La soledad no deseada: “No es un fracaso individual, sino un fracaso como sociedad”
Más País presenta una proposición no de ley para combatir el aislamiento involuntario y elaborar un censo nacional para dimensionar el problema
“A mí me gusta moverme, no me gusta estar en casa sola. Pienso que, a nuestras edades, es bueno al menos hablar con otras personas, hacer cosas que te hagan ilusión”, dice Pilar Pastor, de 78 años. “Por eso voy talleres, por el contacto, porque hablas con otras personas, por el cambio de impresiones. Es muy triste estar sola en casa”. Como Pastor, el 11% de los españoles se ha sentido solo o sola durante el último año, según un informe la Comisión Europea. Entre abril y junio de 2020, en plena pande...
“A mí me gusta moverme, no me gusta estar en casa sola. Pienso que, a nuestras edades, es bueno al menos hablar con otras personas, hacer cosas que te hagan ilusión”, dice Pilar Pastor, de 78 años. “Por eso voy talleres, por el contacto, porque hablas con otras personas, por el cambio de impresiones. Es muy triste estar sola en casa”. Como Pastor, el 11% de los españoles se ha sentido solo o sola durante el último año, según un informe la Comisión Europea. Entre abril y junio de 2020, en plena pandemia, la cifra aumentó a 18,8%. Las personas mayores son las vulnerables, según un informe del Observatorio Estatal de la Soledad no Deseada. España no tiene un plan para combatir este problema y tampoco conoce cuántas personas lo están atravesando.
Pastor vive en Villafrades de Campos, un pequeño pueblo de Valladolid. Vive con su marido, pero se siente sola. La soledad elegida no es lo mismo que la soledad no deseada. Existen marcadas diferencias entre ambas. El portavoz del Observatorio de la Soledad No Deseada de Fundación ONCE, Miguel Ángel Cabra de Luna, explica que muchas veces se confunde el “vivir solo con estar en soledad”. Para Cabra, la soledad no deseada se produce cuando las personas no tienen la cantidad o la calidad esperada de relaciones sociales y es una condición que no la eligen. “Hay mayores que están viviendo en residencias con 500 personas, pero se sienten solas”.
Desde hace dos días, Pastor asiste a un taller de cocina tradicional de Fundación Personas, dedicado a atender a discapacitados y dependientes. Esta no es la primera vez, antes iba a otros cursos de cultura y manualidades. “Voy al taller porque hablas con otros de las enfermedades, del tiempo, por el contacto con la gente, el cambio de impresiones”.
El director general de la Fundación Personas, Jesús Mazariegos, cuenta que han comenzado un proyecto piloto para combatir la soledad no deseada en tres pueblos de Valladolid de menos de 200 habitantes. Al programa asisten cerca de 40 personas entre 65 y 85 años, como Pastor. A través de talleres culturales, manualidades y recuerdo de la memoria de sus pueblos buscan vincular a los mayores. Mazariegos quiere ampliar el proyecto a cinco pueblos más y llegar a más de 300 usuarios que viven en un entorno rural con severas dificultades para crear lazos de amistad.
Más País ha presentado este lunes en el Congreso una proposición no de ley para combatir la soledad no deseada. La iniciativa busca implementar un Plan Estratégico “con un presupuesto económico diferenciado”. Para el portavoz de Más País, Íñigo Errejón, es necesario un fondo propio, destinado solo al problema y no a otras partidas. “Queremos que las administraciones se ocupen de este problema como una cuestión importante, central y, por tanto, que le dediquen recursos”, sostiene Errejón.
El presidente de la Comisión de Soledad no Deseada de la Plataforma de Mayores y Pensionistas, Lázaro González, felicita la iniciativa, aunque insiste que es un tema que “no acaba de despegar en la agenda política”. González hizo una solicitud al Gobierno el pasado 26 de julio para que elabore una estrategia nacional. En ese momento, el Ministerio de Derechos Sociales les respondió que iba a presentar un borrador este otoño. “Pero no sabemos nada de eso”, dice.
El Ministerio de Derechos Sociales asegura que está trabajando con diferentes colectivos en una estrategia nacional contra la soledad no deseada en personas mayores. El director general del Instituto de Mayores y Servicios Sociales de este departamento, Luis Barriga, explica que tienen previsto presentar un documento definitivo para finales de este año. El plan contemplará, según Barriga, una red de ciudades amigables para combatir el aislamiento en entornos urbanos y rurales. “El programa, en un principio, está centrado en personas mayores porque es la encomienda que teníamos desde el gobierno de coalición, pero no quita que es un fenómeno más amplio”, afirma.
Errejón asegura que otra de las propuestas es elaborar un censo nacional para contar con cifras desagregadas de la soledad no deseada por edad, género y ubicación. Marcos Calvo, el referente estatal del proyecto Enrédate de la Cruz Roja, que combate el aislamiento en personas mayores, explica que solo hay datos de personas solas. Casi cinco millones de españoles viven sin compañía, según el Instituto Nacional de Estadística. De ellos, dos millones son mayores de 65 años. Pero se desconoce cuántas viven solas por decisión y cuántas porque no les queda otra opción. “Hay estudios territoriales, pero no hay cifras que podamos dar”. Lo que, sumado al estigma a la hora de reconocer que alguien se siente solo, dificulta más la situación.
Lina Borges, de 70 años, acude con su marido al mismo taller de soledad no deseada que Pilar Pastor. “Voy porque hay una diversidad de opiniones, siempre aprendes, pero más que nada porque si tú vas a estos talleres estás un poco entretenida y no te sientes sola”. Antes de la pandemia, Borges y su marido iban a cursos de educación de adultos. “Nos juntábamos con otros del pueblo y hablábamos de cultura general, recordábamos todo lo que aprendíamos en las clases en el colegio”. Pero después de la pandemia dejaron de ir por miedo a los contagios.
La covid disparó la soledad
Después de la pandemia de la covid, los casos de soledad se han agravado y aumentado. En respuesta, la Cruz Roja lanzó el pasado 8 de septiembre el proyecto Te acompaño, un servicio para combatir este fenómeno en todas las edades. En casi un mes han recibido más de 500 llamadas. La mayoría superan los 60 años, pero Calvo dice que también hay jóvenes y de mediana edad. Muchos de ellos están atravesando por problemas como la pérdida de un ser querido del que dependían para su día a día. El proyecto integra a los participantes en actividades en las que puedan relacionarse con otras personas. “Hay que tratar que sea lo más cotidiano y normal posible”, sostiene Calvo.
Para González, es necesario el compromiso del Gobierno y las comunidades autónomas. Errejón destaca el ejemplo de otros ayuntamientos como el de Valencia, donde han puesto en marcha la idea de pisos intergeneracionales. Un sistema en el que las personas mayores y jóvenes puedan compartir vivienda. Getafe es otro referente a la hora de luchar contra el aislamiento. Ha instalado dispositivos en casas de personas mayores para que puedan sentirse acompañadas y recibir atención psicológica.
Países como el Reino Unido tienen su propio departamento de políticas públicas relacionadas con la soledad desde 2018. Fue el primer país en crear una secretaria para combatir este problema. El aumento de suicidios, provocados por la pandemia, obligó a Japón a crear un Ministerio de la Soledad. La cifra de muertes alcanzó los 21.919 solo en 2020, el mayor incremento después de 11 años.
Desde Más País esperan el apoyo de todas las formaciones políticas. “En este tema es deseable que las diferencias tradicionales entre formaciones políticas pasen a un segundo plano”, señala Errejón. Asegura que son cuestiones que a lo mejor están fuera del radar de la política oficial, pero no de las preocupaciones cotidianas de los españoles.
La soledad no deseada tiene solución, pero necesita de planificación. Para Calvo es necesario que las autoridades se comprometan a construir ciudades en las que las personas puedan tener relaciones entre sí. Eso implica, dice Calvo, considerar cómo se organizan los horarios laborales para tener tiempo de socializar. “La soledad no es un fracaso individual, sino un fracaso como sociedad”, sentencia Calvo.