La gran crisis de desabastecimiento de leche infantil en EE UU dispara las peticiones de ayuda
Un puente aéreo de la Casa Blanca importará este fin de semana existencias desde Suiza, mientras las madres se organizan en grupos de internet y los bancos de leche ven aumentar las consultas
Penuria en el país de la abundancia; del consumo desaforado, del despilfarro. En EE UU, miles de padres y madres arrostran hace meses una crisis de desabastecimiento de leches de fórmula que ha dejado sin alimento a sus bebés, mientras los precios se disparan por la demanda y algunos, sobre todo en internet, pretenden sacar provecho de su desesperación. La Casa Blanca se ha visto obligada a intervenir, ...
Penuria en el país de la abundancia; del consumo desaforado, del despilfarro. En EE UU, miles de padres y madres arrostran hace meses una crisis de desabastecimiento de leches de fórmula que ha dejado sin alimento a sus bebés, mientras los precios se disparan por la demanda y algunos, sobre todo en internet, pretenden sacar provecho de su desesperación. La Casa Blanca se ha visto obligada a intervenir, recurriendo a una ley de producción militar de la Guerra Fría gracias a la que ha establecido un puente aéreo para importar existencias, mientras el Congreso aprueba remedios como una ayuda urgente de 28 millones de dólares, contra la que 192 republicanos votaron en contra. Dos lactantes con necesidades nutricionales especiales han sido hospitalizados en las últimas semanas tras ser alimentados con fórmulas alternativas, las únicas que sus mayores pudieron encontrar. Uno ya está fuera de peligro.
El desabastecimiento de leches maternizadas alcanzaba la semana pasada el 43% del mercado, que está en manos de cuatro grandes compañías, una de las cuales, Abbott, con más del 45% de la producción total, se halla en el origen directo, pero no único, de la crisis. Después de que a finales de año enfermaran cuatro lactantes que habían tomado leche de esos laboratorios -dos de ellos murieron-, se hallaron trazas de contaminación por la bacteria cronobacter zakazakii en la fábrica de Abbott, en Míchigan. La planta fue cerrada y el desabastecimiento, que se arrastraba desde el año pasado por el atasco de las cadenas de suministro originado por la pandemia, se multiplicó por cien. La planta reabrirá en una o dos semanas.
La población más afectada, concentrada en Estados como Misuri, Tennessee y Iowa, comparte una característica: son familias de rentas bajas, dependientes de un programa federal de apoyo a la salud materno-infantil (WIC, en sus siglas inglesas) que durante esta crisis ha demostrado ser también una trampa burocrática, ya que Estados y fabricantes cierran directamente sus contratos, lo que restringe la variedad de proveedores y marcas. En muchos casos, además, los lactantes dependen de productos concretos por alergia a la proteína de la leche o por necesidades nutricionales específicas. La baja tasa de lactancia materna, en un país en el que no existe una baja por maternidad universal, acaba de complicar el panorama: en 2020, menos de la mitad de las madres recurrieron únicamente a dar el pecho a sus bebés, según datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
La suma de factores generó la tormenta perfecta, y abril fue el mes más cruel. En seis Estados, más de la mitad de la fórmula disponible se agotó completamente durante la semana del 24, según el rastreador virtual Datasembly. Las familias empezaron a movilizarse, recorriendo comercios y farmacias en un radio de cientos de kilómetros, y en internet, donde el precio de los envases se multiplicaba día tras día, mientras la actividad de bots acaparadores de inventario con fines especulativos agravaba la crisis. Las grandes cadenas minoristas reaccionaron limitando la venta de unidades por cliente. Grupos de madres en internet intentan vehicular la ayuda. “Estamos buscando desesperadamente una leche concreta en Tempe (Arizona) o en cualquier lugar de Phoenix. Es para mi sobrina, que nació prematura. Mi hermana depende del programa WIC, por lo que no puede permitirse comprar en el mercado libre por los altos precios. Sólo le quedan dos latas”, explica a través de Messenger Celestine.
También cuenta su caso Michele White: “Estamos desesperados. Se nos está terminando nuestra última lata y no encontramos la fórmula en ningún lado. Dependemos del programa WIC y tememos que [este] no permita sustituciones del producto con las mismas condiciones [de precio]. Mi hijo sólo toma una marca concreta que está enriquecida con hierro. Por favor, necesitamos muestras gratis, donaciones, lo que sea. Nos vemos impotentes”. White recuerda que los bebés rechazan además sabores y texturas a los que no están acostumbrados, lo que complica la eventual sustitución… si es que existen alternativas.
El mercado de leches maternizadas en EE UU, un oligopolio que ha revelado ser también un problema, alcanza los 4.000 millones de dólares y es, o era hasta el cierre de la planta de Abbott, autosuficiente. El primer puente aéreo establecido gracias a la llamada Operación Fly Formula de la Casa Blanca, aprobada este miércoles gracias a una ley de seguridad nacional que data de 1950, importará este fin de semana una cantidad indeterminada de leche desde una fábrica de Nestlé en Suiza. Los bancos de leche también se han movilizado, con especial atención a la demanda de bebés prematuros o con patologías. “Nuestros bancos de leche en todo el país están viendo un aumento en el interés de los donantes que quieren ayudar durante la crisis de escasez de fórmula infantil. Estamos muy agradecidos a aquellos que generosamente dan su leche para ayudar a otros bebés que lo necesitan. Esperamos que las personas continúen donando su leche materna adicional más allá de esta crisis inmediata, ya que la necesidad de leche de donantes es constante”, explica Lindsay Groff, directora ejecutiva de la Asociación Norteamericana de Bancos de Leche Humana, que reúne a una treintena de centros en EE UU. Las consultas sobre donación de leche se han incrementado un 20% en las últimas semanas.
La dimensión política y administrativa de la crisis también es reseñable. El responsable de la Agencia federal de Alimentos y Medicamentos (FDA, en sus siglas inglesas), el doctor Robert M. Califf, compareció el jueves ante un subcomité del Congreso, que le sacó los colores y ante el que sólo pudo entonar un mea culpa. Las iniciativas legislativas parecen abocadas a naufragar en el Senado, con empate técnico entre las dos bancadas. La Cámara aprobó el miércoles dos leyes, una de fondos de emergencia de la FDA por importe de 28 millones, que fue apoyada por 12 republicanos (192 votaron en contra). La segunda medida, que solo rechazaron nueve republicanos, garantiza que las familias de rentas bajas puedan continuar comprando fórmula amparadas en el programa WIC. Mientras, en la India, la sucursal local de los laboratorios Abbott retiraba este viernes dos líneas de fórmula infantil producidas en la planta de Míchigan… Los productos manufacturados en la India continúan, de momento, en los estantes.