Las pantallas no atontan a los niños
Es un lugar común tan arraigado que han hecho falta años de investigación para desmentirlo
Qué peso me ha quitado de encima el psicólogo Wallace E. Dixon Jr., profesor de la universidad estatal Tennessee Este y uno de los autores del estudio bellamente titulado Desafío del vínculo entre la exposición a la televisión en la primera infancia y los problemas de atención posteriores. Tranquilos, padres del mundo: no estáis volviendo idiotas a vuestras criaturas al ponerles Peppa Pig en bucle. Los científicos que acaban de publicar este trabajo en Psychological Science no han encontrado la menor relaci...
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Qué peso me ha quitado de encima el psicólogo Wallace E. Dixon Jr., profesor de la universidad estatal Tennessee Este y uno de los autores del estudio bellamente titulado Desafío del vínculo entre la exposición a la televisión en la primera infancia y los problemas de atención posteriores. Tranquilos, padres del mundo: no estáis volviendo idiotas a vuestras criaturas al ponerles Peppa Pig en bucle. Los científicos que acaban de publicar este trabajo en Psychological Science no han encontrado la menor relación causal entre empapuzarse de tele y pantallicas y la aparición de trastornos de aprendizaje o de concentración. Si los niños se alelan más tarde se debe a otras razones, que nunca faltan.
El aserto es contundente porque refuta por completo un estudio de 2004 que ya había sido refutado poquito a poco por otros psicólogos, pero sigue citándose como fuente de autoridad por esos que saben educar a tus hijos mejor que tú. La idea de que la tele atonta es un lugar común tan arraigado que han hecho falta años de investigación para desmentirlo. Dice el profesor Dixon Jr.: “Es importante ser escéptico ante hallazgos devastadores formulados como ‘algo que hace todo el mundo daña a nuestros hijos’. Las afirmaciones extraordinarias requieren pruebas extraordinarias”. Alabado sea Dixon Jr., que insiste en que el estudio de 2004 tenía sesgos y agujeros por doquier.
Tampoco es cuestión ahora de que les dejemos viendo lo de Rocío Carrasco mientras teletrabajamos, pero se agradece que alguien, desde la tribuna académica, le quite un poco de hierro a este apocalipsis y acalle un ratito a los moralistas pedagógicos. Entre un padre que hace lo que puede y un pelma que lo señala con dedito acusador de arzobispo hay que ponerse siempre del lado del padre, y está bien que el señor Dixon Jr. y su equipo aporten munición defensiva.
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