La Manada de Castelldefels, tras la presunta agresión a una víctima: “Ahora descansa y no digas nada”

Las tres víctimas conocidas del grupo, en prisión provisional por violación, comparten rasgos que las hacían vulnerables: depresión, obesidad y discapacidad física

Los cinco acusados de la Manada de Castelldefels, en dos imágenes recogidas en el sumario del caso.

Los cinco amigos de Castelldefels (Barcelona) que crearon un grupo de WhatsApp con el nombre de K-Team Manada bromeaban con la posibilidad de acabar, como los autores de la violación de Pamplona, entre rejas. Alardeaban de sus relaciones conjuntas con chicas y compartían vídeos sexuales grabados sin el consentimiento de sus víctimas. “Esto va a ser la Manada 2.0, ¿sabes? Que huya esa chavala de allí, pero que huya ya”, escribió ...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Los cinco amigos de Castelldefels (Barcelona) que crearon un grupo de WhatsApp con el nombre de K-Team Manada bromeaban con la posibilidad de acabar, como los autores de la violación de Pamplona, entre rejas. Alardeaban de sus relaciones conjuntas con chicas y compartían vídeos sexuales grabados sin el consentimiento de sus víctimas. “Esto va a ser la Manada 2.0, ¿sabes? Que huya esa chavala de allí, pero que huya ya”, escribió uno de ellos. Lo que empezó como una broma de mal gusto acabó convirtiéndose en una profecía autocumplida: permanecen en prisión provisional desde hace tres semanas por tres presuntas agresiones sexuales cometidas en 2021.

La chica que destapó las prácticas aberrantes de la Manada de Castelldefels —actos de “depredación sexual”, en palabras de la juez que instruye el caso— ha declarado este miércoles en el juzgado. Tenía 20 años cuando conoció por Badoo (una aplicación de ligue) a Alejandro Raúl P. C., alias El Cubano. Ella le dijo que tenía una fantasía: un trío con dos hombres. Fueron a un hostal cercano a la estación de Sants, en Barcelona, y lo hicieron realidad.

Repitieron en una fiesta en casa de él, adonde fue invitada de nuevo más tarde, hacia el mes de junio. Fue entonces cuando se produjo la agresión. Según el relato de la chica —que, dicen los Mossos, presenta algunas contradicciones—, fue grabada con el móvil por Alejandro mientras le hacía una felación. Ella le pidió que parara. Pero él reaccionó de forma violenta (“Cállate, puta, que la noche la vamos a disfrutar”), invitó al resto de amigos a tener sexo con ella sin preguntarle y le introdujo, supuestamente, un botellín de cerveza en la vagina. Antes de marcharse, El Cubano le enseñó el vídeo: “Mira, esta eres tú con todos encima”.

La jueza tratará de aclarar si se produjo o no la violación, aunque el sumario del caso, al que ha accedido EL PAÍS, muestra que la chica fue víctima con seguridad, al menos, de un delito contra la intimidad. El vídeo de la felación fue difundido en el grupo de WhatsApp sin su permiso, según han admitido otros participantes en el chat. La víctima denunció los hechos meses después. El vaciado de los teléfonos móviles de los implicados ha permitido descubrir la existencia de un “grupo organizado” de varones (todos tienen entre 30 y 36 años, y alguno es padre de familia) que, con total desprecio a la dignidad de las mujeres, mantuvo relaciones sin el consentimiento de al menos dos mujeres más.

El hilo invisible que une a las víctimas, captadas en internet y luego repartidas según los apetitos sexuales del grupo, es su condición de personas vulnerables, con grandes dosis de inseguridad, que estaban atravesando un momento difícil de sus vidas. La primera denunciante se medicaba a diario para combatir una depresión desencadenada por un acoso escolar continuado. La segunda estaba “triste y baja de moral”, cuentan los Mossos en sus informes, porque se acababa de someter, sin éxito, a un baipás gástrico para bajar de peso. Y la tercera sufría una discapacidad física que a los miembros de La Manada les llevó a bautizarla, despectivamente, como La Pato.

La agresión a esta tercera chica fue la que motivó el comentario de Robert P., uno de los miembros más activos del grupo, sobre la necesidad de ser cautos. “Tened mucho cuidado y que esto no salga a la luz. Intentad hacerlo menos porque da mala imagen al grupo. Con 20 o 25 [años] vale, sí, nos lo pasamos de puta madre, pero ya pasados los 30…. Y más después de lo que pasó con La Manada…”. Era una advertencia a medias, porque poco antes se habían reído de lo ocurrido con La Pato en la guarida de Castelldefels: “Le hemos metido hasta el DNI”.

Sexo sin consentimiento

La chica, A., también conoció en Badoo a El Cubano y accedió a ir a una fiesta en su piso. Bebió mucho. Le costaba mantenerse en pie (llegó a caerse en algún momento), pero era consciente de lo que pasaba. Los chicos la dejaron en tanga en el sofá. Uno de ellos (no sabe quién) gritó: “Venga, quitaos los pantalones”. Mientras era penetrada por dos de ellos, el resto miraba. “No veas cómo aguanta para como está, estás siendo una campeona”. La chica contó más tarde que nunca dio su consentimiento, que insistió en que parasen y que encogía su cuerpo para dificultar la penetración. Horas más tarde, escribió: “Me habéis reventado”. “Bueno, tú ahora descansa y no digas nada”, le respondió El Cubano.

Los chats pusieron sobre la pista de otra víctima, S., que había contactado con los chicos por Instagram. Ella accedió a acudir a una de las fiestas, también bebió y mantuvo relaciones consentidas con uno de los implicados, José Miguel M. En un momento de la noche, Robert se presentó ante ella, se bajó la bragueta y la obligó, presuntamente, a practicarle una felación. La joven también les escribió, horas después de lo ocurrido, en tono de reproche: “Iba muy mal, bebí mucho. Robert se portó fatal, me pone el pene y ala. Me arrepiento un montón”.

Los investigadores subrayan que los miembros de La Manada tenían la “costumbre de dar difusión sexual de las chicas” con las que mantenían relaciones. “Van pillando confianza y es cuando te envían las fotos guarras. Te las envían porque piensan que eres diferente y no vas a rular sus fotos jajaja”, escribe Robert. En otro momento del largo historial de conversaciones del grupo, El Cubano le reprocha que no haya “invitado” a ir con una alemana a la que había conocido. “Se considera que las chicas son como un objeto al servicio del grupo sin ninguna voluntad de decisión”, concluyen los informes policiales remitidos a la jueza.

Tras conocer la primera denuncia y saberse investigados por los Mossos, algunos miembros de La Manada, como Alejandro, “vaciaron intencionadamente su teléfono”. También se cruzaron acusaciones de traición y se conjuraron para mantener versiones idénticas. Robert fue, una vez más, profético: “Como alguno la líe y se ponga nervioso y no diga la verdad, nos vamos todos a la cárcel”.

Sobre la firma

Más información

Archivado En