Las cautelas de algunas autonomías e instituciones retrasan el adiós de las mascarillas en interiores
El Consejo General del Poder Judicial recomienda el uso del tapabocas, al igual que los rectores. Varios gobiernos autonómicos siguen aconsejando su utilización, especialmente Asturias tras entrar en riesgo alto
Solo hace falta un vistazo al interior de un supermercado para darse cuenta de que muchas personas siguen usando la mascarilla en interiores aunque el Gobierno permita no hacerlo. Esta decisión individual es señal de una realidad estadística: la mayoría de los españoles creen que es pronto para quitársela, ...
Solo hace falta un vistazo al interior de un supermercado para darse cuenta de que muchas personas siguen usando la mascarilla en interiores aunque el Gobierno permita no hacerlo. Esta decisión individual es señal de una realidad estadística: la mayoría de los españoles creen que es pronto para quitársela, como señala una encuesta de 40db. para EL PAÍS. En la misma línea, instituciones públicas y organismos con autoridad sobre amplios estamentos sociales han recomendado en las últimas horas seguir usando las mascarillas bajo techo.
Un ejemplo representativo es el Gobierno de Asturias, que este jueves solicitó a sus ciudadanos que sigan utilizando la mascarilla en interiores “de manera general”, solo un día después de anunciar que el Gobierno central dejaba de imponer la protección. El Ejecutivo toma está decisión después de que la comunidad autónoma entrara en riesgo alto, según el nuevo sistema de vigilancia del coronavirus. El indicador que marca en rojo a este territorio es la presión hospitalaria por pacientes contagiados por el virus, de un 11,23% este miércoles según el Ministerio de Sanidad. “Tenemos un problema en la hospitalización”, dijo este jueves en rueda de prensa el jefe de Vigilancia Epidemiológica de Asturias, Mario Margolles. Ante esta situación, “consideramos absolutamente necesario el uso de la mascarilla en todo espacio interior tal y como se venía haciendo hasta ahora”, añadió el jefe de Alertas y Emergencias Sanitarias, Miguel Prieto.
Asturias, la comunidad más envejecida de España (49 años de media), es la única autonomía en el nivel más alto de riesgo. Y también es la que ha sido más contundente en su consejo de que la mascarilla siga estando presente en interiores. Otras comunidades lanzan mensajes parecidos, como Galicia. Una portavoz de la Xunta insiste en que “Galicia recomienda seguir usándola en interiores, sobre todo si no hay distancia ni hay ventilación”. El vicepresidente segundo y consejero de Sanidad y Servicios Sociales de Extremadura, José María Vergeles, también ha defendido su uso este viernes: “Si suben los casos ya veríamos lo que nos dicen los expertos en Salud Pública. Nosotros de momento seguimos manteniendo el uso responsable de la mascarilla”. Además, el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, ha pedido llevar la mascarilla donde “haya gente” porque “el virus sigue ahí”. Otras regiones se limitan a recomendarlas para proteger a personas vulnerables. Cabe destacar que las comunidades no pueden imponer la obligatoriedad de las mascarillas, ya que depende de una ley estatal.
José Martínez Olmos, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública y ex secretario general de Sanidad (2005-2011), cree que las regiones que piden seguir usando las mascarillas dan “un buen consejo”. “Lo mejor era mantener la mascarilla en interiores. Ya que no se ha hecho, me parece bien que haya instituciones que lo estén recomendando”, añade este experto. Defiende el uso del cubrebocas en interiores porque, considera, estamos “lejos” de controlar la pandemia. Salvador Peiró, epidemiólogo de la Fundación para el Fomento de la Investigación Sanitaria y Biomédica de la Comunidad Valenciana, cree que las regiones con peores datos “hacen bien” al añadir medidas de control: “Me parece muy razonable que dejen la mascarilla y también sería interesante volver a aislar a los positivos”.
A nivel nacional, la incidencia acumulada del virus por cada 100.000 habitantes entre mayores de 60 años es de 562,26 en las últimas dos semanas, mientras que el 3,7% de las camas de UCI están ocupadas por contagiados de coronavirus, porcentaje que escala hasta el 5,08% en planta. Con estos valores, los principales del nuevo sistema de vigilancia epidémica, España está en el nivel intermedio de alerta. Son datos ligeramente peores que hace dos semanas, cuando la incidencia entre mayores de 60 era de 420,19 casos, la presión en UCI era del 4,03 y la asistencial del 3,36%. “Y los datos de incidencia son mucho peores, ya que apenas se realizan pruebas y muchos positivos se autodiagnostican y no lo notifican al sistema”, añade Martínez Olmos. Sanidad defendió el fin del tapabocas aludiendo a la drástica caída de la letalidad del virus gracias a las vacunas (el 92% de la población mayor de 12 años se ha inmunizado contra la covid-19).
Los jueces, con mascarilla
Este viernes, la comisión permanente del Consejo General del Poder Judicial ha actualizado la guía de buenas prácticas que elaboró al inicio de la pandemia para eliminar la obligatoriedad de la mascarilla en los juzgados, aunque sigue recomendando su uso “responsable y continuado” en los espacios cerrados, especialmente en salas de vistas y de declaraciones, juzgados de guardia donde no se pueda guardar la distancia mínima de seguridad, lugares donde se produzcan aglomeraciones y en desplazamientos a centros penitenciarios, sanitarios o residencias de mayores en vehículo compartido.
En el ámbito universitario, la conferencia de rectores (CRUE) ha trasladado a los servicios de prevención de riesgos de las universidades la recomendación de seguir usando la mascarilla en los lugares de uso compartido, como aulas y laboratorios, y en especial cuando no se pueda guardar la distancia de 1,5 metros. Cada universidad puede hacer lo que desee, aunque muchas de ellas están siguiendo la línea marcada por CRUE. Por ejemplo, el rector de la Universidad de Castilla-La Mancha, Julián Garde, recomendó este jueves que tanto el alumnado como el personal de la institución hagan uso de la mascarilla cuando el número de personas que se reúnan en un aula o en un laboratorio sea elevado. En similares términos, el rector de la Universidad de Extremadura, Antonio Hidalgo, ha afirmado que seguirán las recomendaciones de la CRUE para la utilización responsable de la mascarilla y que “nunca” será una obligación en el interior de los edificios.
Así, dos días después de que entre en vigor el fin de la obligatoriedad de usar las mascarillas, queda claro que su adiós será un proceso gradual. En ese camino juegan un papel fundamental los servicios de prevención de riesgos laborales de las empresas, que deciden, en función de las circunstancias del centro de trabajo, si mantienen la obligatoriedad de las mascarillas en interiores. Algunas grandes compañías, como Carrefour (35.000 empleados en España), Caixabank (46.000 entre España y Portugal) o la constructora San José (3.000) mantienen la obligatoriedad del cubrebocas. Martínez Olmos es crítico con dejar la decisión de mantener o no las mascarillas en manos de las empresas: “Va a dar lugar a respuestas muy desiguales”. Sin embargo, Peiró opina que estos equipos son los “adecuados” para evaluar el riesgo en cada centro de trabajo: “Hay un conocimiento local que es muy importante. Ellos saben si, por ejemplo, hay una persona que tiene un trasplante en la oficina. Me parece muy sensato”.
“El fin de las mascarillas en interiores”, continúa Peiró, “llevaba una letra pequeña en la que no se ha incidido lo suficiente”. Este epidemiólogo considera que apenas se ha trasladado el mensaje de que hay colectivos que deben seguir usándolas (especialmente las personas vulnerables) y que son necesarias en espacios en los que no se pueda mantener la distancia de seguridad y no haya ventilación suficiente. “Toda la comunicación que se ha hecho es la contraria, de runrún de final de pandemia. Es todo lo contrario de lo que necesitábamos”, finaliza.