La alegría de vivir en la ‘belle époque’ (de ‘Lo de Évole’)
Volver a esa película de Oscar es volver a un lugar feliz, algo de lo que se empapa este estupendo especial de La Sexta, que ha reunido a Fernando Trueba, Penélope Cruz, Maribel Verdú, Ariadna Gil y Miriam Díaz Aroca
En una secuencia de Belle époque, sus tres hermanas acompañan a Clara (Miriam Díaz Aroca) a visitar la tumba de Higinio, su marido. Mientras Rocío (Maribel Verdú) les confiesa que ha invitado a Fernando (Jorge Sanz) a pasar el verano con ellas y bañarse en el río, Clara suspira por la memoria su difunto esposo, que se ahogó en esas aguas. “Ay, cada vez que me acuerdo…”. Entonces Luz (Penélope Cruz), la más joven de las cuatro, se acerca a ella y muy resolutiva le recomienda: “Pues no te acue...
En una secuencia de Belle époque, sus tres hermanas acompañan a Clara (Miriam Díaz Aroca) a visitar la tumba de Higinio, su marido. Mientras Rocío (Maribel Verdú) les confiesa que ha invitado a Fernando (Jorge Sanz) a pasar el verano con ellas y bañarse en el río, Clara suspira por la memoria su difunto esposo, que se ahogó en esas aguas. “Ay, cada vez que me acuerdo…”. Entonces Luz (Penélope Cruz), la más joven de las cuatro, se acerca a ella y muy resolutiva le recomienda: “Pues no te acuerdes”. Mírala, qué fácil.
Como explica Fernando Trueba en un programa de Lo de Évole que le ha reunido con Penélope Cruz, Ariadna Gil, Maribel Verdú y Miriam Díaz Aroca para celebrar el trigésimo aniversario de la película, Belle époque es una oda al disfrute y a la libertad individual. Desde estos años veinte tan resabiados y conscientes de su amarga realidad que hasta hemos podido tener un programa titulado irónicamente Los felices veinte, volver a Belle époque es volver a un lugar feliz, algo de lo que como homenaje a la película —incluso argumental— se empapa este estupendo Lo de Évole.
No faltan preguntas que hoy parecen imprescindibles en cualquier entrevista, #MeToo y salud mental mediante, tampoco se prescinde de las inseguridades de cuatro actrices con fortunas muy diferentes, pero de fondo hay otra cosa que ejemplifica muy bien el castin de Penélope Cruz para la película —Fernando Trueba no quería ni ver una prueba suya y Katrina Bayonas consiguió colársela—, un talento y un amor por un oficio que no hay premios Oscar suficientes para recompensar.
Bañarse en el río, apretarse un cocido, travestirse, bailar, compartir amante, cantar una zarzuela y reírse de los beatos y del temor de Dios. No vivimos en los felices años veinte, pero conviene aplicarse el inocente consejo de Luz de vez en cuando. Que cada cual se haga como pueda su belle époque. Así de fácil.
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