El hombre que drogaba a su mujer para que otros la violaran no declara este martes por enfermedad
El presidente de la audiencia, que ha rechazado suspender el juicio, ha señalado que la declaración de Dominique Pélicot se aplaza hasta que “esté en condiciones”
Dominique Pélicot, el hombre acusado de haber drogado a su mujer con ansiolíticos durante una década para que otros abusaran sexualmente de ella en estado inconsciente, no va a declarar este martes como estaba previsto en el juicio de Aviñón (sureste de Francia) por razones de salud. El presidente del Tribunal de lo Criminal de Vaucluse, Roger Arata, lo ha anunciado al comenzar la audiencia esta mañana y ha indicado que se va a aplazar la declaración del principal acusado hasta que “esté en condiciones”.
Arata no ha dado detalles sobre los problemas de salud que han impedido la comparecencia del principal acusado en una jornada que se consideraba clave del proceso, porque tenía que hablar de su personalidad y de los hechos. Según su abogada, Béatrice Zavarro, se quejaba del abdomen y todo apuntaba a una infección urinaria que le impedía tanto mantenerse en pie como estar sentado sin dolor.
El presidente ha rechazado suspender el juicio hasta que pueda estar de nuevo presente Pélicot. El proceso, en el que también se sientan en el banquillo otros 50 hombres acusados de haber abusado de su mujer, Gisèle Pélicot —de la que está divorciado desde agosto—, comenzó el pasado día 2 y debe terminar una o dos semanas antes de Navidad.
En un interrogatorio, ante la jueza de instrucción, Pélicot, quien asegura no haber recibido dinero a cambio de que violaran a su esposa, explicó que le provocaba “placer verla tocada por otra persona” y habla de una “adicción que le impidió detenerse”. Un psiquiatra experto detectó en él una “desviación parafílica”, es decir, una inclinación por los actos sexuales con personas no consentidas, que incluye “voyeurismo y somnofilia”. “El hecho de que su esposa se encuentre inerte aumenta su sensación de control”, destacó este psiquiatra. Los expertos, tras varios exámenes psiquiátricos realizados durante la investigación, creen que el acusado no padece “ninguna patología o anomalía mental” que pudiese influir en sus actos.