Indonesia, el nuevo núcleo de la covid en Asia
Con más de 2,5 millones de contagios, los hospitales de Java, su isla principal, se encuentran saturados y hay problemas para encontrar oxígeno
El epidemiólogo Dicky Budiman, asesor del Ministerio de Salud de Indonesia, describe la grave situación de su país, el cuarto más poblado del mundo (270 millones) y nuevo núcleo de la covid-19 en Asia: “El tiempo es nuestro mayor enemigo; la gente que tiene dificultades para respirar no puede esperar. Solo algunos hospitales de Java han conseguido oxígeno, el problema persiste”. El país está “al borde de la catástrofe”, con...
El epidemiólogo Dicky Budiman, asesor del Ministerio de Salud de Indonesia, describe la grave situación de su país, el cuarto más poblado del mundo (270 millones) y nuevo núcleo de la covid-19 en Asia: “El tiempo es nuestro mayor enemigo; la gente que tiene dificultades para respirar no puede esperar. Solo algunos hospitales de Java han conseguido oxígeno, el problema persiste”. El país está “al borde de la catástrofe”, con más de dos millones y medio de contagios, escasos recursos sanitarios, un rápido repunte de infecciones de la variante delta (la más contagiosa), reservas de oxígeno insuficientes y los hospitales saturados en la isla de Java —la mayor de este archipiélago de 17.000 islas—, según alerta la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja.
Indonesia ha estado en el punto de mira de los expertos de salud desde el inicio de la pandemia. Vulnerable debido a su alta densidad de población, con un sistema sanitario frágil, era predecible que un rebrote masivo acarrearía consecuencias devastadoras, teniendo en cuenta también la gran desigualdad social y la incapacidad del Gobierno a la hora de adoptar medidas coordinadas. A finales de junio, coincidiendo con las celebraciones por el fin del Ramadán ─durante el cual se calcula que se produjeron entre cuatro y seis millones de desplazamientos─, la mayor nación del sureste asiático había rebasado los dos millones de contagios.
Budiman opina que la situación actual es el resultado de una acumulación de errores cometidos desde el año pasado. El epidemiólogo critica la lentitud de la campaña de pruebas, la mala gestión y la inconsistencia en las estrategias adoptadas por el Gobierno y la falta de restricciones. A eso, agrega este experto, se le suma una nueva amenaza: la variante delta, que ya es la más predominante “en casi el 92% de los contagios y en la mayoría de las muertes”, afirma. “Llevábamos tiempo alertando de que llegaríamos al pico de la ola a mediados de año, pero el problema es mayor que nuestra capacidad de respuesta”, añade.
Indonesia ya rebasaba esta semana los 50.000 casos diarios, un aumento exponencial con respecto al mes pasado, cuando rondaba los 10.000 por jornada. El miércoles registró un nuevo tope desde que comenzó la pandemia, 54.517. Además, los datos más recientes muestran que en estas últimas tres semanas la tasa de fallecidos crece a un ritmo mucho más rápido que el de India en abril y mayo, cuando aquella nación hacía frente a su peor brote. En total, la nación acumula 2.877.476 positivos y 73.502 muertes desde el inicio de la crisis sanitaria mundial. Hasta la fecha, tan solo un 10,6% de una población de más de 270 millones está vacunado.
Colapso sanitario
El ingreso de pacientes en los centros hospitalarios durante el último mes ha colocado el sistema sanitario al borde del colapso: ante la falta de camas en Java, “la ciudadanía ha entrado en pánico y está comprando en privado materiales que hacen falta en los hospitales”, describe Budiman. Por su parte, Ahmad Arif, cofundador de la iniciativa Lapor COVID-19, que busca informar a la población sobre la pandemia, denuncia que “tan solo la Agencia de Salud de Yakarta ha recibido la notificación de unas 45 muertes diarias de personas aisladas en sus casas”. “Estamos seguros de que esta es la punta del iceberg, porque no de todas se informa”, prosigue.
Annisa Rahmalia es médica de carrera y también investigadora de salud de profesión. Una de sus amigas doctoras en un hospital de Bandung (capital de Java Occidental) le ha contado que estos días lo que más cuesta encontrar en el cambio de turno son sudarios. En su caso personal, toda su familia, que reside en Java Occidental, se ha contagiado de covid-19. “Perdí a mi tío el mes pasado. En el pueblo en el que vivía, la política de vacunación no prioriza a los ancianos”. Esta experta reprocha a las autoridades que no se dé información actualizada a la población sobre los avances en cuanto a la prevención, los tratamientos o las vacunas desde un punto de vista científico.
Un paso especialmente desafortunado, en su opinión, es la reciente iniciativa de los gobiernos de Java Central y Java Oriental de publicar carteles en los que piden a la población que no comparta contenido relacionado con la pandemia en redes sociales, bajo el pretexto de “tranquilizar” a los vecinos. “Hay quien opina que recibir información negativa sobre la pandemia le pone nervioso y es lo que le hace contraer la enfermedad. Me parece que detrás de esta propaganda hay un intento de controlar el discurso”, subraya.
Vacunas y oxígeno
Se calcula que unos mil trabajadores sanitarios han fallecido a causa de la covid-19 y resulta alarmante el alto número de contagios y decesos entre los vacunados. El país ha administrado principalmente la vacuna china Sinovac, y se está considerando inyectar una tercera dosis para aumentar la eficacia. Budiman expone tres hipótesis para explicar estos contagios: la vacuna pierde efectividad a los seis meses (todos los trabajadores sanitarios recibieron la inyección hace más de medio año); la inmunidad de Sinovac se reduce contra la variante delta; o el personal sanitario no dispone de los equipos de protección adecuados, mientras que las instalaciones no cuentan con los controles de infección necesarios.
Indonesia recibió el viernes mil cilindros de oxígeno de Singapur y mil respiradores de Australia. China, Estados Unidos y Emiratos Árabes Unidos también han ofrecido ayuda. “Una estrategia de mitigación”, apunta Budiman, quien insiste en que el tiempo apremia.
Muchos achacan la grave situación actual a la obsesión del presidente, Joko Widodo, desde el principio de la pandemia con salvar la economía a toda costa. Pese a su empeño, su Administración se vio forzada a principios de mes a anunciar restricciones en las islas de Java y Bali que implican el cierre hasta el 20 de julio de las mezquitas, restaurantes y centros comerciales, aunque no se han impuesto aún limitaciones de movilidad ni el confinamiento de la población.
Desde el martes, a los turistas extranjeros se les exige estar completamente inmunizados, presentar una prueba negativa y permanecer ocho días en cuarentena a la llegada a Bali. “Java y sus islas vecinas Bali y Madura están en la misma situación. No llegamos al extremo de India porque solo una parte del país se enfrenta a este rebrote. La respuesta que se dé, empezando por nuestras fronteras, será lo que marque la tendencia a la que se dirigirá el país”, concluye Budiman.