El Reino Unido amplía su cruzada contra el tabaco a las terrazas de los pubs

El primer ministro defiende la medida preventiva para rebajar la presión sobre el servicio nacional de salud

Un fumador en el exterior de un hospital de Londres, el pasado 29 de agostoANDY RAIN (EFE)

Keir Starmer tiene lo mismo de político calculador que de gestor pragmático. Igual que ha culpado al anterior Gobierno conservador de todos los males económicos heredados, se ha apropiado sin reparos de una de las mejores políticas impulsadas por su predecesor, Rishi Sunak: ...

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Keir Starmer tiene lo mismo de político calculador que de gestor pragmático. Igual que ha culpado al anterior Gobierno conservador de todos los males económicos heredados, se ha apropiado sin reparos de una de las mejores políticas impulsadas por su predecesor, Rishi Sunak: las medidas de prevención antitabaco. E incluso ha ampliado su extensión. Tanto el primer ministro como su responsable de Sanidad, Wes Streeting, han confirmado que estudian la posibilidad de prohibir que se fume en terrazas, patios o jardines de los pubs y restaurantes; en el exterior de hospitales o estadios deportivos y hasta en la acera de los clubes nocturnas.

“Quiero que vayamos avanzando hacia un entorno libre de humos, y reducir todas aquellas muertes que son evitables. Quiero aliviar la insoportable carga que tiene hoy nuestro servicio nacional de salud (NHS, en sus siglas en inglés)…y quiero reducir la carga que todo esto supone para el contribuyente. Sí, apoyo estas iniciativas”, ha respondido Starmer al ser preguntado sobre la polémica prohibición, adelantada la semana pasada por el diario The Sun.

Los planes revelados todavía no han iniciado trámite legislativo, y el Gobierno laborista no ha querido dar detalles de un texto que estaría aún en periodo consultivo. Sí se sabe que las nuevas medidas se incorporarían a la prohibición de fumar a las futuras generaciones que Sunak intentó impulsar en su día, y que contó con el apoyo de la oposición.

En el Discurso del Rey que Carlos III leyó ante el Parlamento a mediados de julio, que contenía la agenda legislativa prevista por el nuevo Gobierno para el periodo de sesiones entrante, se anticipaba ya la voluntad de Downing Street de sacar adelante los propósitos heredados de Sunak en la lucha contra el tabaco. En concreto, la Ley de Tabaco y Vapeo, que prohibirá la venta de cigarrillos o productos con nicotina a todos aquellos nacidos después de 2008. Era una medida sanitaria, aprobada por los profesionales, que perseguía la supresión gradual del consumo entre las nuevas generaciones.

Si el ala derecha del Partido Conservador arremetió entonces contra Sunak, por adoptar medidas propias de un “estado-niñera” (el término despectivo con el que atacan cualquier medida pública intervencionista), la idea aireada ahora por el Gobierno laborista de ampliar al exterior las prohibiciones ha desatado un torrente de críticas, algunas de ellas completamente histriónicas.

Como el tuit que publicó en X (antes Twitter) Esther McVey, la diputada conservadora famosa por sus continuos ataques a las políticas identitarias de la izquierda, en el que utilizaba el famoso poema de Martin Niemoller (“Primero vinieron a por los comunistas...luego vinieron a por los judíos…luego vinieron por mi…”) para criticar la posible prohibición de fumar en la calle. “El uso del poema de Martin Niemoller sobre los horrores de los nazis para describir una potencial prohibición de fumar es una acción repugnante y muy poco considerada”, escribía el Consejo de Judíos Británicos, que exigía a McVey que borrara su tuit.

O el inevitable político populista Nigel Farage, siempre dispuesto a hacerse la foto con una pinta de cerveza en la mano, que esgrimía la poco creíble amenaza de no volver a poner un pie en un pub si el Gobierno llevaba adelante la prohibición. “El Partido Laborista muestra de nuevo su mentalidad e instintos autoritarios propios un estado socialista controlador”, escribía en el diario Daily Telegraph, el conducto oficial de la derecha británica más reaccionaria.

Deriva económica y sanitaria

Los últimos datos recabados en Inglaterra por el NHS (la sanidad es competencia propia en Escocia, Gales o Irlanda del Norte, donde la prohibición no llegaría) son de 2020, y muestran que el tabaco provocó en un solo año cerca de medio millón de admisiones hospitalarias y casi 75.000 muertes. Los profesionales sanitarios se han apresurado a aplaudir la posible prohibición de fumar en el exterior de recintos de hostelería. “Nos resulta muy alentador todo el progreso realizado hasta la fecha, y que se haya anunciado la voluntad de seguir adelante con medidas que hagan frente a uno de los principales causantes de las desigualdades sanitarias en el Reino Unido”, ha asegurado a la BBC la doctora Layla McCay, la directora de Políticas Sanitarias de la Confederación de Centros del NHS.

Las encuestas realizadas reflejan un apoyo mayoritario a las medidas restrictivas del hábito. El sondeo publicado la semana pasada por la firma YouGov señalaba que un 58% de los ciudadanos británicos estaba a favor de la prohibición de fumar en espacios abiertos, frente al 35% que se oponía.

Otra cosa son los empresarios hosteleros, que apenas han comenzado a recuperarse en el Reino Unido de las pérdidas cosechadas durante la época de la pandemia y el confinamiento, a lo que se sumó la falta de personal provocada por el Brexit.

La patronal UKHospitality, que agrupa a miles de pubs, restaurantes y cafeterías, ha reclamado al Gobierno de Starmer un periodo de “conversación detallada” con el sector antes de imponer las medidas previstas. “Solo hay que echar la vista atrás y recordar el cierre de muchos pubs después de que se impusiera la prohibición de fumar en su interior”, ha señalado Kate Nicholls, la directora ejecutiva de la patronal. Aquella prohibición se impuso en 2007, y en los ocho años siguientes llegaron a cerrar hasta 7.000 pubs, aunque resulta difícil atribuir en exclusiva a la prohibición la causa del cierre.

Según datos de la Oficina Nacional de Estadística, cerca de un 13% de los adultos del Reino Unido (unos 6,4 millones) fuman cigarrillos. El sector de edad que más incide en el hábito es el de los comprendidos entre los 25 y los 34 años.

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