‘Salvados’: del bar de Iglesias y Rivera al café con Ayuso
Las estrellas de la nueva política que debatieron con Évole hace seis años ya son pasado. Gonzo no cometerá el error de no tomarse en serio a la triunfadora presidenta de Madrid
Se había subestimado el atractivo de los bares abiertos para una ciudadanía cansada de restricciones en un Madrid sin apenas señas de identidad, que idealiza el hedonismo desde la Movida y cuya bandera parece inspirada en la Mahou Cinco Estrellas. Tezanos había minusvalorado ...
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Se había subestimado el atractivo de los bares abiertos para una ciudadanía cansada de restricciones en un Madrid sin apenas señas de identidad, que idealiza el hedonismo desde la Movida y cuya bandera parece inspirada en la Mahou Cinco Estrellas. Tezanos había minusvalorado en los sondeos del CIS el tirón del fenómeno que él mismo llamaba, en un artículo en Temas para el debate, la “tabernidad”, etiqueta para ridiculizar una de las banderas de la derecha triunfal.
Hace seis años, que se han hecho largos porque ha pasado de todo, Jordi Évole reunió para Salvados en un bar de barrio —Tío Cuco, en Barcelona— a Pablo Iglesias y Albert Rivera, estrellas emergentes de la nueva política. Creíamos estar ante los líderes del futuro a izquierda y derecha, pero no: Iglesias y Rivera ya son pasado. Évole lo recordaba así ayer: “Todo va muy rápido. ¿Demasiado? La política se ha convertido en una trituradora”.
Salvados (La Sexta), ahora conducido por Gonzo, anuncia para este domingo un programa empotrado en la campaña de Isabel Díaz Ayuso. En el avance vemos, en una cafetería, al reportero decirle a la presidenta de Madrid: “Me cuesta creer que no se dé cuenta, o que no calcule, que mientras se habla de la anécdota no se habla de su gestión”. Ella responde con su conocido desparpajo: “Entonces me llevo el papel, leo las propuestas y nos vamos todos para casa”.
No se espera de Gonzo que caiga en el error de tantos que no se tomaron en serio a Ayuso mientras dominaba la campaña. Porque ella supo sortear el examen a su gestión, tan cuestionable, y colocar sus mensajes amables sobre ese lugar con las tiendas y los bares abiertos, donde vives como quieres, donde no vas a encontrarte con tu ex. Lo fácil era la burla, a ella y a sus votantes; menos obvio es entender cómo conectó con tanta gente.
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