El ‘hielogate’ y el alarmismo informativo
Enrocados en el cuanto peor, mejor para las audiencias, los programas informativos han mutado las habituales serpientes de verano en dragones de Komodo tan indisimuladamente que han acabado cayendo en la parodia
Hace algunos agostos trascendió que en una iglesia de Ceuta había entrado el dios hindú Ganesh, portado en parihuelas y al son de una salve rociera entonada por los desprejuiciados parroquianos. Esta suerte de Alianza de las Civilizaciones en edición de bolsillo, que aderezada con un par de subtramas sería una comedia costumbrista por la que habrían suspirado los estudios Ealing, está en YouTube y es mi antidepres...
Hace algunos agostos trascendió que en una iglesia de Ceuta había entrado el dios hindú Ganesh, portado en parihuelas y al son de una salve rociera entonada por los desprejuiciados parroquianos. Esta suerte de Alianza de las Civilizaciones en edición de bolsillo, que aderezada con un par de subtramas sería una comedia costumbrista por la que habrían suspirado los estudios Ealing, está en YouTube y es mi antidepresivo de emergencia. Cuando necesito subir la dosis me hago una sesión doble con el vídeo del reportero de Telemadrid que se echa a las calles en busca de gresca contra el Madrid Central de Carmena para encontrarse con que la ciudadanía se afana tercamente en preferir el aire puro a una enfermedad pulmonar crónica.
Como la magia del directo juega malas pasadas a las líneas editoriales, los redactores son cada vez más cautos y precisos. Esta semana han logrado proezas: desde gallegos quejándose por interiores a 27 grados, cuando en el norte miramos los aires acondicionados con la misma extrañeza que Johnny Weissmüller los ascensores en Tarzán en , hasta lamentos que ya son antología del disparate: “suben los hielos, pero no los sueldos”, clama una transeúnte en el informativo de Antena 3, porque la revolución será en copa de balón o no será y a falta de una gran competición deportiva este verano por qué no las olimpiadas de la insolidaridad en prime time.
Enrocados en el cuanto peor, mejor para las audiencias, los programas presuntamente informativos han mutado las habituales serpientes de verano en dragones de Komodo, tan indisimuladamente que han acabado cayendo en la parodia; que nos hayan vendido el fin del mundo cada semana a mí personalmente me ha dejado sin fuerzas para enfrentar el hielogate. Al menos no sin recomponerme antes con una dosis de salves a Ganesh.
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