“Con ‘Sálvame’ se muere la tele tal y como la conocemos”. Epitafio de un programa que hizo historia
Analizamos la herencia que deja el final del icónico programa de Telecinco con algunos de sus integrantes y observadores externos
“Estas últimas semanas las hemos vivido jodidos, francamente”. Terelu Campos, colaboradora del ya difunto Sálvame, se sinceraba así con EL PAÍS este jueves, un día antes de su final. “Por una parte, teníamos una perspectiva de...
“Estas últimas semanas las hemos vivido jodidos, francamente”. Terelu Campos, colaboradora del ya difunto Sálvame, se sinceraba así con EL PAÍS este jueves, un día antes de su final. “Por una parte, teníamos una perspectiva de trabajo de un mes y medio pero, por otra parte, ha sido una agonía muy larga. Con ese poso de tristeza pero también de orgullo de haber hecho un programa que ha hecho historia de la televisión”, añade. David Valldeperas, uno de los directores del espacio, también confesaba lo complicado de estos últimos días. “Intentábamos sacar punta de la situación, que es lo que siempre hemos hecho. Pero esta semana y la anterior han sido más complicadas porque el equipo se iba desmembrando, nos han decapitado una hora… vas notando que te van ahogando”, decía el miércoles. Otro de los realizadores del espacio, Alberto Díaz, recuerda el golpe que fue enterarse del final del programa por la prensa y cómo decidieron no convertir el tiempo que les quedaba en un funeral, “queríamos seguir siendo canallas, gamberros e irrespetuosos hasta el final. Es lo que la gente esperaba de nosotros. Pero se ha hecho largo el proceso”, se sinceraba.
Sálvame se ha ido cuando todavía era líder en muchas de sus emisiones. Sus datos quedaban ya lejos de los máximos que logró hace años. Sálvame Naranja (la división en dos nació en 2015 para ajustar los contenidos al horario de especial protección) marcó su máximo en la temporada 2015-2016 con un 19% de cuota, mientras que Sálvame Limón lo hizo en 2014-2015 y 2020-2021 con un 14,3%, según un informe de la consultora GECA a partir de datos de Kantar Media. Su última temporada la ha cerrado con un 13,5% para la edición Naranja y un 11,5% para la Limón, datos que, en una televisión más fragmentada y con mucha más competencia, todavía le permitían liderar su franja muchos días. La nueva directiva de Mediaset consideró que había llegado el momento de poner fin a un programa que llevaba en antena 14 años y que se había convertido en columna vertebral de la parrilla de Telecinco.
“Era un episodio de evasión para la sociedad. Era un kit kat en tu vida”, defiende Valldeperas. “Yo creo que aún nos falta algo de perspectiva para poder decir lo que ha supuesto y cómo hemos roto con lo que se hacía y lo que se hará”, reflexiona Alberto Díaz. “Hemos creado nuestro propio mundo, un escaparate en el que la gente se ha sentido muy reflejada, con los llantos, alegrías y penas de todos ellos”, dice sobre un formato que ha sido definido como un neorreality. “La tele está cada vez más controlada, todo está medido, y el legado que dejamos es que, dentro de ese contexto, destilamos cierta picaresca y ganas de reírnos pero sobre todo de nosotros mismos”, completa Valldeperas.
“En entretenimiento en España hay dos programas que marcan época: el Un, dos, tres y luego Sálvame. Quedará para la historia de la televisión”, defiende Víctor Sandoval, otro de los colaboradores del espacio. “Antes había programas de autor, el de Hermida, el de la Campos… Pero ahora esos programas no existen, no hay nadie que tenga tanto peso. Por más que pongas tu nombre a un programa, eso no implica que dejes un legado, y Sálvame deja un legado. Para una parte de la industria de la televisión, Sálvame ha sido horrible, porque ha dejado en evidencia su falta de talento”, cuenta a EL PAÍS el día antes de la despedida del programa. Terelu Campos destaca lo mejor y lo peor de participar en un espacio que vivía todo con tanta intensidad: “Lo mejor ha sido hacer algo completamente diferente. Y aprender, porque he aprendido a ser colaboradora, aunque creo que soy mejor presentadora que colaboradora. Cuando en Sálvame lo pasamos bien, no hay ningún programa en el mundo que lo pase mejor que nosotros. Pero cuando lo pasamos mal, tampoco hay ningún programa en el mundo ni ningún colaborador que lo pase peor. No conocemos el término medio”.
Para una parte de la industria de la televisión, ‘Sálvame’ ha sido horrible, porque ha dejado en evidencia su falta de talentoVíctor Sandoval
Para Diana Aller, analista de televisión y guionista de programas de entretenimiento, Sálvame logró encontrar “un lenguaje de total y absoluta libertad dentro de la televisión”. “Antes de que el público demandara un contenido, Sálvame ya lo estaba ofreciendo. Su gran aporte es una mirada al espectador desde la inteligencia. Era casi el único programa que no trata a los espectadores como idiotas”, dice Aller, que durante un año trabajó en el programa como guionista. “Entonces yo era poco menos que proscrita cuando decía que trabajaba ahí. Era un sitio muy mal visto, con muy mala fama, muy mal entendido, y se sigue viendo mal. Hay un clasismo atroz donde se da por hecho que tiene un público indocto, feminizado… y entra la misoginia y el clasismo de siempre. Son sesgos cognitivos y prejuicios, porque tenía un público sorprendentemente diverso”. Aller no cree que el ejemplo de Sálvame vaya a continuar. “La televisión está en manos de señores mayores. Termina una era. Ahora la televisión se queda para un consumo más encorsetado”.
Cuando decía que trabajaba ahí, era poco menos que proscrita. Estaba muy mal vistoDiana Aller, guionista y analista televisiva
Ignasi Gozalo Salellas, profesor de Comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya y ensayista, asegura que Sálvame cambió las reglas de la televisión, “para bien y para mal”, en lo que se refiere a los costes de producción. “Evidenció que se podía hacer tele charlando, discutiendo como en el bar, a un coste muy barato y generando muchas horas de espectáculo en directo. No me parece tan distinto del modelo de espectáculo que propone Ferreras en La Sexta. También dio rienda suelta a aquello de inesperado que la ficción no puede ofrecer: pocos guionistas podrían imaginar tramas como las que han ocurrido en ese plató, con la articulación de personajes populares bizarros pero reales que escapan a la imaginación, como Belén Esteban y otros personajes menos ejemplares. Y diría más, creó inconscientemente un género impuro e invertido: lo real devenido ficción, justo al revés de lo que muchos géneros pretenden”. Ana María González Neira, profesora de la Universidad de A Coruña especializada en audiencias, destaca cómo el programa maneja la narrativa. “Lo comparo con las telenovelas: no me cuentan nada nuevo pero me tienen atrapada delante de la pantalla. Van creando necesidades. Y han hecho muy bien toda la parte de realización del programa, replicar el ambiente de la mesa camilla popular. Ha roto con los tiempos y la manera de hacer un programa y han manejado muy bien el espectáculo para darle un aire popular y fomentar la identificación”.
Profesionales de la industria audiovisual ajenos a Sálvame y su productora, La Fábrica de la Tele, destacan también sus aportaciones. “Se pierde el mejor ejemplo de lo que ha sido la televisión en directo. Con Sálvame se muere un poco la tele tal y como la conocemos”, sentencia Sergio Sarria, creador de series como Nasdrovia y Dos años y un día. “Vamos hacia una tele muy enlatada y guionizada, y Sálvame tiene la magia de la tele, el concepto de sorpresa. Aquí puede suceder una conexión con María Patiño en su casa con una chinchilla enredada en el pelo. Desde el punto de vista del guion, ha sido vanguardia en muchas cosas que todos hemos copiado, especialmente en la edición de vídeos, los cebos, los rótulos…”, dice quien también fue guionista de El intermedio. Silvia Martínez Alcalde, guionista del programa de Telemadrid 120 minutos y que trabajó en Salsa rosa, uno de los espacios de crónica social que precedieron a Sálvame, considera que “se ha cargado una frase muy escuchada en la profesión, esto de ‘eso no lo entiende mi abuela’. El programa ha roto el cliché de lo que se espera de la audiencia o lo que le puedes decir o no. Y a la vez, aunque no del todo, ha quitado algo de tono reaccionario y rancio al corazón”.
Vamos hacia una tele muy enlatada y guionizada, y ‘Sálvame’ tiene la magia de la tele, el concepto de sorpresaSergio Sarria, guionista
“Hacía frente a la extrema derecha, la homofobia, la violencia machista… Ha hablado de ello sin tapujos y ha sido más frentista que otros espacios donde sí dan cabida a posturas que nos podemos arrepentir en el futuro. No recuerdo a nadie como Jorge Javier Vázquez posicionarse tan claramente como con que ‘este es un programa de rojos y maricones”, añade Sarria. Nia Sanjuán, directora de programas como OT o Traitors España, destaca su autoconciencia y el carácter de pura evasión del formato: “Todos queremos ser trascendentes, relevantes y tener un discurso, y a veces nos olvidamos del divertimento. Sálvame ha conseguido todo eso siendo desacomplejado, riéndose de sí mismo y sin ponerse demasiado intenso. Eso me parece muy generoso de cara al espectador. Admiro su capacidad de transitar de la tragedia a la comedia, pasar de forma natural del llanto desgarrador al baile chuminero”.
Cristóbal Garrido, creador de series como Días mejores o Reyes de la noche, comenta su frescura y el tono cómico e imprevisible. “Recuerdo aquel primer verano de Sálvame, donde tenías la sensación de que podía pasar cualquier cosa. De repente, Sonia Monroy se levantaba y echaba a andar y la cámara la sigue y la sigue y la sigue, es algo que no se había visto”. Uno de los argumentos que suelen aportarse para defender Sálvame es su función de acompañamiento de los espectadores. “Yo no compro mucho ese discurso”, responde Garrido. “Todo hace compañía a la gente, y se pueden buscar mejores compañías. Era muy divertido, pero tenía muchas cosas cuestionables y tóxicas”, comenta.
¿Qué televisión viene después de Sálvame? ¿Y qué Telecinco quedará ahora? “Yo veo una travesía por el desierto. No puedes pasar de repente de Sálvame a otro formato hiperexitoso”, reflexiona Cristóbal Garrido. “Creo que lo que venga será barato, no creo que vayamos a nada espectacular”, añade. Para González Neira, el verano hará que los resultados inmediatamente posteriores al final no sean significativos. “Va a ser un golpe importante hasta que consigan vertebrar la cadena. Tampoco veo que Mediaset tenga una línea clara de por dónde van a ir los tiros, les veo dando bandazos. Y los gustos ahora son muy volátiles, la fidelización de la audiencia es hipercomplicada”, añade la profesora. Diana Aller considera que el canal quiere mantener una línea similar a la que ya seguía, con realities y corazón. “Están aferrados a una fórmula envejecida. Es un lavado de cara pero virando hacia la derecha y a pensar menos todavía”.
Puedes seguir EL PAÍS TELEVISIÓN en Twitter o apuntarte aquí para recibir nuestra newsletter semanal.