Políticos, periodistas y tuitstars: ¿qué grupo está más polarizado?
Las formas distintas en las redes que forman en Twitter estos tres grupos dan claves de cómo se relacionan entre ellos
Los tres grupos principales que contribuyen a formar la opinión pública tienen en redes estructuras internas muy distintas. Los políticos españoles del Congreso y el Senado están muy pendientes de seguir solo a sus compañeros de partido, con sus líderes haciendo de capitanes. Los periodistas, en cambio, forman un pelotón menos ligado a sus medios o teórica ideología. Y una selección de cuentas de tuiteros ilustres, anónimas o no, tiene una estructura de islotes aislados sin apenas puentes.
Los cuatro grafos incluidos en este artículo muestran las relaciones creadas a partir de a quién s...
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Los tres grupos principales que contribuyen a formar la opinión pública tienen en redes estructuras internas muy distintas. Los políticos españoles del Congreso y el Senado están muy pendientes de seguir solo a sus compañeros de partido, con sus líderes haciendo de capitanes. Los periodistas, en cambio, forman un pelotón menos ligado a sus medios o teórica ideología. Y una selección de cuentas de tuiteros ilustres, anónimas o no, tiene una estructura de islotes aislados sin apenas puentes.
Los cuatro grafos incluidos en este artículo muestran las relaciones creadas a partir de a quién sigue y los seguidores de cada cuenta dentro de cada comunidad. Las figuras centrales son más populares mientras que el resto se agrupa por conexiones: cercanía en el espacio implica afinidad. Así, por ejemplo, se ve cómo en el Congreso los políticos del PSOE tienen cerca a los de Unidas Podemos porque hay vínculos estrechos entre los partidos, igual que entre las formaciones que suelen votar juntas. La posición de Pedro Quevedo, de Nueva Canarias; Sergio Sayas, de Unión del Pueblo Navarro, o Marta Martín Llaguno, de Ciudadanos, da una idea de cómo se colocan ellos y sus partidos en el arco parlamentario.
EL PAÍS ha elaborado estos grafos con el software de la empresa Graphext. Cada una de las muestras originales tienen una validez distinta. Los políticos del Congreso y del Senado son todos los que tienen cuentas en Twitter, según una lista elaborada por el analista de redes David Álvarez. Los 618 periodistas proceden de la mezcla de una lista de Álvarez para seguir a política española y de otra elaborada por Graphext. “En las redes sociales unos pocos nodos conectan a casi toda la red en pocos saltos. A estos nodos superconectores se les conoce como hubs”, dice Victoriano Izquierdo, cofundador de Graphext. “Para mapear una parte de la red, a partir de estos hubs conocidos como semillas se van añadiendo las conexiones más comunes, descartando cuentas fuera de su micromundo de tal modo que cada vez las sugerencias para añadir van siendo más de nicho.”
Este mismo método se ha usado en la red de tuiteros, elaborada por EL PAÍS. Es la menos representativa y es solo una muestra estratégica basada en dos conceptos: líderes de opinión con alrededor o más de 5.000 seguidores y menciones habituales a temas sociopolíticos. A pesar de ser el gráfico con menos pretensiones y menos comparable al resto, puede ilustrar cómo se relacionan entre sí los nativos en redes respecto a periodistas y políticos.
Durante la elaboración de las listas, EL PAÍS ha consultado con un grupo de investigadores sociales la validez de esta aproximación. El consenso es que, a pesar de sus limitaciones, cada vez es más necesario entender las relaciones en redes para explicar cómo funciona una sociedad. “La comparativa de los patrones que caracterizan las relaciones entre periodistas, políticos y líderes de opinión, es interesante porque subraya las claras diferencias que rigen les interacciones entre estos grupos”, dice Sílvia Majó-Vázquez, investigadora del Reuters Institute en la Universidad de Oxford.
Twitter suele ser la red más analizada porque es la única que ofrece este nivel de acceso a sus datos. Pero a menudo su falta de penetración ha llevado a criticar su falta de representatividad. Twitter no es el mundo real, se dice. Pero para el ámbito político-periodístico es cada vez menos así. Y más en la época de Donald Trump y en un país como España, donde es una red bastante utilizada para compartir noticias.
“Trabajo mucho con redes de Twitter desde hace años. Al principio debía explicar por qué era importante investigar esto. Pero cada vez menos”, dice Majó-Vázquez. “Es evidente que Twitter no tiene la penetración de Facebook. Mucha más gente usa Facebook para informarse pero no hemos de despreciar en países como España la penetración de Twitter como fuente de información. En España un 20% de ciudadanos accede a noticias vía Twitter. Es la mitad que Facebook, pero es un 20%”, añade.
Un artículo científico reciente sobre retuits entre partidos políticos de 26 países muestra el mismo tipo de estructura de red para políticos españoles que mirando a seguidos y seguidores. Los autores del artículo usan el Congreso español como ejemplo de “país dividido”. ¿Implica esto necesariamente que España es un modelo de polarización política? No necesariamente, dice una de las coautoras. “La falta de retuits entre partidos no significa necesariamente polarización, lo que suele inferir algún tipo de conflicto entre partidos”, dice a EL PAÍS Livia van Vliet, coautora del artículo e investigadora de la Universidad de Ámsterdam. “Solo porque no se retuiteen no significa que no estén de acuerdo. La red de retuits puede estar relacionada con la red de amistades o quizá con el sistema político, donde los sistemas proporcionales bajan las barreras de entrada para nuevos partidos y puede hacer más difícil que los partidos encuentren terreno en común”, añade.
Como Van Vliet, Majó Vázquez también cree que necesitamos más certezas para hablar de polarización clara. “La estructura parecería compatible con un entorno fragmentado en el que la polarización sea más prominente. Pero para poder afirmar esto con más certeza, el análisis debería ir más allá y mirar el posicionamiento sobre los temas comunes, los retuits conjuntos que hacen o la percepción sobre el otro que tienen”, añade.
Este tipo de redes refleja la jerarquía habitual en los partidos españoles: “Si tenemos una organización muy vertical o jerarquizada, como el PP o en cierta medida el PSOE, eso también se refleja en internet y en como ellos se relacionan en la red”, dice Majó. Este orden interno hace que sea posible estudiar disidencias a través de la red. “Hay artículos científicos que explotan el hecho de que los políticos son cuentas ‘públicas’ para estudiar los conflictos intrapartido precisamente porque todos esperan que los políticos sigan al líder, el hecho de ser disidente en Twitter transmite información sobre conflictos”, dice Gonzalo Rivero, investigador social y autor reciente de Retooling politics.
El modo colmena en qué están agrupados los periodistas tampoco implica necesariamente que sea una comunidad comprensiva con las opiniones de los demás. Ese tipo de estructura puede tener beneficios naturales para la imagen que los periodistas quieren dar de sí mismos. “Entre los periodistas puede darse un mayor corporativismo, que es lógico porque tienen más intereses comunes como colectivo que los políticos”, dice Carol Galais, investigadora de la Universitat Autónoma de Barcelona. “También por una cuestión de pragmatismo (acceder a información, redes o contactos que puedan facilitar otro trabajo) a un periodista le interesa estar conectado y tener amigos hasta en el infierno si hace falta, y además la heterofilia, estar en una red con alta variabilidad ideológica da una apariencia de neutralidad que es un recurso y un valor en la profesión. Esto mismo, de manera pública entre los políticos, se consideraría un precursor de transfuguismo, es decir, de traición”, añade. Eso no significa que los medios más polarizados que sus reporteros.
Los políticos sacan beneficios por tanto de parecer un bloque con su partido en Twitter, aunque luego no lo sean en realidad, y los periodistas tienen incentivos naturales para escoger a quienes siguen, aunque sigue detectándose en el gráfico afinidad con quienes están más cerca. Las murallas con otros medios, en cambio, no son tan altas como las que construyen los partidos. Los estudios dicen que tanto políticos como periodistas se parecen más entre ellos que con el resto de la población. “Los periodistas forman grupos sociales muy cohesionados con sus colegas periodistas”, dice Majó-Vázquez, y cita evidencia científica donde se ve que muchos periodistas indican como “mejores amigos” a otros periodistas. Aunque en políticos también puede darse esa cercanía en privado, hay menos incentivos para empezar a seguir en Twitter a diputados de partidos opuestos.
Además de para ver cercanías o lejanías curiosas, el grafo de los periodistas puede servir para ver la importancia de la televisión, de la política, la centralidad de los periodistas que trabajan en medios situados en Madrid o incluso cuestiones de género, según los científicos sociales.
¿Qué pasa con la política, el humor y las redes? La última red es la más endeble pero sirve para hacerse una idea de la estructura que pueden tener las cuentas políticas, anónimas o no, nacidas y crecidas en una red donde la polémica y las risas a costa de los rivales progresistas o conservadores tienen premio en forma de retuits y nuevos seguidores.
Galais describe de manera muy clara la diferencia entre el panorama de incentivos de un periodista y una estrella de Twitter: “Los tuiteros actúan como bases anabolizadas de partidos, sin nada que perder, a menudo ocultos tras seudónimo (con lo que ni siquiera su prestigio o reputación está en juego)”, dice. “Algunos tienen en común con los medios el hecho de alimentar a su audiencia en base al conflicto, que a menudo contribuyen a azuzar. La mayoría de profesionales de medios de comunicación no pueden entrar en ese juego de manera tan explícita, tienen que mantener una apariencia de neutralidad aunque estén escorados de facto y tengan una audiencia mayoritariamente de izquierdas o de derechas. Por norma general, los tuitstars no son representativos de nadie, y cualquier representante electo haría mal en dejarse llevar por lo que digan de él en redes como algo equivalente a una encuesta. Se ha visto, en el pasado reciente (como en el procés), cómo las campañas de pressing sobre algunos políticos con decisiones importantes que tomar tenían una repercusión casi inmediata sobre dichas decisiones; sin que se ponderase cuánta gente de verdad apoyaba dichas campañas”, añade.
Esta libertad absoluta de opinión sin que su reputación se vea afectada vinculada a los premios que la red ofrece si eres quien más grita de tu comunidad, puede verse en estas comunidades aisladas, donde solo algunas figuras llaman la atención desde los dos bandos. El mérito parece estar centrado en obtener aplausos de mi equipo a costa del rival, sin importar lo que diga o piense.
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