La sanidad privada no para de crecer ante la crisis de la pública: uno de cada cuatro españoles tiene una póliza
Los últimos datos muestran una subida del gasto de un 14% y un récord de asegurados, 12,4 millones
Con una sanidad pública española tocada tras la pandemia y las mayores listas de espera de la historia, la privada no para de crecer. El último informe de la Fundación IDIS (que defiende los intereses de las empresas del sector) desgrana los datos más...
Con una sanidad pública española tocada tras la pandemia y las mayores listas de espera de la historia, la privada no para de crecer. El último informe de la Fundación IDIS (que defiende los intereses de las empresas del sector) desgrana los datos más recientes ―de diferentes fuentes y años― y pone negro sobre blanco esta realidad: el gasto en sanidad privada superó en 2021 los 36.800 millones de euros, un 14% más que el ejercicio anterior, y los seguros crecen cada año: 12,4 millones (una cuarta parte de la población) en 2023, casi 400.000 nuevos con respecto a 2022.
Casi uno de cada tres euros que se gastan en sanidad en España procede del bolsillo de los ciudadanos, ya sea para pagar seguros, intervenciones concretas, medicamentos o consultas que casi siempre se salen de la pública, como la del dentista o el óptico. Esto supone un 3,05% del PIB nacional.
De toda esta cantidad, casi un tercio (10.751 millones de euros) fue a parar a seguros privados de salud, que acumulan un crecimiento sostenido de casi un 4% anual en los últimos cinco años. Madrid es la comunidad con más pólizas (cubren a un 38,7% de la población), seguida de Cataluña (32,4%) y Baleares (30,9%). Todas las demás quedan por debajo de la media nacional (25%).
El informe de IDIS trata de poner en valor el papel de la sanidad privada. Su presidente, Juan Abarca Cidón, ha defendido que los datos “destacan la necesidad de colaboración” entre el sector público y el privado. “Es la propia demanda sanitaria, los problemas de los pacientes, lo que hace inevitable esa colaboración. Si la pública fuera suficiente, no haría falta. Quienes necesitan estos servicios son los ciudadanos, no las empresas”.
Abarca ha reconocido que la pandemia ha cambiado el paradigma del uso sanitario por parte de los ciudadanos. Si antes, en su opinión, la privada era un complemento que los pacientes buscaban para mayor comodidad en algunos servicios, ahora se ha convertido en un recurso al que muchos echan mano ante las dificultades de acceso en la pública.
“Tras la pandemia hay mayor frecuentación sanitaria, en parte por mayor conciencia de la salud, pero también por el envejecimiento de la población, la policronicidad”, ha enumerado el presidente de IDIS, que siempre defiende que la privada no quiere ser “una alternativa de acceso”. “El sector preferiría que hubiera menos asegurados, pero que pagaran más”, ha dicho.
Pero lo cierto es que la oferta de seguros de bajo coste se ha multiplicado en los últimos años ante esta demanda de ciudadanos que no ven satisfechas sus necesidades en la pública. Los datos muestran cómo la proporción de actividad de la privada viene creciendo.
Los hospitales puramente privados, según las últimas cifras (de 2021), acumularon un 17% de las estancias, un 23% de las consultas, un 25% de las urgencias y un 32% de las intervenciones quirúrgicas. El sector concentra el 70% de los hospitales especializados en salud mental y tratamiento de toxicomanías.
Con estos datos, el informe de IDIS defiende el ahorro de recursos que propician las aseguradoras. Los 10,7 millones de pólizas ―sin contar con las mutualidades de funcionarios― “contribuyen en gran medida a descargar el sistema sanitario público”. El coste de la inversión en salud por el aseguramiento privado está, según los cálculos del sector, en 6.701 millones de euros.
El estudio también asegura que el 78% de los funcionarios integrados en las mutuas administrativas (Muface, Mugeju e Isfas) optan por la sanidad privada. Son casi 1,7 millones de trabajadores con primas por valor de 1.701 millones de euros anuales. El coste per cápita es de 1.030 euros, frente a los 1.736 que gasta la sanidad pública.
El problema de las listas de espera
En opinión de Anna García-Altés, presidenta de la Asociación de Economía de la Salud (AES), el crecimiento de la sanidad privada responde a varios motivos, como que cuanto más ricos son los países, más se preocupan por la salud y más recursos le dedican. También señala que las empresas incluyen cada vez más habitualmente seguros privados como parte del sueldo o de los incentivos laborales, y que ahí puede estar parte del crecimiento.
“Pero seguramente el principal [motivo] son las listas de espera. De ahí la importancia de bajarlas, o de hablar de otra forma de ellas, porque puede que haya gente que vea que hay muchas sin experimentarlas y se hace un seguro privado por si acaso. Pero es un indicador muy variable y muy manipulable, que no siempre refleja bien la realidad”, matiza.
García-Altés sostiene que, pese al crecimiento de la privada, la pública sigue siendo el principal pilar del sistema, que no solo es capaz de “atender los casos más complicados”, sino que también ofrece muchos de los servicios que la privada publicita como propios. “Por ejemplo, las consultas online o a distancia. Yo con mi médica de cabecera también me puedo comunicar a través de un chat o por teléfono cuando lo necesito, pero la pública no sabe hacer tan buen marketing”, sostiene.
Esto no quita que mucha gente, a su parecer, quiera recurrir a la privada como un servicio extra, “en muchas ocasiones, atenciones que no son imprescindibles”.