‘Fubar’, Schwarzenegger, Núñez Feijóo y Abascal

En la serie, Arnold Schwarzanegger no sólo nos salva a todos de un ataque nuclear sino que, además, lo hace con ironía, con un cierto sentido del humor, algo desconocido en Feijóo

Arnold Schwarzenegger, en el primer episodio de 'Fubar'.

Contemplar los ocho capítulos de Fubar al mismo tiempo que se comprueban los resultados de las elecciones generales, y se calculan las posibles alianzas para poder gobernar, es un ejercicio curioso, incluso divertido. En la serie de Netflix hay un protagonista absoluto, Arnold Schwarzenegger; en las eleccione...

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Contemplar los ocho capítulos de Fubar al mismo tiempo que se comprueban los resultados de las elecciones generales, y se calculan las posibles alianzas para poder gobernar, es un ejercicio curioso, incluso divertido. En la serie de Netflix hay un protagonista absoluto, Arnold Schwarzenegger; en las elecciones, si el equivalente, por conservador, fuera Núñez Feijóo, habrá que reconocer que no da la talla. El estadounidense de origen austríaco, naturalmente, salva al mundo en compañía de su hija. El gallego, con su brother Abascal, de momento no salvan ni los platos ni alcanzan los escaños suficientes para llegar a la Moncloa.

Schwarzanegger, por su parte, no sólo nos salva a todos de un ataque nuclear sino que, además, lo hace con ironía, con un cierto sentido del humor, algo desconocido en Feijóo salvo que se considere una broma la justificación que hizo de su amistad con un delincuente juzgado y condenado por narcotráfico alegando que cuando veraneaba con él “sólo era un contrabandista”, lo que explica el criterio moral de un servidor público que aspiraba al Gobierno de la nación.

En la serie, su protagonista se rodea de un pequeño equipo interracial que acepta disciplinadamente la jerarquía de su líder, lo que no ocurre en el caso del tándem de la derecha, aunque al salvapatrias de Vox le faltó tiempo para achacar su fracaso electoral al otro, con esa tradición tan española de ver la paja en el ojo ajeno e ignorar la viga en el propio; al fin y al cabo los dos le deben mucho al desaparecido Rajoy cuando sentenciaba que los españoles son muy españoles y mucho españoles, por más que a tenor de los resultados obtenidos quizá les habría ido mejor si fueran algo más suecos.

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