Jesús García Pitarch, exdirector deportivo del Valencia, condenado por los whatsapps que le envió a su exnovia: “Eres una auténtica mierda”

Un tribunal de Zaragoza condena al también exfutbolista por un delito de injurias leves a 30 días de localización permanente, y la prohibición de comunicarse y acercarse a ella al menos a 200 metros durante seis meses

García Pitarch, en primer plano, durante su época como director deportivo del Valencia.MANUEL BRUQUE (EFE)

M. y Jesús García Pitarch, el exfutbolista y director deportivo del Valencia hasta 2017, tenían una relación como pueden ser otras muchas. Lo estuvieron dejando y volviendo varias veces entre 2014 y agosto del pasado año, hasta que ella vio que aquello le suponía “un deterioro físico y psicológico”. Era “una relación conflictiva [...], con altibajos”, dice ahora la sentencia que condena a García Pitarch por un delito lev...

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M. y Jesús García Pitarch, el exfutbolista y director deportivo del Valencia hasta 2017, tenían una relación como pueden ser otras muchas. Lo estuvieron dejando y volviendo varias veces entre 2014 y agosto del pasado año, hasta que ella vio que aquello le suponía “un deterioro físico y psicológico”. Era “una relación conflictiva [...], con altibajos”, dice ahora la sentencia que condena a García Pitarch por un delito leve de vejaciones contra la que ya era su ex: 30 días de localización permanente, la prohibición de acercarse a ella a menos de 200 metros ni comunicarse de ningún modo —ni escrito ni verbal ni visual—, por los mensajes que comenzó a enviarle después de dejarlo definitivamente.

El primer whatsapp fue después de una foto que ella colgó en Instagram: “Me avergüenza que mis amigos vean esta foto, se te va la cabeza, tú misma, lo siguiente Only Fans”. A ese le siguió un segundo: “Tú flirteabas públicamente enseñando el culo, cómo me voy a casar con alguien que enseña a todo el mundo su culo, y me falta al respeto públicamente, me gusta pensar que me gustas?, que tiene una única foto conmigo y la borra y le pido que la ponga y me dice que sí, pero no la pone, cásate con Instagram, al actual también le encantará que enseñes el culo”.

Uno más el 30 de septiembre: “Das pena, has quedado delante de todo el mundo como lo que eres una auténtica mierda, como lo que eres, que haces con Fofito (refiriéndose a su pareja), das pena Marta, siento mucho que hagas este ridículo, todo en Zaragoza enterado, imagínate lo que piensan de ti”. Y un último: “Deja de decir que te he tratado mal, has tomado una mala decisión y para justificarte te montas una pelicula y te la quieres creer, sabes que eso no es verdad, Fofito no tiene hombros, es un cateto paleto, nunca vas a ser dueña de una bodega de 4 o 5 generaciones egoísta narcisista, solo pendiente de ti, eres muy mala”.

Después de aquellos mensajes, ella decidió denunciar y él reconoció haberlos enviado, “si bien, mostró en sala su arrepentimiento por ello”. Y por ello la jueza, Belén Ballestín, Juzgado de Violencia sobre la Mujer número 2 de Zaragoza, decidió condenarlo por ese delito: “Debemos tener en cuenta que el delito leve de vejaciones […] abarca todas las conductas consistentes en maltratar, molestar, perseguir a otro, perjudicándole o hacerle padecer, según resulta de la definición la acción de vejar el diccionario de la Real Academia de la Lengua “maltratar a una persona haciéndola sentirse humillada”. Y eso, añade, “comporta un atentado contra la libertad de la persona”.

La sentencia no hace alusión a ello, pero esas injurias leves forman parte de comportamientos tóxicos en las relaciones que en ocasiones implican violencia, aunque sea a través de WhatsApp. Una violencia que experimentan o a la que han estado expuestas tres de cada cuatro mujeres en el mundo, según la ONU. “Es parte de un contínuum de violencia contra mujeres y niñas que ahora fluye en el nuevo escenario online-offline. Dada la interrelación de las tecnologías en nuestras vidas, las violencias de género ahora se han entrelazado y mutado en nuestra realidad continuamente conectada”, recoge en el informe Ciberviolencia y ciberacoso, de 2022.


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