Los niños empiezan esta semana a recibir la segunda dosis de la vacuna contra la covid cuando solo la mitad se ha puesto la primera
El elevado número de contagios, las dudas de los padres y las diferencias entre especialistas han hecho que solo el 56% de los pequeños de 5 a 11 años tenga un pinchazo
La campaña de vacunación frente al coronavirus encara el segundo año en España con buenas cifras generales pero con síntomas de fatiga y recelo por parte de algunos grupos de población, un fenómeno que ha restado brillo a unos registros hasta ahora aplaudidos en la escena internacional. ...
La campaña de vacunación frente al coronavirus encara el segundo año en España con buenas cifras generales pero con síntomas de fatiga y recelo por parte de algunos grupos de población, un fenómeno que ha restado brillo a unos registros hasta ahora aplaudidos en la escena internacional. El más evidente es el lento avance de la inmunización entre los niños de 5 a 11 años, que en las primeras ocho semanas apenas ha alcanzado al 55,6% de la población diana y que durante la última semana suma menos de 3.000 nuevos vacunados al día cuando este grupo está a las puertas de empezar a recibir la segunda dosis. Tampoco avanza al mismo ritmo que en otros países europeos la dosis de refuerzo entre la población adulta sana menor de 50 años y, más preocupante, se consolida una bolsa destacable, de más de medio millón de personas, que pese a superar los 70 años de edad no han recibido el tercer pinchazo.
“Estamos viendo una menor adherencia a la vacunación y a las dosis de refuerzo”, admite el presidente de la Asociación Española de Vacunología, Amós García. Los expertos avisan de que la gran cantidad de contagios causada por la variante ómicron —el Ministerio de Sanidad ha notificado casi cinco millones desde mediados de diciembre— ha alterado el ritmo de la campaña, ya que todas estas personas tendrán que esperar más para poder recibir la dosis. “Pero además de esto, es innegable que se nota el hastío de la ciudadanía por la pandemia, las dudas de los padres, cierto desconcierto ante algunas medidas, los mensajes contradictorios lanzados por algunos expertos y también la menor percepción de riesgo entre niños y jóvenes”, añade Amós García.
La campaña de vacunación de los niños de 5 a 11 años empezó el 15 de diciembre y será el miércoles de esta semana cuando los primeros empezarán a completar la pauta una vez transcurridas las ocho semanas de separación entre ambos pinchazos (en los niños no está prevista la dosis de refuerzo). Este grupo está formado por 3,3 millones de menores y aunque la vacunación arrancó a buen ritmo (a más de 100.000 vacunaciones diarias), tras las vacaciones navideñas se ha ralentizado mucho. Apenas 14.000 niños fueron vacunados la semana pasada, según los datos de Sanidad.
La gran cantidad de contagios registrados entre los niños explica en parte esta baja cobertura. Comunidades como Cataluña, por ejemplo, han llegado a registrar incidencias por encima de los 11.000 casos por 100.000 habitantes a 14 días entre menores de 12 años, lo que significa que uno de cada nueve niños cursó la infección en las dos semanas anteriores. Una estimación prudente indica que al menos una cuarta parte de los catalanes de esta edad ha podido dar positivo en el último mes y medio. Ahora estos niños completarán la pauta con una sola dosis, que será administrada a las ocho semanas de la infección, mientras que aquellos que hayan dado positivo tras haber recibido la primera dosis recibirán la “segunda cuando estén completamente recuperados y hayan transcurrido al menos ocho semanas desde el diagnóstico”, según las recomendaciones de Sanidad. Los niños con factores de riesgo recibirán dos dosis en todos los casos.
Algunos especialistas siguen sin ver del todo clara la necesidad de vacunar a este grupo. José Miguel Cisneros, jefe de enfermedades infecciosas del Hospital Virgen del Rocío (Sevilla), no lo considera muy prioritario. “Considero dudoso el beneficio en salud que van a obtener con la vacuna, porque van a cursar la infección de forma muy leve. Esto es algo que también vale para la dosis de refuerzo en adultos jóvenes sanos. Con ómicron, además, ya no podemos aspirar a la inmunidad de rebaño, es una quimera, y esto resta fuerza a uno de los argumentos para extender la vacunación o la tercera dosis a estos grupos”, defiende.
En esta línea, países como Alemania, Suecia y Finlandia no han universalizado la vacunación infantil en niños de 5 a 11 años y solo la administran a aquellos con factores de riesgo. Quique Bassat, epidemiólogo e investigador ICREA en el instituto ISGlobal (Barcelona), sí se muestra partidario de ampliar al máximo los grupos vacunados: “Yo creo que es beneficioso vacunar a los niños porque, aunque pequeño, el riesgo de casos graves no es nulo y esto, en un contexto de gran circulación del virus, hará inevitable que se produzcan. Hablo de casos de síndrome multi inflamatorio sistémico por covid y síntomas persistentes. Las vacunas no evitan todos los contagios, pero sí muchos. Y lo mismo vale para los adultos jóvenes, que también pueden desarrollar casos graves y covid persistente”.
Bassat califica de “decepcionante el ritmo de vacunación infantil y dosis de refuerzo entre los adultos jóvenes y sanos”, algo a lo que puede haber contribuido, además de las dudas y los muchos contagios actuales, “la idea de que ya estamos cerca del final y que quizá ya no vale la pena vacunarse si se ha llegado hasta aquí”.
Frente a estos grupos, Cisneros pone el foco en los más vulnerables. “El gran riesgo en términos de salud son los mayores y las personas con patologías de base. En los hospitales seguimos atendiendo casos graves que casi siempre son personas no vacunadas o que no han recibido la tercera dosis pese a tener factores de riesgo. Los esfuerzos de la campaña de vacunación deben centrarse en ellos porque son las personas que están ocupando las UCI y falleciendo”, afirma este especialista.
Los datos del Ministerio de Sanidad ofrecen algunas claves preocupantes. Entre los mayores de 70 años, el seguimiento de la primera parte de la campaña fue masivo. Más del 99% de este grupo recibió las dos primeras dosis y apenas 50.000 no se vacunaron. Este porcentaje ha caído ahora casi ocho puntos y son más de 550.000 los mayores de 70 años que aún no tienen la dosis de refuerzo. El ritmo de los que la siguen recibiendo es además muy lento: unos 25.000 a la semana.
Estos porcentajes son algo mayores en los sexagenarios. Los que decidieron no vacunarse fueron casi 250.000 personas (el 4,5% de total), pero ahora son 530.000 más los que habiendo recibido las dos primeras dosis, no lo han hecho con la tercera. En este grupo, son unas 40.000 las personas a la semana que reciben el refuerzo.
Entre quienes tienen entre 50 y 59 años, a los casi 450.000 que no se vacunaron se suman ahora 1,9 millones de personas que aún no han recibido la tercera. En este caso, el ritmo semanal de dosis de refuerzo supera por poco las 90.000 personas.
Quienes hayan pasado la infección en las últimas semanas sin haber recibido la tercera dosis, tendrán que esperar cinco meses para recibir el pinchazo, según la recomendación de Sanidad y las comunidades, aunque podrán acortar este plazo a cuatro semanas si así lo prefieren.
Los buenos resultados obtenidos por España en el primer año de la campaña de vacunación, en el que ocupó las posiciones de cabeza a nivel mundial junto a países como Portugal, han quedado algo desdibujados. Según el repositorio de la Universidad de Oxford Our World in Data, que mide las dosis de refuerzo administradas por 100 habitantes, España está con 47,3 en la zona media del continente y claramente por debajo de países como Italia, Alemania, Bélgica, Dinamarca e incluso Francia.
Una parte de este retraso se debe a que “en España se priorizaron las dosis de refuerzo para los grupos de mayor riesgo y se abrieron las agendas más tarde para el resto de la población, mientras otros países lo hicieron para todos a la vez”, explica Amós García. Este experto, sin embargo, reitera que en esta fase de la campaña han ganado peso otras variables como el hastío por la pandemia y las dudas generadas por ciertos mensajes y debates que han hecho mella en el ritmo de administración de terceras dosis.