El número de ateos en España se multiplica durante la pandemia
En los dos primeros años tras la llegada de la covid-19 los no creyentes han pasado del 27,7% al 37,1% de la población. En el año 2000 solo el 13,2% de los ciudadanos se declaraban ateos o agnósticos
“Entre los párrocos hablamos mucho y hemos constatado que ahora vienen menos personas a misa los domingos. No creo que haya menos creyentes pero, sobre todo en las grandes ciudades, parece que en su forma de vida ya no está la obligación de ir a misa cada domingo”, admite el párroco de la céntrica iglesia de Santa Anna, en Barcelona, Peio Sánchez.
La Fundación Ferrer i Guàrdia ha presentado este jueves su informe sobre la evolución de la religiosidad y laicidad en España y ha constatad...
“Entre los párrocos hablamos mucho y hemos constatado que ahora vienen menos personas a misa los domingos. No creo que haya menos creyentes pero, sobre todo en las grandes ciudades, parece que en su forma de vida ya no está la obligación de ir a misa cada domingo”, admite el párroco de la céntrica iglesia de Santa Anna, en Barcelona, Peio Sánchez.
La Fundación Ferrer i Guàrdia ha presentado este jueves su informe sobre la evolución de la religiosidad y laicidad en España y ha constatado que durante los dos años de pandemia se ha acelerado la pérdida de las creencias religiosas entre la población.
Según los datos recopilados en dicho estudio –elaborado a partir de los barómetros del CIS–, si en el año 2000 solo el 13,2% de la población española se declaraba atea o agnóstica, en 2019 lo hacía el 27,5% y el pasado 2021 los no creyentes eran el 37,1% frente al 58,8% que se consideraban católicos y el 2,5% de creyentes de otras confesiones. La Fundación Ferrer i Guàrdia señala que los españoles más jóvenes son cada vez menos creyentes: el 63,5% de los ciudadanos de entre 18 y 24 años no tienen ningún tipo de creencia y el 56,2% de los encuestados de entre 25 y 34 años se declaran ateos o agnósticos. En contraposición, solo el 21,1% de los mayores de 65 años no tienen creencias religiosas.
Josep Mañé es uno de los investigadores de la Fundación Ferrer i Guàrdia que ha participado en la confección del informe. Asegura que el escándalo de los casos de abusos sexuales en la Iglesia (que se ha intensificado durante los dos últimos años) no suele, por la experiencia de otros informes, modificar las creencias de los encuestados. Aún así, el coautor del documento ha querido destacar que, tras analizar el barómetro del CIS, la fundación ha podido constatar que el porcentaje de personas “creyentes no practicantes” aumentó después de la pandemia, pasando del 41,7% al 44% entre abril y mayo de 2020. “Creemos en la hipótesis de que, debido al confinamiento y al teletrabajo, había más personas que respondieron a la encuesta telefónica del CIS y eso ha proporcionado una imagen más real. Aun así, no descartamos que la coyuntura de la covid-19 haya hecho cambiar la tendencia en cuanto a la práctica religiosa”, mantiene Mañé.
El presidente de la Fundación Ferrer i Guàrdia, Joan-Francesc Pont, se pregunta en voz alta: “¿Cuántos de los que se manifiestan creyentes lo son al 100%, al 55% o al 6%? Hay que tener en cuenta que cuando la intensidad de las creencias disminuye es mucho más fácil vivir todos juntos porque eso implica que nadie pretende ocupar todo el espacio. Un alto índice de laicidad permite una religión a la carta donde la gente coge aquello que les interesa y no lo que les traumatiza. El ejemplo más evidente es la relación del número de católicos que hay en España y las estadísticas de venta de anticonceptivos. Las cifras son incompatibles y es evidente que, afortunadamente, optan por una religión a la carta”.
El informe destaca que nueve de cada diez enlaces matrimoniales ya se realizan por la vía civil. En 2008 la mitad de los enlaces fueron civiles y desde entonces los matrimonios religiosos han descendido hasta registrase un mínimo histórico en 2020, cuando solo el 10,5% de las bodas fueron religiosas. Pese a ello, la pandemia ha reducido el número de bodas un 45% y los propios redactores del informe mantienen que es pronto para determinar la tendencia. Aun así, hay lugares donde las bodas religiosas casi han desaparecido. En Melilla, el 93,88% de los enlaces son civiles, en Cataluña el 93,59% y en el País Vasco el 93,55%.
Los últimos datos fiscales disponibles por el Ministerio de Hacienda en el año 2018 destacan que el número de personas que eligieron únicamente la casilla de la Iglesia católica en la declaración de la renta desciende año a año desde la década de los 90. Es aquí donde debería encontrarse el verdadero drama económico de la Iglesia española, pero no es así. Los contribuyentes pueden optar en su declaración por destinar un porcentaje de su cuota íntegra a colaborar con el sostenimiento económico de la Iglesia católica o destinar esa cuota a “otros fines de interés social”. En 1998 el 36,60% de los contribuyentes marcaban en exclusiva la casilla de la Iglesia en su declaración, mientras que la declaración de 2018 fueron el 11,30%.
Al contrario, la casilla que destina parte de la cuota a “otros fines” ha aumentado año a año: en 1998 la marcaron el 29,20% de los contribuyentes, mientras que en 2018 la marcaron el 32,8%. Los contribuyentes también tienen la opción de marcar las dos casillas y destinar a ambas causas un pequeño porcentaje de la renta. El número de contribuyentes que marca ambas casillas ha pasado de 10,30% en 1999 a 21,40% en 2018. Los redactores del informe de la Fundación Ferrer i Guàrdia han constatado, tras analizar la campaña de la renta, que “solo tres de cada diez contribuyentes financian la Iglesia Católica con su asignación del IRPF”. Por el contrario, pese a que cada vez menos españoles marcan la casilla de la iglesia, el clero recibe cada vez mayor cantidad de dinero. Si en 1998 la iglesia recibió 97,22 millones de euros tras la campaña de la renta, en 2018 se alcanzó una cifra récord con 261 millones. “Cada vez hay menos gente que marca la casilla de la renta pero, clarísimamente, la gente que la marca es cada vez más rica”, sostiene Mañé.
La laicidad, más presente en las aulas
En cuanto a la religión en las aulas, cada vez aumenta más la laicidad. Según los datos del Ministerio de Educación y Formación Profesional del curso 2018-2019, se incrementa el porcentaje de estudiantes de primaria que cursa materias alternativas a la religión, aunque no son la mayoría. En el curso 2018-2019 fueron el 36,1% de los alumnos de primaria y el 39,6% de los de ESO los que cursaron materias alternativas. En el País Vasco el 59,7% de los alumnos de primaria no cursan religión y es la comunidad autónoma con mayor porcentaje de actividades laicas en las aulas, seguida de Cataluña, donde el 58,4% no cursan religión, y de las Islas Baleares, con el 45,8%. En el otro lado de la balanza se encuentra Ceuta donde solo el 8,6% de los alumnos de primaria cursan asignaturas alternativas a la religión; Extremadura con el 13,6%, y Andalucía, con el 19,5%. Curiosamente, en el caso de la ESO, las zonas donde más materias alternativas a la religión se realizan son Ceuta (70,9%), Melilla 74,7% y el País Vasco (58%). Según Mañé se mantiene un alto porcentaje de alumnos que estudian religión en los institutos de secundaria por un motivo: “La reforma educativa del PP hizo que la religión contabilizara en la media y por tanto en la nota de acceso a la universidad y puede que sea una asignatura asequible que pueda contribuir a subir la media”, apunta el investigador.
Los redactores del informe denuncian que, pese a que desde el curso 2015-2016 el alumnado de la asignatura de religión ha disminuido, pasando de 3.584.558 estudiantes a 3.337.917, el número de profesores ha crecido. En el curso 2013-2014 había 25.660 docentes mientras que en el curso 2018-2019 había 35.294 profesores de religión, según la memoria anual de actividades de la Iglesia católica de España. De esta contabilidad, están fuera los profesores que imparten clases de otras confesiones, como la musulmana o evangelista. “La religión en el templo y el conocimiento en la escuela solo se cumple en los países de nuestro entorno y no en España”, denuncia Joan-Francesc Pont.