban en Hoy por hoy. ¿Sobre qué? Sobre lo que surja, porque en realidad el objetivo era crear un clima, acompañar. Ese espíritu es el que está detrás de Sastre y Maldonado.

Cada martes al mediodía, periodista y humorista se sientan en la sala de juntas de la Cadena SER, en dos sillas que toman prestadas del despacho del consejero delegado. “Luego las devolvemos”, matiza Sastre. Encienden su neón (pidieron permiso para poder colgarlo en esta sala noble), ponen sus micros sobre la mesa y graban para que, esa misma medianoche, esta producción de SER Podcast y LaCoproductora esté disponible en YouTube y todas las plataformas de audio.

Otra diferencia con el resto de podcasts de dos señores hablando está precisamente en la imagen, con un tono cuidado, sosegado, que invita a quedarse. “En el mundo en el que todo dura 10 segundos en el móvil y estamos a un desliz del dedo índice de que la gente se canse de ti y pase al siguiente reel, queríamos explicar solo de un vistazo que es una propuesta distinta cuidando la imagen”, dice el periodista.

El periodista José Luis Sastre, el pasado miércoles en Madrid. Álvaro García

Sastre no es capaz de precisar por qué él y Maldonado han encajado tan bien. “Miguel soporta muy bien mi pesimismo y no se deja contagiar por eso. Tenemos una relación de confianza muy sólida. Esa química quizá surja de que tengamos una manera de entender el humor y la actualidad parecida, porque él es un tipo superinformado, posiblemente sabe más que yo de la actualidad, y compartimos intereses y una manera de entender el humor. Somos más parecidos de lo que parece”, describe el periodista de Hoy por hoy.

En estas semanas ya les ha dado tiempo a crear un universo propio. Sus oyentes sabrán que se refieren a sus micros como Cánovas y Sagasta. Que, aunque Maldonado insista en llamar a Sastre “empollón”, ambos lo son casi a partes iguales. Y que Alfonso Guerra y Óscar Puente son dos de los políticos más mencionados. “Mucha gente me pregunta si hablamos antes de qué temas vamos a tratar, y no. Es una regla no escrita: Miguel no sabe nunca qué temas voy a sacar yo y yo no sé los que va a traer él. Y muchos de los que creemos que van a salir se quedan en el tintero porque la conversación va sola. Parte del éxito que pueda tener está en esa espontaneidad”, dice Sastre. “En un momento en que la sociedad está tan polarizada, que esta manera de enfrentarse a la realidad, que es desbordante, con un punto de ironía, de buen humor, incluso de desapego, con una distancia mínima de seguridad, haya tenido tan buena respuesta por los oyentes puede tener que ver con que han encontrado aquí una vía de escape, que también quieren tener esa relación con la realidad”, añade sobre el tono del videopodcast.

También es frecuente que José Luis Sastre muestre su interés por manejar el lenguaje de la generación Z. Aunque en el videopodcast lo lleve al extremo y a la comedia, detrás hay una inquietud real. “Me preocupa mucho estar desconectado de realidades en las que creo que tenemos que tener un pie puesto. Yo trabajo con gente a la que doblo en edad, y me da mucho miedo ser el señor que dice ‘ay, es que vosotros no sabéis…’, o cuando murió María Jiménez, ‘cómo puede ser que no sepáis quién es María Jiménez’. Y no puede ser que no lo sepan, pero a la vez no puede ser que yo ignore cosas de su realidad que forman parte de mi mundo también. Yo quiero dirigirme a la mayor cantidad de público posible. No quiero hablar como un joven de 20 años porque no me toca, pero para entender a la gente, una de las claves es entender su manera de expresarse”, argumenta. “El periodismo necesita preguntarse si tenemos los sensores bien conectados con la realidad. Según me he ido haciendo mayor en este oficio, he aprendido que tenemos que mirar menos al PIB y más al grupo de WhatsApp de los padres del colegio para estar atentos a muchas realidades. Periodismo es poder explicar a la gente cosas que les interesan y captar su atención. Eso es imposible si no entiendo las preocupaciones de mi generación, la que está por delante y los que vienen por detrás”, continúa.

Ese radar para conectar con la realidad de la calle que reivindica para el periodismo también lo aplica a los políticos. “Hay un aire de trascendencia y gravedad que hace que la política vaya por una esfera y el conjunto de la sociedad hable un lenguaje distinto”, diagnostica Sastre. “Pueden pasar dos cosas: que la política condicione esa forma de entendernos y relacionarnos entre la ciudadanía, o que la distancia vaya siendo cada vez mayor entre las dos esferas. En la medida en que el lenguaje político baje un poco los decibelios y se acompase con el lenguaje con el que habla la mayor parte de los ciudadanos, le irá mejor a la política y hará que no tengamos la sensación de que es una escena, un escaparate continuo, que es uno de los males que sufre ahora mismo”, remata Sastre.

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