‘We Are Lady Parts’: cómo ser una punk sin quitarse el velo

La miniserie, en Filmin, es una mirada irónica al choque entre la tradición y la rebeldía juvenil en la comunidad islámica de Londres. Hay muchas formas de ser mujer, joven y musulmana

Las cinco protagonistas de la serie 'We Are Lady Parts'

El personaje más provocador de We Are Lady Parts, la miniserie inglesa sobre una banda de punk formada por jóvenes musulmanas, es la que hace de manager. Lleva velo integral, con solo los ojos a la vista, lo que no le impide vapear y fumar porros sin destaparse; en su muñeca hay una pulsera de tachuelas. Vende lencería y es la más insolente. Las otras cuatro no se cubren tanto: dos con pañuelo en el pelo, una no y otra depende. Fuera estereotipos: son mujeres independient...

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El personaje más provocador de We Are Lady Parts, la miniserie inglesa sobre una banda de punk formada por jóvenes musulmanas, es la que hace de manager. Lleva velo integral, con solo los ojos a la vista, lo que no le impide vapear y fumar porros sin destaparse; en su muñeca hay una pulsera de tachuelas. Vende lencería y es la más insolente. Las otras cuatro no se cubren tanto: dos con pañuelo en el pelo, una no y otra depende. Fuera estereotipos: son mujeres independientes, trabajadoras y feministas. Una es carnicera (y la más arisca), otra es conductora de Uber (y lesbiana), otra es ilustradora (y madre). Porque hay muchas formas de ser joven, mujer y musulmana en Londres, como en cualquier lugar. Hay diversidad, claro, también dentro de las minorías. La directora, Nida Manzoor, lo sabe bien: es de origen paquistaní, llegada al Reino Unido a los 10 años.

En seis capítulos cortos, disponibles en Filmin, hay una mirada irónica al choque entre la tradición y la rebeldía juvenil, nada nuevo si no fuera porque se mete en el contexto del islam establecido en Occidente. Estas chicas no son inmigrantes —si acaso lo fueron sus padres o abuelos— y quizás no hayan pisado los países de origen de la familia. Ellas, como la serie, desafían tanto los prejuicios de los demás como algunas costumbres que encajan mal en la Europa secular y de las que no dudan en burlarse.

Como en la también desvergonzada Derry Girls, es fácil empatizar con estas jóvenes ansiosas de experimentar. Da juego esa tensión entre lo que una quiere hacer con su vida y lo que se supone que debe hacer. Amina, la protagonista, es a priori la más modosita de la banda: estudia microbiología, da clases de guitarra a niños, nunca ha actuado en público y se siente bloqueada por la timidez. Con todo, su intención es casarse: sus padres la acompañan a concertar un noviazgo, lo que no sale bien, aunque a la vez ella se mueve en una app de citas. Al mismo tiempo ayuda a su mejor amiga a organizar su boda. Oculta a su entorno, conservador y religioso, que se ha enrolado en una banda de punk.

No esperen un análisis profundo de las aristas de la multiculturalidad, que esto es una comedia actual sin tantas pretensiones. Total, debatir sobre eso no sirve de mucho: nuestra sociedad ya es muy diversa y no va a dejar de serlo. Las series pueden y deben reflejarlo con naturalidad y sin rezumar moralina. No es ya que estas chicas sean como nosotros. Es que son nosotros.

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