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Empleados del hospital de Torrejón recibieron la orden de reutilizar material sanitario de un solo uso

Las directrices consistían en esterilizar catéteres que solo pueden ser reacondicionados por empresas ajenas especializadas. Los denunciantes alertaron: “Esta acción no es legal”

Una de las instrucciones para aumentar beneficios en el hospital de Torrejón, público de gestión privada, fue la reutilización de productos sanitarios de un solo uso. Así lo denunciaron en el canal ético interno ...

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Una de las instrucciones para aumentar beneficios en el hospital de Torrejón, público de gestión privada, fue la reutilización de productos sanitarios de un solo uso. Así lo denunciaron en el canal ético interno los directivos que fueron despedidos y así consta en documentación a la que ha tenido acceso EL PAÍS, aunque una portavoz del grupo Ribera Salud, empresa que gestiona el hospital, niega que esta práctica se realice.

Todo se enmarca en los planes de Ribera Salud para aumentar sus beneficios, que salieron a la luz cuando este periódico publicó los audios en el que el consejero delegado de la compañía, Pablo Gallart, daba instrucciones de aumentar listas de espera y de seleccionar la actividad rentable para conseguir un ebitda (beneficio antes de intereses, impuestos, depreciaciones y amortizaciones) “de cuatro o cinco millones de euros”.

Tres miembros de la dirección asistencial del grupo y la gerente del hospital de Torrejón interpusieron denuncias en el canal ético que incluían estas órdenes, además de esterilizar catéteres de un solo uso. “Esta acción no es legal, por ficha técnica ese material no se puede reesterilizar”, se alertaba. Unos días después de interponer estas denuncias, estos cuatro firmantes fueron despedidos de Ribera Salud, aunque la empresa ha asegurado que las destituciones no tienen nada que ver con estos hechos.

Los catéteres a los que se refiere se utilizan, entre otros, para procedimientos de electrofisiología, y son una herramienta fundamental en cardiología intervencionista para el diagnóstico y tratamiento de las arritmias. Pueden llegar a costar más de 2.000 euros.

Se trata de un dispositivo con tubos muy finos, flexibles y con electrodos en la punta que se introduce por una vena o una arteria hasta el corazón para estudiar su actividad eléctrica desde dentro. En Europa, estos productos tienen un marcado CE de un solo uso.

Este tipo de material solo se puede volver a utilizar en hospitales si el reprocesamiento (incluyendo la limpieza, desinfección y todas las fases para su reutilización) las realiza un fabricante reprocesador que cumpla todos los requisitos que le son de aplicación (el reglamento 2017/745 el Real Decreto 192/2023).

Hasta 10 veces

Las instrucciones que ha recibido el personal del hospital de Torrejón, a las que ha tenido acceso este diario, van en sentido contrario. Consisten en esterilizarlas después de su uso hasta un máximo de 10 veces, siempre que estén en buen estado. Son directrices que se dieron dos semanas después de la reunión del 25 de septiembre en la que Gallart pidió a sus subalternos usar la “imaginación” para “identificar qué procesos no son contributivos para el EBITDA de la sociedad [rentables]”.

Según explica Ignasi Anguera, director de la Unidad de Electrofisiología del hospital de Bellvitge (Hospitalet de Llobregat), todos los catéteres de electrofisiología que se comercializan en Europa son de un solo uso, y solo hay una forma de reutilizarlos: enviarlos a una empresa que los reacondiciona y les vuelve a poner el sello CE de un solo uso.

“En la UE solo hay una, y está en Alemania. Algunos son descartados por requisitos de esterilidad, eficiencia técnica, mecánica. Al final, un porcentaje se puede reintroducir. Y esto, si cumplen los requisitos, se podría hacer varias veces, pero pocas, entre dos y cuatro, como mucho”, asegura Anguera.

El hospital de Bellvitge está inmerso en este plan de reutilización, que es habitual en otros países. Pero debe hacerse con este procedimiento tasado, con las debidas medidas de seguridad y, como expone el hospital, “mediante un sistema exhaustivo de limpieza y esterilización, junto con hasta una veintena de pruebas mecánicas, microbiológicas y visuales, entre otras”. El resultado final es un catéter con las mismas garantías, funcionalidades y marcado CE que uno nuevo, que vuelve así a incorporarse a la cadena de suministro hospitalaria.

En las denuncias interpuestas por medio del canal ético del grupo Ribera, los directivos despedidos alertaban de las “malas praxis” que podían comprometer la “salud de los pacientes”. Uno de ellos, el director médico de Ribera Salud, se despidió en un correo de una veintena de personas diciendo que no podía “ceder a la amenaza” de los directivos para hacer prácticas peligrosas para los usuarios del hospital.

Investigaciones en Torrejón

Ante las revelaciones que ha publicado EL PAÍS esta semana, el Ministerio de Sanidad ha comenzado una investigación para comprobar si se han producido irregularidades en el hospital de Torrejón de Ardoz. El consejero delegado de Ribera Salud, Gallart, se ha apartado de la gestión del centro, pese a que sigue ocupando su puesto en el grupo, que anunció una auditoría interna.

Algunas instrucciones de Gallart a sus mandos podrían ser incompatibles con la concesión que Ribera Salud recibió para gestionar el centro público, como la selección de procesos y el rechazo de pacientes “no cápita” costosos, es decir que no pertenecen a la población de influencia, unos 150.000 habitantes de Torrejón y algunas localidades cercanas.

El modelo de gestión en el que se basa el hospital fue inventado por el propio grupo Ribera Salud, que lo impulsó a finales de los noventa en la Comunidad Valenciana. Desde entonces se ha extendido a Madrid y Galicia, gobernadas también por el PP. Consiste en que la empresa construye el hospital y lo gestiona durante un periodo de tiempo ―30 años en el caso de Torrejón― a cambio de un canon fijo que paga la consejería de Sanidad por atender a una población determinada. Esto hace que cuanto menos dinero gaste en asistencia y cuánto más ahorre en procesos, mayor sea el beneficio.

A diferencia de otras concesiones, no hay un abono por servicios prestados: el canon cubre toda la actividad. A todos los efectos para los pacientes, el centro está integrado en la red pública. Sí recibe un ingreso extra por cada usuario “no cápita” que atiende, es decir, por los residentes en otras áreas de Madrid que piden acudir al hospital en virtud de la ley de libertad de elección de la Comunidad, que permite elegir centro y especialista.

El Gobierno madrileño ha inyectado 88 millones de euros adicionales al canon en los últimos cinco años a Ribera Salud para la gestión del hospital de Torrejón. A estos se suma un rescate adicional de 32,7 millones en julio tras una negociación en la que el grupo alegaba que sin este importe no podía hacer frente a las deudas adquiridas en su inversión en Madrid, que en 2022 alcanzaba los 124 millones de euros.

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