Testigos de las otras erupciones en La Palma: “Entonces el sismógrafo era una plomada colgada del despacho del alcalde”
Dos jubilados de 86 años que han sobrevivido a las tres últimas erupciones recuerdan la de 1949 como la más violenta
“Mira, hijo mío: si eres palmero y tienes una edad, al final todos los volcanes te parecen iguales”. Quien habla es Manuel Camacho, albañil jubilado de 86 años residente en la montaña de La Laguna, quien junto con su mujer, Onelia Alonso, de 79 años, ha tenido que pernoctar en el acuartelamiento de Breña Baja, en el que Cruz Roja ha instalado un punto de asistencia. Camacho, al contrario que su mujer, asegura no estar nervioso tras l...
“Mira, hijo mío: si eres palmero y tienes una edad, al final todos los volcanes te parecen iguales”. Quien habla es Manuel Camacho, albañil jubilado de 86 años residente en la montaña de La Laguna, quien junto con su mujer, Onelia Alonso, de 79 años, ha tenido que pernoctar en el acuartelamiento de Breña Baja, en el que Cruz Roja ha instalado un punto de asistencia. Camacho, al contrario que su mujer, asegura no estar nervioso tras la erupción del volcán de Cumbre Vieja en la isla canaria de La Palma este domingo. Ya presenció las erupciones de San Juan (1949) y Teneguía (1971), y asegura que aquellos fueron más temibles. “Lo pasé peor en aquel entonces, la verdad”.
Con apenas dos millones de años de edad geológica, La Palma es una de las islas más jóvenes del archipiélago, por lo que las erupciones volcánicas son más frecuentes. No en vano, en ella se han producido dos de los tres últimos sucesos de este tipo registrados en el archipiélago. Y por eso, los más viejos del lugar aún son capaces de recordarlos. La erupción que este domingo comenzó en Cabeza de Vaca y ha sido hasta el momento relativamente poco explosiva, comparada con las anteriores. Está generando coladas de lava que avanzan lentamente y, afortunadamente, no hay que lamentar pérdidas humanas. Pero quizás en los recuerdos de la gente de más edad pesa lo que duraron aquellas dos erupciones anteriores: 47 días la de San Juan, y 24 la de Teneguía.
“Tenía unos 14 años cuando el volcán de San Juan”, relata Camacho. “Lo recuerdo muy parecido a este. A mí me impresionó más el de 1949. Pero claro, nunca había visto una erupción. Salíamos a verlo por las noches, toda la familia. Aún lo recuerdo”.
“El [estalllido] de San Juan sí que fue fuerte”, coincide Juan Díaz, conocido en la zona como Ovidio, vecino de La Bombilla y también de 86 años. “Yo duermo como un petudo [mucho]”, asegura en la puerta del acuartelamiento militar al que fue evacuado el domingo. “Y en este último solo sentí el último de los terremotos”, asegura. “Estaba viendo una película de Cantinflas y me dio un machangazo [canarismo que significa golpe]. Eso sí, si me preguntan, el más leve de todos fue el de Teneguía: ese fue apenas un fisco [poco] de volcán”, cuenta entre risas. “Yo no tengo miedo”, señala. Él, igual que Camacho, no ha sufrido pérdidas materiales. “Me he traído mi comidita al albergue y todo. Lo único que me falta es mi vino, así que espero que me dejen volver a casa en cuanto las coladas de lava lleguen al mar”.
Tres muertos en las erupciones anteriores
La del Teneguía era, hasta ahora, la erupción terrestre más reciente. Veintidós años antes, en 1949, entró en erupción el volcán de San Juan, que provocó explosiones freatomagmáticas ―producto de la interacción del agua y el magma―. Su columna de piroclastos (fragmentos de material volcánico) alcanzó los cinco kilómetros de altura, y se saldó con un fallecido y un herido. La erupción de 1971 mató a dos personas por intoxicación de gases.
Manuel Camacho disiente de Díaz: no recuerda Teneguía como un volcán precisamente suave. “No hubo tantos terremotos como ahora, pero recuerdo más lava y más violencia. No tengo buen recuerdo, pasé bastante miedo”.
Carlos Rodríguez es mucho más joven. Con 59 años, este ingeniero eléctrico empleado de Endesa apenas tenía nueve cuando el Teneguía entró en erupción. “La gran diferencia entre uno y otro”, asegura en conversación telefónica, “es la diferencia tecnológica que había entre 1971 y hoy: con decirle que el sismógrafo de aquel entonces era una plomada colgada del despacho del alcalde de Fuencaliente...”.