Fernando Fernández-Aranda, psicólogo clínico: “La obesidad puede tener consecuencias que afectan a la salud mental”
El catedrático de la Universidad de Barcelona y coordinador de la unidad de trastornos de la conducta alimentaria del Hospital de Bellvitge analiza la importancia de hablar de salud mental cuando se tratan trastorno de la conducta alimentaria (TCA) y obesidad
Entre la salud mental, los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) y la obesidad hay una relación que durante años fue imperceptible, pero que, sin embargo, siempre ha sido vital para poder tratarlas. En esa conexión hace hincapié Fernando Fernández-Aranda (Sevilla, 59 años), catedrático de la Universidad de Barcelona y director de la unidad de trastornos de la conducta alimentaria del Hospital de Bellvitge. El psicólogo clínico e investigador habla de la importancia de analizar los TCA y la obesidad desde una perspectiva interseccional en la que se ponga en valor la salud mental como un f...
Entre la salud mental, los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) y la obesidad hay una relación que durante años fue imperceptible, pero que, sin embargo, siempre ha sido vital para poder tratarlas. En esa conexión hace hincapié Fernando Fernández-Aranda (Sevilla, 59 años), catedrático de la Universidad de Barcelona y director de la unidad de trastornos de la conducta alimentaria del Hospital de Bellvitge. El psicólogo clínico e investigador habla de la importancia de analizar los TCA y la obesidad desde una perspectiva interseccional en la que se ponga en valor la salud mental como un factor que, en muchos casos, puede ser la causa o la consecuencia para el desarrollo de estas enfermedades. Fernández-Aranda ahora es co-coordinador del proyecto europeo, EprObes, y durante los próximos cinco años estudiará la obesidad y el sobrepeso para lograr prevenirlos en las primeras fases de la vida.
Pregunta. ¿Hay una conexión entre obesidad, TCA y salud mental?
Respuesta. Sí, siempre ha existido esa conexión, lo que ocurre es que en la obesidad, los trastornos de la conducta alimentaria y la salud mental hay mucho estigma. Es importante que lo veamos como un todo, dado que hay interrelaciones. En algún momento están ocurriendo de forma conjunta, algunos de ellos comparten muchos factores, y es crucial que comprendamos que tienen aspectos individuales que son propios de la enfermedad y hay otros que pueden ser compartidos. Eso nos permitirá entender qué factores, qué vulnerabilidades biológicas y ambientales influyen en su aparición y, en consecuencia, dejaremos de ver los trastornos alimenticios y la obesidad como algo estático.
P. ¿Los problemas de salud mental son una causa o una consecuencia en el desarrollo de una obesidad o un TCA?
R. Actualmente vemos situaciones en las que un problema de salud mental puede ser un factor desencadenante, pero también puede ser una consecuencia. Es decir, puede empezar el problema de la obesidad y después aparece un problema de salud mental. O puede ocurrir que un paciente con problemas de salud mental, ante determinado tipo de eventos que no puede resolver, desarrolle problemas de alimentación.
P. ¿Cómo se relacionan los TCA y la salud mental?
R. Hay que comenzar a hacer una distinción entre TCA y conductas alimentarias no adecuadas, que suceden por situaciones de estrés que influyen en la alimentación. Pero los trastornos de la conducta alimentaria (anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, trastorno por atracón y otra serie de trastornos atípicos) son trastornos de salud mental y hemos de verlos como tales. La anorexia es una preocupación excesiva por la alimentación y el peso, que afecta a la salud; lo mismo ocurre con la bulimia. Son situaciones emocionales que me están afectando y empleo la alimentación como válvula de escape. Adolescentes que son víctimas de acoso escolar, por ejemplo, pueden utilizar la alimentación como una válvula de escape.
P. La obesidad, en cambio, no es un trastorno mental.
R. No, en absoluto. No podemos decir que los trastornos del peso, obesidad o sobrepeso son trastornos mentales. Sí es cierto que la obesidad y los problemas de salud mental pueden presentarse de forma comórbida: o bien como un problema primario, que está presente, y desencadena en un problema de peso, que después se transforma en obesidad, o como algo consecuente. Lo cierto es que la obesidad puede tener consecuencias que afectan a la salud mental. Sobre todo, por la imposibilidad que tienen las personas para manejarlo, por cómo les repercute a nivel individual, familiar y en el trabajo. Además de las barreras que puede haber en el entorno, la falta de empatía o la dificultad para manejar determinadas situaciones relacionadas con su propia autoestima.
P. ¿Alguien que tiene obesidad tiene más posibilidades de desarrollar trastornos de salud mental?
R. Tenemos que verlo como una enfermedad en la que anteriormente o durante ella se pueden generar problemas de salud mental. La obesidad y la salud mental no hay que verlas como dos problemas independientes, sino como enfermedades que pueden estar conviviendo en algún momento u otro. De ahí la trascendencia del acompañamiento psicológico.
P. ¿Por qué?
R. Porque hay que tener en cuenta el tipo de obesidad de la que estamos hablando, si va ligada a un TCA o a aspectos emocionales de la persona. Incluso en las unidades de endocrinología y nutrición es indispensable la necesidad de involucrar a psicólogos y especialistas en salud mental para dar soporte, ayuda y aumentar la adherencia a un tratamiento. Sobre todo por una serie de aspectos con los que se irá confrontando el paciente, que tendrá que ver con su autoestima, cómo se valora y qué tipo de aspectos acepta o no de su propio cuerpo. El proyecto europeo EprObes aporta esa amalgama de variables multicausales para analizar su impacto en los TCA y la obesidad.
P. ¿De qué forma el proyecto busca abordar la salud mental y la obesidad?
R. El proyecto EprObes pretende esclarecer, desde una perspectiva integral, la interacción entre la obesidad y la salud mental. Así, identificar problemáticas de salud mental que pueden ser factores de riesgo o mantenedores del sobrepeso o de la obesidad, como por ejemplo el TDAH (trastorno por déficit de atención e hiperactividad), sedentarismo debido a adicciones nuevas tecnologías, trastornos de sueño, trastornos de la conducta alimentaria. Ese es uno de los principales objetivos de este proyecto financiado por la UE. Pero, también, pretende justo lo contrario: analizar los problemas de salud mental que son consecuencia de la obesidad, como depresión, trastornos de la conducta alimentaria o ansiedad. En definitiva, la obesidad entendida desde una perspectiva global y evolutiva permitirá evidenciar los factores que pueden influir en la salud mental de la persona en estas etapas y en su calidad de vida.
P. ¿Han aumentado los casos de obesidad y TCA después de la pandemia?
R. Durante el confinamiento han aparecido casos más tempranos, pero también más tardíos. Tanto la obesidad como el TCA están afectando de forma transversal a todas las edades. No tenemos que pensar en el TCA o la obesidad solo cuando aparece, sino en cuánto tiempo va a ir padeciéndolo el paciente. No es algo puntual, como una gripe o enfermedad específica que se recupera y ya está, son enfermedades que se van extendiendo a lo largo de la vida.
P. ¿Ese aumento tiene que ver con la crecida también en los problemas de salud mental?
R. Ese ha sido uno de los factores: la incertidumbre, las dificultades vividas a nivel familiar o individual en el confinamiento. Pero también los problemas a nivel laboral, social y la pérdida del poder adquisitivo. Eso ha hecho que se ponga en jaque la salud mental de la población en general a todos los niveles. Especialmente la de los más vulnerables, que se han visto menos atendidos, con mayor incertidumbre y menos soporte. Han aparecido casos de personas que no tenían ningún trastorno de conducta alimentaria, principalmente de chicas y chicos jóvenes de 22 a 24 años. Solo en nuestro en el Hospital de Bellvitge hemos pasado de 300 nuevos casos a 450 de TCA solo este año. Vemos un aumento importante en el número de casos y su gravedad. Somos conscientes de que esa situación está ahí.