2020, crónica de una muerte anunciada
Si la poesía es un arma cargada de futuro, como cantó Gabriel Celaya, los archivos videográficos son una bomba del presente. Y en ‘Death to 2020′, los recuerdos televisivos son demoledores
Tras ver en Netflix Death to 2020, el resumen del año traducido castizamente en castellano A la mierda el 2020, lo primero que sorprende es que un disparatado Donald Trump no hubiera prohibido el uso de las videotecas bajo pena de prisión. Si la poesía es un arma cargada de futuro, como cantó Gabriel Celaya, los archivos videográficos son una bomba del presente. Y en Death to 2020, los recuerdos televisivos son demoledores.
Contemplar, por ejemplo, a ...
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Tras ver en Netflix Death to 2020, el resumen del año traducido castizamente en castellano A la mierda el 2020, lo primero que sorprende es que un disparatado Donald Trump no hubiera prohibido el uso de las videotecas bajo pena de prisión. Si la poesía es un arma cargada de futuro, como cantó Gabriel Celaya, los archivos videográficos son una bomba del presente. Y en Death to 2020, los recuerdos televisivos son demoledores.
Contemplar, por ejemplo, a un nutrido grupo de energúmenos trumpistas aporrerar las cristaleras de la Oficina del Departamento Electoral de Detroit al grito de “parad de contar”, mientras los funcionarios recontaban manualmente los votos de las elecciones presidenciales, es el elogio del autoritarismo, ese despreciable concepto de la política enarbolado por Trump desde el comienzo de su mandato hasta el último día del mismo.
Death to 2020 es una mezcla de documental y ficción creado por Charlie Brooker y Annabel Jones, dos de los guionistas de la sorprendente serie Black Mirror. El poderío de la plataforma les ha permitido contar con la participación de una serie de estrellas audiovisuales: un excelente Hugh Grant en el papel de un clásico y conservador historiador británico, una muy graciosa Lisa Kudrow como portavoz no oficial de la Casa Blanca, Tracey Ullman como la Reina Isabel I parte dos, quien recomienda la serie The Crown porque “es tan innovador ver un drama sensato sobre gente corriente viviendo una vida corriente” o un pragmático periodista, Samuel L. Jackson, entre otros.
Naturalmente la pandemia del coronavirus es la protagonista absoluta, y ahí están Trump y Boris Johnson para demostrar que se puede liderar un país desde la ineptitud absoluta. Humor británico y material de archivo: una bomba.