Ricardo Gómez: “Nunca he estado de moda. Mola más”
El intérprete da vida, en la nueva serie ‘La Ruta’, a uno de los testigos de aquel huracán de vanguardia valenciano
Ricardo Gómez (Collado Villalba, 28 años) pasa frío estos días. No tanto por los precios de la calefacción, sobre los que no se pronuncia, sino porque ha perdido buena parte de su grasa corporal. El actor, cuya cara es tan archiconocida en España que tal vez ni haga falta concretar por qué serie, ha estado sometido a un estricto régimen para un papel que empezará a interpretar el lunes. “Me pidieron que me pusiera fuerte, un poco lo contrario a mí. Comer much...
Ricardo Gómez (Collado Villalba, 28 años) pasa frío estos días. No tanto por los precios de la calefacción, sobre los que no se pronuncia, sino porque ha perdido buena parte de su grasa corporal. El actor, cuya cara es tan archiconocida en España que tal vez ni haga falta concretar por qué serie, ha estado sometido a un estricto régimen para un papel que empezará a interpretar el lunes. “Me pidieron que me pusiera fuerte, un poco lo contrario a mí. Comer mucho, entrenar mucho: lo antiyo”, explica, agitando la cabeza entre dos hombros que se ven, efectivamente, más anchos. Mientras rueda esta serie, Gómez presenta la gran apuesta crítica de la temporada, La Ruta, de Atresmedia Player Premium, donde recrea las luces (estroboscópicas) y sombras del huracán de vanguardia valenciano que fue la Ruta del Bakalao.
Pregunta. ¿Le pregunto por la dieta o para qué hacer sangre?
Respuesta. He descubierto que al principio puedes comer mucho, lo que quieras, “mientras entrenes mucho, tú come de todo”, te dicen. Ahora ya se acerca el rodaje y me han quitado los hidratos pero no el entrenamiento, porque queremos recoger la cintura. La cámara todo lo multiplica.
P. ¿Y esta segunda parte qué tal?
R. Es que te retiran el alcohol, las comidas de puta madre, te quedas en casa viendo cine y leyendo. Eso está bien un rato pero joder… Esos han sido mis dos últimos meses.
P. ¿Se lo ha pasado bien?
R. Me lo paso bien de cañas también.
P. ¿Haberse caído en la marmita de la familiaridad cuando era pequeño le permite desaparecer y no pasar de moda?
R. Es que nunca he estado de moda. Nunca he sido portada, ya sabes, de las revistas guays. Soy el de las páginas centrales, con una entrevista de dos páginas. No tengo millones de seguidores en Instagram, tengo 200.000, que hace diez años serían muchos, pero hoy, si sales en series que lo petan en todo el mundo o te dedicas solo a las redes, puedes tener barbaridades. Y todo eso mola más. Puedo ir más despacio, elegir mejor.
P. Así, no ha cumplido ni los 30 y lleva más años trabajados que actores retirados.
R. Veintidós años. Todavía me parece que lo importante es no confiar en la experiencia, en las horas de vuelo delante de la cámara. Ahora voy a empezar un proyecto y estoy agobiado.
P. En La Ruta hace de algo que no es, valenciano, y de algo que sí es, amigo de Àlex Monner.
R. Hay una historia aquí. Àlex Monner y yo rodamos hace unos años una serie en Galicia, Vivir sin permiso (2018), en la que hacíamos de pareja, y sin ser tan amigos, decidimos que la productora no nos pusiese dos pisos, sino coger uno más grande y vivir juntos. Pasábamos las madrugadas de charla y siempre decíamos que hacía falta una serie sobre la Ruta del Bakalao, que era uno de los acontecimientos nacionales que no habían llegado a la ficción. Desde entonces era muy recurrente la broma de la serie sobre la Ruta. Hace un año y medio, igual más, me enteré de que Caballo Films [Antidisturbios] la iba a hacer. Llamé a Àlex: “No te lo vas a creer”...
P. Y ya de cabeza.
R. Hubo un primer proceso en que querían que todo el reparto fuese valenciano, así que me olvidé del tema. Luego cambiaron de opinión, abrieron el casting y un día me dijeron que me querían ver. ¡Y a Álex también!
P. Por fingir ser valenciano no, pero, ¿sabe que ahora en según qué redes le afearían haber interpretado, en Vivir sin permiso u otros proyectos, a un personaje gay siendo usted heterosexual? Como el chaval de Heartstopper.
R. Hay cosas que tiene sentido limitar en la interpretación. Ha quedado muy atrás pintarte la cara de negro para hacer de negro. Pero la idea de que solo puedas interpretar personajes que se acuestan con la gente con la que tú te acuestas es muy delicada. Da a entender que todo el mundo debe saber con quién te acuestas tú. Como se me presume hetero, solo puedo hacer de heteros, pero la gente no tiene ni idea. ¿Tengo que confesar mi condición sexual para trabajar?
P. ¿Es un caso distinto a los personajes trans y racializados?
R. En la ficción, hay una representación reducida de la transexualidad y de la raza, sea la que sea. No tiene sentido no dar papeles a actores o actrices transexuales o negros, o chinos o lo que pida el guion. Veríamos muy raro que me pusieran unas prótesis en los ojos para hacer de asiático. Lo que tiene que ver con la sexualidad lo considero un terreno un poco más privado.
P. Tuvo el papel grande al principio y ahora va a por los raros: es nuestro Benjamin Button.
R. Con el tiempo, creo que he ido perfilando el criterio de dónde me quiero involucrar. Es muy complicado hacer una carrera estando exclusivamente como actor en proyectos que te gustaría ver como espectador. A veces puede ser enfermizo. Yo nunca he visto una peli de terror, no me gusta que me asusten, pero me fliparía hacer una.
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