Fernando León, médico: “Yo era objetor a la ley de eutanasia, pero la lealtad al paciente me llevó a ayudarle a morir”

Un facultativo de atención primaria explica las razones que le llevaron a atender la petición de un enfermo de poner fin a su vida a pesar de su rechazo inicial a esta práctica

Fernando León, en la sede del congreso.Gianluca Battista

La vida de Fernando León (Bilbao, 57 años) dio un vuelco una mañana del mes de febrero de 2023. Dos años antes, cuando el Congreso de los Diputados aprobó la Ley de Eutanasia, este médico de familia del Centro de Salud San Juan de la Cruz, en Pozuelo de Alarcón (Madrid), inició un proceso de reflexión que le llevó a declararse objetor. Las razones para hacerlo fueron los “fundamentos cristianos” que han guiado su vida y la convicci...

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La vida de Fernando León (Bilbao, 57 años) dio un vuelco una mañana del mes de febrero de 2023. Dos años antes, cuando el Congreso de los Diputados aprobó la Ley de Eutanasia, este médico de familia del Centro de Salud San Juan de la Cruz, en Pozuelo de Alarcón (Madrid), inició un proceso de reflexión que le llevó a declararse objetor. Las razones para hacerlo fueron los “fundamentos cristianos” que han guiado su vida y la convicción de que la eutanasia iba en contra del juramento hipocrático. Esa mañana de invierno, sin embargo, un paciente le pidió ayuda para morir y, dos meses más tarde, León se la prestó. En unas pocas semanas, el facultativo había vivido un acelerado proceso que define como un “conflicto de lealtades” entre sus creencias personales y el compromiso con el paciente. “Lo importante no eres tú, sino el enfermo que te pide ayuda”, resume. Como él, cientos de médicos se han enfrentado a peticiones de eutanasia desde la aprobación de la ley, que hasta el fin de 2023 habían sido satisfechas en 686 ocasiones. Eutanasia: ven y prepárate para cuando tu paciente te pida ayuda para morir es el título de la sesión impartida este pasado sábado por León —que también es licenciado en Derecho—, junto con las también facultativas Esther Limón y Remedios Martín, en el congreso que la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (SemFYC) ha celebrado en Barcelona y que ha reunido a 2.000 profesionales.

Pregunta. ¿Cuál fue su primera reacción cuando el paciente le pidió ayuda para morir?

Respuesta. Me quedé paralizado, no me lo esperaba. Le conocía desde hacía muchos años, era un paciente con el que había desarrollado un vínculo más allá del meramente asistencial. No era algo que yo pensaba que iba a vivir porque me había declarado objetor. Había hecho la reflexión teórica, pero entonces ves que eso no tiene nada que ver con lo que ocurre cuando bajas al terreno personal. Lo primero que te preguntas es: ¿Por qué me toca esto ahora a mí? Pero casi a la vez empiezas a pensar en el enfermo, en cómo está y en cómo ha llegado a esa situación.

P. Es un poco un choque de voluntades, ¿no?

R. Sí, es un conflicto de lealtades. Yo tengo unos fundamentos cristianos y desde el punto de vista de la doctrina moral de la iglesia, la eutanasia es algo que va en su contra. Por eso me había declarado objetor. Y delante tienes a un paciente con el que tienes un compromiso, te pide ayuda y cumple absolutamente todos los requisitos que contempla la ley. ¿A qué debes ser más leal, a tus principios o a la función que tienes con él como médico de familia?

P. Y eso le llevó a cambiar sus principios...

R. No, no. Por eso digo que es un conflicto de lealtades, porque mis principios no cambian, siguen siendo los mismos. La cuestión es si debo ser más leal a ellos o a mi compromiso con el paciente.

P. ¿No se planteó la opción de que lo hiciera otro médico?

R. No era una buena opción para mí. Alguien me preguntó si iba a poder dormir después de ayudar a morir a mi paciente. Mi respuesta fue que no iba a dormir seguro si no le ayudaba, si me desentendía, si rompía una lealtad de años. Era obvio que si no lo hacía yo, lo iba a hacer otro médico, era un caso de libro según la ley. Pero si yo me quitaba de en medio, ¿dónde quedaba mi compromiso? En aquel momento me dije, ¿por qué le voy a cargar a otra persona, a otro compañero, el tener que ayudar a esta persona? Es mi paciente, lo ha sido durante mucho tiempo y me lo ha pedido a mí. Entonces es cuando te das cuenta que tus principios son importantes, pero que hay cosas que aún lo son más. Yo era objetor, pero fue la lealtad al paciente lo que me llevó a ayudarle a morir.

P. Es un poco como cambiar el foco, poner al paciente y sus necesidades en el centro...

R. Totalmente, ese es el proceso. Primero te miras a ti mismo, a lo que tú piensas y a cómo el proceso te afecta. Pero luego ves que eso no es lo importante, que no estás hablando de ti, sino del paciente y su situación. En lo ético, te planteas los grandes fundamentos de la medicina y la deontología. Tu paciente, el que antes te ha pedido ayuda para superar un duelo o la enfermedad, ahora te la pide para terminar con su vida porque ya no puede más. Y la ley le da la razón y es su derecho.

P. Esa experiencia la ha compartido con otros colegas. ¿Cómo lo viven ellos?

R. Es algo que a nadie le gusta, que nadie recibe con alegría. Para todos supone iniciar un camino que no habían recorrido antes en lo profesional y personal. Cuando estudiábamos, ninguno pensó que iba a pasar por esto. Pero por desagradable que te pueda parecer, piensa en la situación de la persona que te está pidiendo morir. En quien sufre una enfermedad incurable y con un sufrimiento insoportable. Eso es lo que te impulsará a moverte.

Fernando León.Gianluca Battista

P. Pero habrá gente que no se moverá, ¿no? Algunos, imagino, porque hacen esa misma reflexión pero llegan a una conclusión distinta. Y, para algunos, la objeción puede ser una forma de ahorrarse pensar en todo esto.

R. Sí. Hay auténticos objetores por motivos de conciencia con posturas que son rotundamente impermeables a la posición del otro. Para algunos, registrarse como objetores puede ser más cómodo para no ocuparse de ello.

P. ¿Qué necesitan los médicos con la eutanasia?

R. Es muy importante el acompañamiento. Los médicos transitamos por este camino acompañados en primer lugar por el paciente, de quien aprendes mucho y cuya ayuda es fundamental. Es igualmente muy importante el papel de la enfermera [el colectivo se autodefine así al estar mayoritariamente formado por mujeres] que lo atiende contigo. Y también nos ayuda hacerlo con otros colegas que ya hayan pasado por aquí antes. Esto es un gran apoyo en lo emocional.

P. ¿Están los médicos españoles preparados para la eutanasia?

R. No, pero es que no creo que lo esté nadie. Venimos de donde venimos y no estudiamos para esto. Es algo a lo que te enfrentas y que debes aprender. Por esto es importante que haya un esfuerzo común, con formación a los profesionales y construyendo desde las administraciones el entorno adecuado para que, como decimos en la mesa del congreso, el médico esté preparado lo mejor posible cuando le llegue el caso.

P. Uno podría pensar que, al final, serán unos pocos médicos los que van a llevar la mayoría de casos...

R. Esta es una de las cosas que busca evitar la ley. No quiere eutanasiólogos. La ley entiende la eutanasia como un derecho y el sistema sanitario debe acompañar al paciente que cumpla los requisitos y haya expresado de forma clara el deseo de poner fin a su vida.

P. También puede pensarse este proceso llevará su tiempo, que habrá resistencias...

R. Por un lado, sí. Llevamos más de 2.000 años con el juramento hipocrático, que dice que guardarás el máximo respeto a la vida, como referencia. Y la eutanasia, en cierta manera, pide reinterpretar la interpretación que hemos hecho hasta hace muy poco. Pero, por otra parte, la ley es muy clara, está en vigor y hay que cumplirla porque, antes que nada, es un derecho del paciente.

P. El despliegue de la ley está siendo lento, denuncian algunos pacientes.

R. Allí donde no está completamente desplegada, es una obligación de las administraciones hacerlo. Nuestro papel es atender a los pacientes y que ninguno se quede sin recibir la asistencia que necesita.

P. ¿Le ve algún problema al diseño de la ley?

R. Yo veo un aspecto mejorable, que son los plazos tan estrictos que establece. Da tanto tiempo para deliberar, tanto para evaluar... El objetivo es loable, evitar que los procesos se eternicen, pero la verdad es que a veces encajan mal con la naturaleza de un proceso vital como la eutanasia. Pero luego está bien que sea una ley garantista, con un médico consultor, un comité...

P. Hace dos décadas la sedación terminal estaba envuelta en la polémica y hoy está plenamente normalizada. ¿Ocurrirá lo mismo con la eutanasia?

R. Pienso que sí. Esto es un campo nuevo en el que damos un paso más dentro de nuestras funciones, que es aliviar acortando la vida. Puede sonar algo extraño de entrada, pero como colectivo aprenderemos a hacerlo.

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