El teléfono, el gran aliado contra el suicidio
El número 024 del Gobierno recibe 50.000 llamadas en seis meses y varias autonomías registran subidas en los avisos del 061 autonómico por ideaciones suicidas
Los teléfonos para evitar conductas suicidas cada vez suenan más. El cóctel de la resaca de la pandemia, la crisis y la inflación ha elevado la desesperación de la población a cotas nunca vistas antes, relatan los expertos, y las llamadas para pedir auxilio y evitar el último paso se han multiplicado.
El 024 del Gobierno encabeza esta necesidad y ha recibido 50.000 llamadas solo en cinco meses, entre mayo y octubre, con una tendencia estable de 330 atenciones al día por consultas suicidas. Además, ha derivado más de 2.000 actuac...
Los teléfonos para evitar conductas suicidas cada vez suenan más. El cóctel de la resaca de la pandemia, la crisis y la inflación ha elevado la desesperación de la población a cotas nunca vistas antes, relatan los expertos, y las llamadas para pedir auxilio y evitar el último paso se han multiplicado.
El 024 del Gobierno encabeza esta necesidad y ha recibido 50.000 llamadas solo en cinco meses, entre mayo y octubre, con una tendencia estable de 330 atenciones al día por consultas suicidas. Además, ha derivado más de 2.000 actuaciones a los servicios de emergencia 112 e intervenido en más de 800 suicidios en curso para frenarlos en el último momento, según datos del Ministerio de Sanidad. En paralelo, varias autonomías han registrado subidas en sus llamadas al 061 por conductas suicidas entre 2020 y 2021, algunas como Castilla-La Mancha, de hasta el 64%.
El deterioro de la salud mental es patente. Hace un mes el grito de rabia de miles de adolescentes en una manifestación en Sevilla resumía la emergencia, hasta hace poco silenciosa y ahora atronadora: “¡No son suicidios, son asesinatos!”. Los jóvenes culpan a las administraciones de no procurarles cuidados y de ignorar por sistema que el suicidio sea la segunda causa de fallecimiento entre los jóvenes de 15 a 29 años tras los tumores. La pancarta de protesta del Sindicato de estudiantes era clara: “Salud mental: un derecho, no un privilegio”.
Ese clamor que se repitió en 30 capitales del país en marchas para exigir más psicólogos y psiquiatras tiene otro reflejo claro en la estadística al margen del aumento de voces que por teléfono pedían auxilio: el máximo histórico alcanzado en 2020 con 3.941 personas que se quitaron la vida.
Castilla-La Mancha lidera la subida de consultas en su número 112, pero otras como Andalucía, Madrid y Galicia también aumentaron sus urgencias de manera considerable. Entre 2020 con 1.191 llamadas con conductas autolíticas y 2022 (hasta el 31 de octubre) con 1.955, el aumento fue del 64% a falta aún de dos meses, según datos del Gobierno manchego.
En Andalucía, el centro de emergencias sanitarias recibió 8.989 llamadas de pacientes con ideaciones suicidas en 2021 (último año con datos disponibles), mientras que en 2019 fueron 6.532, un 37,6% más. En la Comunidad de Madrid, las intervenciones del Summa 112 por tentativa de suicidio pasaron de 7.201 en 2019 a 9.414 en 2021, una subida del 30%. Y en Galicia, la segunda comunidad con mayor tasa de suicidio (9,82 por cada 100.000 habitantes) solo por detrás de Asturias, también crecieron las consultas, aunque de manera más leve: pasaron de 2.605 en 2018 a 2.993 en 2020 (un 14% más), el último año con datos disponibles, según la Xunta gallega.
Mientras, el Código de Riesgo Suicida (CRS) catalán, que se activa por otras vías, además de las telefónicas, recibió 4.490 avisos urgentes en 2019 y el año pasado se elevaron hasta 6.527, un 45% en solo dos años. El 061 catalán ha contabilizado entre el pasado junio y octubre 3.913 consultas por ideaciones autolíticas, dentro del Plan de prevención del suicidio (2021-2025), aprobado hace un año.
Javier Gómez, médico de urgencias y responsable del programa de salud mental en el 061 andaluz, explica cómo se gestiona una llamada que puede ser la última: “Intentamos localizar dónde se encuentra la persona, por si se corta la llamada. Se trata de demorar esa actitud como sea, explicarle que esa decisión no tiene solución, nunca llevarle la contraria porque él o ella tiene 5.000 problemas y hay que entenderle, darle otras salidas e ir tomando decisiones en función de la llamada”. Gómez achaca la explosión de consultas al coronavirus: “La pandemia ha hecho saltar las costuras, ha sido horroroso. Ahora veo un repunte y en parte es por la soledad, que es nefasta y es lo que más pesa. Pero todo influye, es un magma de problemas postpandémicos”.
El Gobierno presupuestó 100 millones para su Plan de Atención de Salud Mental 2022-2024. “Es decir, poco más de dos euros por habitante para solucionar un problema de estas dimensiones. Es una burla”, criticó el Sindicato de Estudiantes, convocante de la huelga del pasado jueves. Más País negoció con distintos ministerios más recursos para la salud mental a cambio de su apoyo a los Presupuestos para 2023. Entre las voces críticas ha destacado el Consejo General de Colegios Oficiales de Psicólogos, para el que el plan “se queda muy corto”. El fenómeno afecta especialmente a los jóvenes y las tentativas de suicidio entre personas de 10 a 24 años se multiplicaron por tres entre 2006 y 2020.
Al margen de los 061 autonómicos, las peticiones de auxilio también subieron para el Teléfono de la Esperanza, que el año pasado atendió 7.800 llamadas de temática suicida, un 56% más que en 2020, con 4.935 consultas.
Numerosas autonomías han reforzado sus plantillas de psicólogos y psiquiatras, pero el abandono crónico del problema de la salud mental en España es tan severo que la media tan baja de seis psicólogos por cada 100.000 habitantes, tres veces menos que la media europea, tardará en corregirse. Mientras, en la calle la indignación se palpa cada vez más y la ruptura del tradicional tabú a tratar el tema ha provocado que las manifestaciones pasen de ser minoritarias a contar con miles de jóvenes en las calles. “En la sanidad pública, el tratamiento se limita a la prescripción de psicofármacos, en ocasiones de manera excesiva y perjudicial”, critican los Colegios de psicólogos. España es el primer país del mundo en el índice de consumo de fármacos para tratar la ansiedad, el insomnio o los trastornos emocionales, según Naciones Unidas.
De los 3.941 suicidios ocurridos en 2020, Asturias tiene la tasa más alta (10,11 habitantes por cada 100.000), seguida de Galicia, Andalucía y Canarias. Con las tasas más bajas figuran Ceuta y Melilla, con 5,12 y 4,96 habitantes por cada 100.000.
Sobre las causas tan numerosas que empujan a los más desesperados, los expertos discrepan. “Es un momento especial y la apertura a hablar del suicidio y tener dónde acudir ante la ideación suicida pueden explicar el crecimiento generalizado de consultas. Las circunstancias de la pandemia llevaron a una situación límite”, razona Pedro Marina, portavoz de la Asociación Española de Neuropsiquiatría (AEN) para temas de suicidio y presidente de la asociación asturiana de salud mental.
Guillermo Fouce, presidente de la Fundación Psicología sin Fronteras, destaca “la soledad no deseada”, cómo la pandemia ha generado más pobreza y desesperación, y la influencia del clima frío, que provoca que la gente viva más aislada, entre otros factores. Y, sin embargo, Andoni Anseán, presidente de la Fundación Española para la Prevención del Suicidio, habla de un cóctel de factores de riesgo y precipitantes sin fórmula clara y estable: “No hay respuestas sencillas a problemas complejos. Los factores son muchos y es muy difícil saber qué influencia tiene cada uno. A menudo pensamos que determinados factores tienen mucha influencia, como la crisis económica o la pandemia, cuando probablemente no esté soportado en la evidencia científica, y otros factores creemos que no son tan importantes cuando sí hay evidencia de que lo sean, por ejemplo, las separaciones conyugales”.
El 24,9% de los jóvenes entre 15 y 29 años han consumido psicofármacos en el último año, según el Barómetro Juvenil. Salud y Bienestar 2021. Sobre las manifestaciones de adolescentes y universitarios, Marina alerta: “Tenemos que escuchar con muchísima atención todo lo que salga de la voz de los jóvenes. La sociedad tiene que hacer el esfuerzo de interpretar las demandas de un colectivo importantísimo que pide ayuda”.