Una avalancha de proyectos eólicos invade zonas que iban a ser protegidas en Galicia

La Xunta impulsó en 2011 la inclusión de estas áreas en la Red Natura, lo que cerraba el paso a la instalación de aerogeneradores, pero la propuesta de protección jamás se envió al Gobierno central

Activistas protestan en la piedra de “A Cascuda”, en el monte de Pasarela, contra la instalación de parques eólicos cerca de esta zona de especial conservación en Vimianzo (A Coruña), el pasado 20 de mayo.ÓSCAR CORRAL

Son cerca de 150.000 hectáreas de gran valor ambiental, parajes en distintos puntos de Galicia que son morada de fauna amenazada o especies vegetales de interés. La Xunta impulsó en 2011 la inclusión de estas zonas en la Red Natura para cumplir con una exigencia de la UE y anunció que prohibiría la instalación en ellas de parques eólicos. Aquel expediente oficial jamás se envió al Gobierno central para su presentación en Bruselas y ahora, una década después, el Ejecutivo de Alberto Núñez Feijóo (PP)...

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Son cerca de 150.000 hectáreas de gran valor ambiental, parajes en distintos puntos de Galicia que son morada de fauna amenazada o especies vegetales de interés. La Xunta impulsó en 2011 la inclusión de estas zonas en la Red Natura para cumplir con una exigencia de la UE y anunció que prohibiría la instalación en ellas de parques eólicos. Aquel expediente oficial jamás se envió al Gobierno central para su presentación en Bruselas y ahora, una década después, el Ejecutivo de Alberto Núñez Feijóo (PP) tramita una avalancha de proyectos que en nombre de las energías limpias amenaza estos frágiles ecosistemas. Según el análisis realizado para EL PAÍS por el biólogo e investigador de la Universidad de A Coruña Martiño Cabana con los datos del Registro Eólico de la Xunta, sobre estos espacios se promueven 30 parques con 136 aerogeneradores de 200 metros de altura y cientos de kilómetros de pistas y líneas eléctricas.

Galicia es, pese a su riqueza natural, la comunidad de España con menor porcentaje de superficie bajo el amparo de la Red Natura. Solo un 11,87% del territorio gallego forma parte de esta red ecológica europea, 16 puntos por debajo de la media española y 7 menos que el promedio de la UE. La negativa de la Xunta a ampliar este porcentaje choca con las exigencias de la Comisión Europea, que mantiene abierto un procedimiento de infracción contra España por la insuficiencia de espacios protegidos.

Uno de los hábitats prioritarios sobre cuya desprotección alertan las autoridades comunitarias son las turberas, unos ecosistemas húmedos de montaña que funcionan como escudo natural contra el cambio climático porque capturan CO₂. Las de Galicia están en el pódium de las que más carbono secuestran a nivel mundial, según demostró en 2018 el grupo de investigación Ciencia del Sistema Tierra de la Universidad de Santiago, y abundan, por ejemplo, en las cumbres de la sierra de O Xistral, en Lugo, donde están activas desde hace 12.000 años. Buena parte de estas montañas fueron declaradas Red Natura en tiempos de la Xunta de Manuel Fraga, pero justo antes aquel Gobierno permitió que fueran invadidas por 28 parques eólicos, el 20% de la potencia total instalada en la comunidad. El resto de la cordillera sigue a la espera de ser protegida y, entretanto, las eléctricas han presentado ya otros ocho proyectos con un total de 36 aerogeneradores.

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Serafín González, investigador del CSIC y presidente de la Sociedade Galega de Historia Natural, advierte de que el daño de los eólicos a estos ecosistemas es irreparable y subraya la contradicción que supone destruir un sumidero natural de carbono en nombre de la lucha contra el cambio climático. “O Xistral es uno de los espacios más valiosos de la península Ibérica por sus turberas de cobertor. Y estas no solo se destruyen al plantar los aerogeneradores, sino también con los viales que se abren para meter las grúas enormes que los transportan, ya que precisan un trazado con curvas muy amplias”, explica el biólogo.

Las turberas están presentes también en la sierra de A Cova da Serpe, entre A Coruña y Lugo, otro de los parajes que iba a ser protegido por la Xunta en 2011 convirtiéndolo en lugar de interés comunitario (LIC) de nueva creación. Promueve allí cinco aerogeneradores la empresa Greenalia, de la que es directiva Beatriz Mato, que fue consejera de Medio Ambiente de Feijóo entre 2015 y 2018. La sierra de O Suído, al sur de la provincia de Pontevedra, es otro nuevo LIC frustrado donde abundan las turberas. Afronta la tramitación de ocho parques eólicos dentro de sus confines y otra docena en su entorno. Es una de las zonas más lluviosas de la península Ibérica y estos ecosistemas son vitales para el abastecimiento de la comarca de Vigo, porque actúan como esponjas que almacenan el agua y la van liberando poco a poco para nutrir el río del que bebe la mayor ciudad de Galicia, explica el biólogo Alexandre Cendón.

Tramitación exprés

Cendón es portavoz de la Asemblea do Suído, una plataforma vecinal que lleva desde 1996 reclamando la preservación de esta cadena montañosa y que en 2007 consiguió frenar la instalación de tres parques eólicos. El aluvión actual de proyectos los mantiene “pendientes del DOG [Diario Oficial de Galicia]” y de unos plazos para presentar alegaciones que vuelan más que nunca: una ley recién aprobada por la Xunta simplifica tanto la tramitación administrativa que permite aprobar un complejo eólico en solo 12 meses. “Ahora hay más respuesta social y la gente está más informada. Antes no se entendía que hiciéramos alegaciones a un parque eólico porque se veía como energía limpia, pero hoy en día hay más concienciación. Nosotros apostamos por la eólica, la consideramos necesaria, pero criticamos determinadas ubicaciones”, explica Cendón.

Otro de los parajes cuya protección permanece bloqueada y que ahora está en el punto de mira del negocio eólico es la sierra de A Groba, al sur de la provincia de Pontevedra. Allí habita “el anfibio más amenazado de Galicia”, apunta Martiño Cabana, miembro de la Asociación Galega de Custodia do Territorio. El sapo de espuelas (Pelobates cultripes) está considerado una especie vulnerable en el Catálogo de Especies Amenazadas de Galicia, pero Cabana advierte que su población ha seguido cayendo y “probablemente habrá que declararlo en peligro de extinción”. Este biólogo muestra su preocupación por la multiplicación del tráfico rodado en la zona y el aumento del riesgo de atropello para estos animales. “Su población es tan pequeña que la muerte de 10 adultos es una debacle. Que se monte un eólico en A Groba supondría muy probablemente su desaparición”, asegura.

En Costa da Morte, entre los municipios de Laxe y Vimianzo, se alza un singular museo escultórico labrado por los vientos. Los Penedos de Pasarela y Traba son una cumbre de granito en la que el paso de miles y miles de años ha creado formas geométricas, cabezas de lagarto, caparazones de tortuga, figuras antropomorfas… “Es una maravilla, una sinfonía escultórica. Cuando lo descubrí me quedé sorprendidísimo”, confiesa el geólogo Augusto Pérez Alberti, a quien la Xunta gobernada por PSOE y BNG encargó hace 15 años un informe para dilucidar si el paraje, que llevaba años asediado por proyectos mineros, merecía protección. Su singularidad, “superior a cualquier otro lugar granítico de España”, subraya Pérez Alberti, le valió la declaración de Paisaje Protegido en 2008. Ahora está amenazado por un parque eólico que se situará a menos de 100 metros. “Hay una cosa que no hay forma humana de que le entre en la cabeza a los políticos: el paisaje no tiene límites. El impacto visual va a ser tremendo, sobre todo desde los propios Penedos hacia fuera, y no solo por los molinos, también por las infraestructuras asociadas”, sostiene el catedrático de Geografía de la Universidad de Santiago.

La legislación gallega prohíbe desde 2014 la construcción de parques eólicos en la Red Natura, así que los molinos que acechan O Xistral, O Suído, A Groba y los Penedos de Pasarela y Traba no se podrían construir si la Xunta hubiera culminado esa ampliación que empezó a tramitar en 2011. La Consejería de Medio Ambiente admite que aquel expediente “está ya caducado” y anuncia que está elaborando una nueva propuesta que rebaja la superficie preservada de 150.000 hectáreas a “entre 20.000 y 30.000″. Informa además de que el documento recogerá solo dos hábitats prioritarios (turberas altas activas y mires de transición) de los cinco que, según el Instituto de Biodiversidad Agraria y Desarrollo Rural de la Universidad de Santiago, son señalados por Bruselas como poco representados en Galicia.

“El Gobierno gallego ha metido en un cajón la ampliación de la Red Natura para garantizar la especulación y la burbuja del viento, todo pese a que supone seguir incumpliendo la normativa europea”, denuncia Ana Miranda, eurodiputada del BNG que lleva años alertando a la Comisión Europea de lo que está ocurriendo en Galicia. En respuesta a una de sus preguntas, el comisario de Medio Ambiente, Virginijus Sinkevičius, advirtió el pasado febrero que las “autoridades competentes” deben salvaguardar los espacios que se han considerado merecedores de figurar en la Red Natura “incluso antes de que España los proponga para su inclusión”.

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