El barco que busca a Anna y Olivia encuentra una botella de oxígeno y una funda nórdica del padre
Las niñas de uno y seis años fueron secuestradas por el padre el 27 de abril. Una embarcación de su propiedad fue localizada vacía, a la deriva y sin ancla
El barco Ángeles Alvariño del Instituto Español de Oceanografía (IEO), que desde el 30 de mayo busca a las niñas desaparecidas en Tenerife ...
El barco Ángeles Alvariño del Instituto Español de Oceanografía (IEO), que desde el 30 de mayo busca a las niñas desaparecidas en Tenerife Anna y Olivia, encontró este lunes una botella de oxígeno y una funda nórdica en el mar. Este martes, fuentes próximas a la investigación han confirmado a Efe que esos objetos pertenecen al padre, Tomás Gimeno.
Gimeno (37 años) secuestró presuntamente en la noche del pasado 27 de abril en la isla canaria de Tenerife a sus hijas de uno y seis años. La búsqueda en el fondo marino tinerfeño se ha convertido en la principal línea de investigación de la Guardia Civil en los últimos días, después de que las inspecciones en tierra firme no hayan permitido de momento dar con su paradero.
Estos dos objetos, cuyo hallazgo ha confirmado la directora de la Guardia Civil, María Gámez, serán trasladados al Servicio de Criminalística de Madrid para analizarlos. El barco oceanográfico, que terminaba este martes las labores de rastreo, las continuará al menos hasta el próximo día 14, en función de cómo evolucione la búsqueda. Este buque, que dispone de un sonar y un robot submarino, trabaja ininterrumpidamente durante el día y la noche y, desde que se incorporó a la búsqueda de las niñas y su padre, ha realizado un rastreo en una superficie de unas diez millas cuadradas (34 kilómetros cuadrados).
La zona elegida para el rastreo en el mar fue consensuada por la tripulación del Ángeles Alvariño y por la Guardia Civil a partir del geoposicionamiento del móvil de Tomás Gimeno la noche del 27 de abril, cuando se echó a la mar en dos ocasiones.
En un acto celebrado en Murcia, Gámez ha señalado este martes que hay que tener en cuenta la “complejidad” del rastreo, ya que se trata de una zona de búsqueda “amplia” y los objetos se localizaron a unos 1.000 metros de profundidad, razón por la que tuvieron que recurrir al Instituto Oceanográfico para poder disponer de dichos medios.
Más de un mes de la desaparición
El 27 de abril, hacia las 17.00, Tomás Gimeno recogió a Anna en casa de la madre de las niñas, su expareja Beatriz Zimmernann, de 35 años. Después fue a buscar a Olivia a un campamento al que acudía tras el colegio. Posteriormente, se dirigió con ellas a su casa en el municipio de Igueste de Candelaria. Alrededor de las 19.30 acudió al puerto deportivo Marina Tenerife. Ni las cámaras de seguridad ni el guardia de seguridad detectaron a su entrada la presencia de Anna y Olivia.
Gimeno embarcó solo. Antes de hacerlo, cargó en la barca maletas y bolsos, para lo cual realizó tres viajes desde su Audi A3 blanco. Aquel día zarparía dos veces. De regreso de su primera incursión en el mar, fue interceptado por la Guardia Civil y propuesto para sanción por saltarse el toque de queda. Pasada la medianoche, volvió a zarpar y se perdió su rastro. Al día siguiente, la embarcación fue localizada vacía, a la deriva y sin ancla frente a la localidad del Puertito de Güímar. Poco después se encontró flotando una silla de retención de menores para coches, que utilizaba para Anna.
Ese martes por la noche, Gimeno habló cinco veces por teléfono con su exesposa. Según consta en el atestado de la denuncia que presentó ella ese día, Zimmernann fue a buscar a las niñas a casa de su expareja y no los encontró. Le llamó una primera vez a las 21.00. Él afirmó que estaba cenando con ellas y que las llevaría a casa. Una hora después, en una nueva llamada, le dijo que no las vería nunca más. Se lo repite a las 22.30, y otra vez 10 minutos después. A las 23.45, el teléfono da apagado o fuera de cobertura. En la última llamada, ya de madrugada, mantienen una última conversación. Aquella noche también sus amigos y círculo cercano recibieron “un mensaje de despedida”. Al día siguiente, una vez interpuesta la denuncia, abierto el caso por sustracción de menores y con la barca ya en tierra, los agentes hallaron rastros de sangre del padre en la embarcación de recreo.