Los maristas mantienen en su cargo a un religioso acusado hace un año de abusar de al menos 15 niños en los ochenta
Antonio Tejedor, ‘El Morsa’, ha seguido hasta junio en una ONG de la orden de educación infantil y fue enviado a Guatemala pese a los testimonios contra él en un colegio de Guadalajara
EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es.
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EL PAÍS puso en marcha en 2018 una investigación de la pederastia en la Iglesia española y tiene una base de datos actualizada con todos los casos conocidos. Si conoce algún caso que no haya visto la luz, nos puede escribir a: abusos@elpais.es. Si es un caso en América Latina, la dirección es: abusosamerica@elpais.es.
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Al marista Antonio Tejedor se le hizo un nudo en la garganta el pasado 16 de junio cuando llegó el momento de despedirse como delegado regional de SED Ibérica, una ONG de su orden para educar a niños en exclusión. “Ha sido un año difícil y complicado. No insistiré para no abrir heridas”, entonó el religioso en una videollamada ante una decena de socios. Esa “herida” en la que Tejedor no quería hurgar son las acusaciones contra él de abusar de al menos 15 niños en un colegio marista en Guadalajara, entre 1978 y 1984, cuando era profesor. La noticia salió a la luz en diciembre, con el tercer informe de EL PAÍS sobre la pederastia en la Iglesia, que incluía los testimonios de una víctima y dos testigos. Luego se han unido dos víctimas más, incorporadas al cuarto informe de este diario, entregado el mes pasado. Uno de ellos destacaba que en la primavera de 2022 ya denunció el caso ante los maristas, para que investigasen y apartasen a Tejedor de sus cargos, pero no sucedió nada. De hecho, en agosto de 2022, Tejedor escribía en su blog que estaba como voluntario en Guatemala, en contacto con menores, y entrevistaba a varios alumnos de un centro de formación profesional en Chichicastenango, al noroeste del país. En realidad, ha seguido en su puesto durante todo el resto del año: organizó y presidió la asamblea anual de los socios regionales de la ONG en junio.
En diciembre, cuando este periódico publicó el caso, una portavoz de la congregación admitió que habían recibido una denuncia, pidió perdón en nombre de la congregación y anunció que apartarían a Tejedor. Pero ahora queda en evidencia que no ha sido así. La orden simplemente borró el nombre del acusado del organigrama de la ONG colgado en su web, pero no lo destituyó y lo ha mantenido hasta ahora en su puesto. Según las palabras del propio religioso en la reunión, no abandonará la orden: “Continuaré como voluntario en de la organización”.
Los maristas admiten que no se ha nombrado oficialmente un nuevo delegado hasta el pasado 16 de junio, en la reunión en la que Tejedor “se despidió formalmente”. Solo explican: “Desde que tuvimos conocimiento de los hechos denunciados, la delegación de SED Ibérica fue asumida en funciones por el equipo pastoral social de la provincia marista Ibérica”. En todo caso, lo cierto es que Tejedor firmaba la carta que convocaba a los socios al encuentro anual e incluso era la persona en quien se podía delegar el voto si no se podía asistir. La orden reitera su petición de perdón a las víctimas “por no haber sido capaces de protegerles”.
Tejedor era conocido por sus alumnos como El Morsa, por sus largos bigotes. Ahora lo lleva corto y canoso. Tras hablar sobre su despedida durante la videollamada algunos de sus compañeros le dieron ánimos. En el chat, el director Luis Naranjo escribió: “GRACIAS ANTONIO!!! Sin ti, SED no habría sido lo mismo”. Los trabajos de SED están enfocados principalmente en el campo de la educación en España —en especial en los colegios maristas—, pero también en 14 países de África y América Latina. Anualmente, citan en su web, más de 100 personas forman parte de sus programas de voluntariado. Está dividida en cuatro delegaciones territoriales: Compostela, Mediterránea, Cataluña e Ibérica. De esta última, Tejedor ha sido delegado desde 2016. Antes de ocupar este puesto, fue director nacional durante 12 años.
La gestión de este caso por los maristas ejemplifica lo que ocurre en muchos de los casos que las víctimas denuncian: poca voluntad de investigar lo sucedido por las autoridades eclesiásticas, indolencia a la hora de reparar e informar a los afectados y pasividad ante los acusados, a los que, como Tejedor, siguen manteniendo en su cargo. “No tienen vergüenza. Tienen menos formalidad que un gato en una matanza. Poseen la memoria muscular de encubrir y de no hacer nada”, afirma Vicente Carrasco, testigo de los abusos del religioso y primer denunciante. Los maristas son la tercera orden con el número más alto de miembros acusados de pederastia, 133 religiosos que presuntamente abusaron de 315 víctimas en las últimas décadas. La mayoría de estos delitos, como el de este religioso, están prescritos.
Tejedor ingresó en la orden en 1969 y entre finales de los setenta y los ochenta fue docente en el centro marista de Guadalajara. En este último, fue profesor de pretecnología, religión y gimnasia. Carrasco, alumno de Tejedor entre 1982 y 1983, escribió hace un año a EL PAÍS ante la extrañeza que el caso de este religioso no hubiera salido aún a la luz, a pesar de que él ya lo había comunicado meses antes a la orden. Según él, era un secreto a voces en el centro. El clérigo, prosigue Carrasco, se sentaba tras su escritorio en el aula y cuando los estudiantes acudían a preguntarle algo introducía su mano por detrás del pantalón. “Una vez incluso tenía uno a cada lado, las dos manos rebuscando dentro de los pantalones de dos adolescentes. Recuerdo todo esto porque no estarían a más de cuatro metros de mí. Llevo callado desde 1982 porque a mí no me pasó nada, a mí no me metió mano aquel monstruo, pero lo veía día sí y día no”, afirma Carrasco, que subraya que los maristas no han vuelto a contactar con él.
Otros exalumnos de Guadalajara han escrito a este periódico para corroborar el relato de Carrasco. Bautista (nombre ficticio) cuenta: “Nos metía la mano por dentro de la camisa durante las clases. Lo hacía delante de todo el mundo, no se escondía. Siempre éramos los que teníamos un aspecto más de niño. Lo hacía mientras se paseaba entre los pupitres y explicaba alguna cosa durante sus clases de pretecnología. No sé si hacía cosas más graves en privado”. Tejedor también pasó por otros colegios de la orden, según figura en varias entrevistas que este concedió hace una década en varios medios locales. Además de ser profesor en Guadalajara, ejerció en los centros maristas de Talavera de la Reina (Toledo), San José del Parque, en Madrid, y Collado Villalba, en la comunidad autónoma madrileña.