La profecía de ‘Borgen’

En un alarde de “haz lo que yo digo, no lo que yo hago”, ‘Borgen’ fue sobadísima por nuestros políticos, por la moderación y la capacidad de negociación con contrarios de su protagonista. Veremos quién dice ahora “esta boca es mía”. La de Birgitte, claro

Tráiler de la nueva temporada de 'Borgen'.

La profecía televisiva no es solo patrimonio de Los Simpson o de los King —The Good Wife y The Good Fight han demostrado tener un don para la clarividencia que ya querría para sí Aramis Fuster—. Ahora también la ejerce Adam Price. Ha vuelto ...

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La profecía televisiva no es solo patrimonio de Los Simpson o de los King —The Good Wife y The Good Fight han demostrado tener un don para la clarividencia que ya querría para sí Aramis Fuster—. Ahora también la ejerce Adam Price. Ha vuelto Borgen, su serie más conocida, nueve años después de su final. En Borgen: reino, poder y gloria (Netflix) Birgitte Nyborg ahora es ministra de Asuntos Exteriores bajo el mandato de una nueva jefa de gabinete —siempre hay alguien más joven y hambriento bajando la escalera del hemiciclo del Folketing detrás de ti— con la que no se lleva bien.

La cartera de Nyborg es la que es porque el conflicto que aborda la temporada tiene que ver con política internacional: después del descubrimiento de petróleo en Groenlandia, Dinamarca debe decidir si apoyar o no esa inminente explotación. Curioso que Nyborg, de un partido de centro, se oponga por el impacto medioambiental, mientras que la primera ministra, de un partido de izquierdas, la defienda. La cosa se complica con un hipotético conflicto con Rusia y con China con intereses comerciales de por medio.

No es la primera serie que aborda el asunto de los recursos energéticos y Rusia. Ahí está Occupied (Amazon Prime Video), la serie noruega de 2015 en la que Rusia, con el beneplácito de la UE y de Estados Unidos, invadía Noruega después de que el país se negara a seguir extrayendo petróleo y gas a causa del cambio climático. Pero en cuanto a alianzas geopolíticas Price es mejor adivino.

En un alarde de “haz lo que yo digo, no lo que yo hago”, Borgen fue sobadísima por nuestros políticos, por la moderación y la capacidad de negociación con contrarios de su protagonista. Veremos quién dice ahora “esta boca es mía”. La de Birgitte, claro

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