Los peligros del ‘doctor’ Tiktok: “Me llegaron cientos de mensajes de gente muy jodida y yo no soy psicólogo”

Los expertos alertan del autodiagnóstico y los cambios de conducta que muchos jóvenes pueden experimentar al consumir contenidos sobre salud mental contados en redes por ‘influencers’ sin filtros profesionales

Rubén Avilés, 'tiktoker' fotografiado en la Gran Vía de Madrid.Claudio Álvarez

Una de las recomendaciones de los psiquiatras para tratar los traumas es compartirlos en círculos conocidos y controlados una vez digeridos con ayuda profesional. “Ese reconocimiento es muy terapéutico”, afirma Ignacio Civeira, psiquiatra infantojuvenil de la unidad de adicciones comportamentales del Hospital Gregorio Marañón de Madrid. Frente a lo que sucede en consulta, y en plena ...

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Una de las recomendaciones de los psiquiatras para tratar los traumas es compartirlos en círculos conocidos y controlados una vez digeridos con ayuda profesional. “Ese reconocimiento es muy terapéutico”, afirma Ignacio Civeira, psiquiatra infantojuvenil de la unidad de adicciones comportamentales del Hospital Gregorio Marañón de Madrid. Frente a lo que sucede en consulta, y en plena oleada de problemas de salud mental agudizados por la pandemia, Tiktok se ha convertido en una plataforma sin filtro en la que expresar traumas, angustias y ansiedades. En el diván del doctor Tiktok, es un influencer quien comparte su experiencia con miles de seguidores. Ellos eligen las normas que imperan, los temas que se tratan y el tono que emplean. Por una parte, es liberador y ayuda a romper el estigma con la salud mental. Pero hay riesgos: existe el peligro de que algunos seguidores se autodiagnostiquen y empiecen a cambiar su comportamiento sin la supervisión de un profesional. “Entre los más jóvenes se suele dar la mimetización, les entra información no contrastada y empiezan a copiar actitudes solo porque esa persona les parece interesante o les atrae”, advierte Civeira.

La influencer @roenlared (se llama Rocío Romero, tiene 34 años y casi 400.000 seguidores en Instagram), que vive de las redes sociales desde 2016 gracias a los contratos anuales que firma con las marcas, no crea contenido específico de salud mental. Trata situaciones cotidianas, como las presiones a las que están sometidas las mujeres, siempre en tono de comedia. Hace unos años, contó un trastorno alimenticio que sufrió de los 11 a los 25 años: una anorexia nerviosa. “En la familia nunca lo habíamos vuelto a hablar, lo había enterrado y tenía miedo de mencionarlo en internet porque no sabía cómo enfocarlo”, cuenta. Con la ayuda de su psicólogo, hizo un primer vídeo y animó a sus seguidores a mandarle preguntas. Recibió más de mil emails en pocos días. “Al ver mi parte más vulnerable, la gente se abrió mucho conmigo y empecé a recibir consultas de trastornos de la conducta alimentaria, de abusos, de ideas de suicidio... Me di cuenta de que era inabarcable”.

Rocío Romero, conocida por @roenlared.

Su plan inicial era, junto a su psicólogo, lanzar un segundo vídeo con las respuestas, pero se le ocurrió algo mejor. Creó una aplicación de audios sobre bienestar emocional, Caliope, que ya cuenta con 16 terapeutas profesionales (todos ellos influencers como @neuronacho, @maria_esclapez o @dr.rosamolina), en los que atienden las peticiones.

Ese poder de las redes puede servir para romper esquemas mentales y atreverse a revisar lo que no está funcionando bien. A la psicóloga Ana Belén Medialdea (31 años) —que crea contenidos desde el lado profesional y tiene más de 41.000 seguidores en Instagram, @anapsicologamadrid—, le han llegado pacientes que se decidieron a iniciar la terapia porque vieron que algunos de sus referentes en las redes lo consiguieron. “Una de mis pacientes seguía una cuenta que habla sobre la gordofobia y un día se sintió identificada. Sentía culpa a la hora de comer, cuando tomaba un trozo de tarta con sus amigas, luego se obligaba a hacer deporte esa misma tarde. Fue cuando decidió venir a consulta y vimos que presentaba alertas, una obsesión por su cuerpo, tendencia por las prendas anchas... la pillamos a tiempo”.

En cambio, a la consulta online de Sara Sarmiento (35), —con 2,1 millones de Me gusta en su canal de Tik Tok—, llegan muchos pacientes confundidos y autodiagnosticados por los síntomas que han descrito algunos creadores de contenido en redes o por conversaciones privadas con ellos, personas a las que no conocen de nada. “Hay que deconstruir esa autoimagen y ayudarle a quitarse de encima todas las etiquetas que se ha puesto. Muchos son adolescentes que patologizan su estado cuando se trata de un proceso natural, su personalidad está en construcción y no padecen ningún trastorno, simplemente están atravesando una etapa con picos de sufrimiento”, indica la psicóloga. Lo más peligroso, cuenta, es cuando empiezan a cambiar sus hábitos sin consultarlo con nadie porque están convencidos de que encajan en un diagnóstico.

En uno de los capítulos de su programa para TikTok Las voces de ellas, Rubén Avilés (23 años y más de 11,5 millones de Me gusta), conocido por su activismo LGTBI y por el humor y el sarcasmo de sus contenidos, hizo una confesión inesperada: “En mi preadolescencia —con 12 años— padecí anorexia. Yo era el maricón del cole... ser el maricón y encima el gordo, yo ya no podía más y dije: gordo no voy a ser. Entonces, empecé a restringir muchísimo mis comidas, a contar calorías”. Cuando su familia se dio cuenta, le llevaron al médico, quien le dijo que “esos problemas son más propios de niñas”, relata Avilés, que también vive de las redes y de los contratos con diferentes marcas.

“No me gusta exponerme”, explica a este periódico. “Si acabo de romper con mi novio y estoy fatal, no le expongo. Mi pareja me la reservo para mí. En el caso del trastorno de la conducta alimentaria que sufrí, del que ya me recuperé hace años, decidí contarlo porque es un proceso que he revisado con un especialista... tenía mucho miedo porque no sabes cómo va a reaccionar la gente ni las marcas”. Su argumentación es razonable: “Hay mucha gente con pensamientos intrusivos —que aparecen automáticamente y de forma recurrente— que escribe o compone canciones. Yo hago vídeos para expresarme y creo que merece la pena cuando la gente joven te da las gracias por haberle abierto los ojos, por hablarles de un problema que no se atrevían a sacar”.

Luego está la parte menos digerible. A raíz de ese vídeo le empezaron a entrar cientos de mensajes directos (a través del chat de la red social) de chavales jóvenes pidiéndole consejo. “Yo no puedo ser el terapeuta personal de medio millón de personas que están jodidas, no soy psicólogo y no soy nadie para decir qué hacer, no tengo ni idea de las pautas”, relata. Hay algunos mensajes que le han removido especialmente y que ha decidido contestar. El caso, por ejemplo, de un chico de 14 años al que su madre quiso llevar al psiquiatra después de que este le contara que era gay. “A veces me sale una responsabilidad que yo mismo me impongo, le dije que tuviera claro que él estaba perfectamente... implicarme en cada caso sería irresponsable y también perjudicial para mi propia salud mental”, expone.

Un programa piloto en Instagram

El pasado junio, Instagram lanzó en Estados Unidos el programa piloto Well-being Creator Collective para dar formación a unos 50 creadores de contenido relacionado con el bienestar emocional y asegurarse de que lo hacen de forma “responsable”. El proyecto está liderado por un comité de profesionales de la salud externo a la compañía. En España se está estudiando cómo activar una iniciativa similar, indican desde el departamento de comunicación. De momento, cuando un usuario busca contenidos relacionados con trastornos de la alimentación o suicidio, de forma automática salta una pestaña con consejos y formas de contactar con organizaciones especializadas. “No permitimos que se promuevan conductas relacionadas con autolesiones o trastornos alimentarios, en cuanto detectamos esos contenidos, los eliminamos”, informan desde la tecnológica.

En 2020, el suicidio fue la segunda causa de fallecimiento entre los jóvenes de 15 a 29 años (300) por detrás de los tumores (330). Y nunca se había alcanzado una cifra tan alta en menores de 15 años (14 se quitaron la vida, siete niños y siete niñas) como en ese año. En septiembre de 2022, el ministerio incorporará por primera vez 20 plazas MIR en la especialidad de Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia.

Por su parte, en TikTok cuando alguien hace una búsqueda relacionada con conductas suicidas, aparecen líneas de ayuda para la prevención como el Teléfono de la esperanza. De los más de mil millones de usuarios a nivel mundial que acumulan, el 67% son mayores de 25 años.

Samantha, concursante de Operación Triunfo 2020. _samantha

Cuando @_samantha (300.000 seguidores en Instagram), concursante de Operación Triunfo de la edición 2020, contó a sus fans que sufría ataques de pánico, buscaba que se normalizara la enfermedad mental. “Fue un absoluto clickbait [titular anzuelo], estábamos en mitad del programa y yo subí una foto sonriendo acompañada de un texto en el que reconocía que no estaba bien... Tuvo más de 5.000 comentarios, los mensajes eran sobre todo de apoyo”. A los 21 años tuvo el primer episodio. “No me sentía cómoda con nadie, incluso un día que estaba de compras con mi madre la miré y me dio el ataque, sabía que tenía que ir al psicólogo, pero no lo decía... Llevo siete años con mi terapeuta y vi que era el momento de decir abiertamente que sigo sufriendo crisis”, relata. “No todo es fiesta en Instagram, si estás mal tienes que poder contarlo”, añade.

La epidemióloga e investigadora del suicidio en adolescentes de la Universidad de Columbia Katherine Keyes considera que los jóvenes que pueden presentar mayor vulnerabilidad a esos contenidos son aquellos con conflictos interpersonales o en choque continuo con su familia o amigos, aquellos que están en situación de exclusión social o marginados. Precisamente, esa situación de vulnerabilidad puede conllevar, según el psiquiatra del Gregorio Marañón Ignacio Ceveira, mayores dificultades para digerir la velocidad de los algoritmos de las redes, que sugieren diferentes contenidos de forma constante, sin pausa. “Si yo afirmo en Instagram que el chocolate con un 90% de cacao genera esquizofrenia, los que disponen de menos recursos tendrán más problemas para filtrar, para contrastar y validar”.

Claudia Pradas (26), @claudiap_psicologia en TikTok (17,5 millones de Me gusta), resume uno de los grandes problemas que se pueden presentar: confundir anécdotas con criterios diagnósticos. “Creer que porque le pasó a un influencer, querer coger un cuchillo y llevarse un tenedor es un síntoma de TDAH [trastorno por déficit de atención e hiperactividad]”. Ella forma parte de otra tendencia; los psicólogos creadores de contenido sobre salud mental. Cree que los más jóvenes acuden a las redes en busca de ayuda porque han sufrido las “creencias” de generaciones anteriores, padres y abuelos para los que no existe la educación emocional. El punto de inflexión llegó con la pandemia, que “tiró de la manta” y llevó a los jóvenes a compartir su angustia. “Me intento acercar a ellos contando historias personales, como el bullying que sufrí de primero a cuarto de la ESO, era la friki sin amigos, les muestro que este es un lugar seguro para ellos”. La etiqueta #saludmental en TikTok suma más de 8.400 millones de visualizaciones.


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