La pandemia repunta en varios países de Asia más de un año después
Encabezadas por India, algunas zonas del continente viven picos históricos de infecciones de covid, causados en parte por las nuevas variantes y un ritmo lento de vacunación
Cuando muchos países buscan maneras de reabrir fronteras y resucitar el turismo, la pandemia de coronavirus repunta en varios países de Asia, que viven en algunos casos récords diarios de contagios casi un año y medio después de que se produjeran las primeras infecciones. Es el caso de Tailandia, una de las naciones del sureste asiático atenazadas por la covid-19 y, sobre todo, de India: ha superado a Brasil como el ...
Cuando muchos países buscan maneras de reabrir fronteras y resucitar el turismo, la pandemia de coronavirus repunta en varios países de Asia, que viven en algunos casos récords diarios de contagios casi un año y medio después de que se produjeran las primeras infecciones. Es el caso de Tailandia, una de las naciones del sureste asiático atenazadas por la covid-19 y, sobre todo, de India: ha superado a Brasil como el segundo país del mundo con más contagios desde que empezó la pandemia, solo superado por Estados Unidos. El sur del continente asiático se está convirtiendo en el nuevo epicentro global de la pandemia.
India lidera el número de nuevas infecciones diarias globales, suponiendo una de cada cuatro registradas cada día en el mundo(273.810 este lunes, que elevan la cifra total a más de 15 millones de contagios y 178.769 muertes). Aunque la cifra total es enorme, hay que tener en cuenta que se trata de un país de casi 1.400 millones de habitantes, por lo que, proporcionalmente, el país tiene un sexto de los casos por 100.000 habitantes que España. El peligro es precisamente su gran número de personas susceptibles de contagiarse con un sistema sanitario precario. Ante el empeoramiento de la situación y la saturación de los hospitales, las autoridades han decretado el cierre de la capital del país, Nueva Delhi, a partir de las 22.00 del lunes, hora local, y hasta el 26 de abril, ha anunciado el jefe de Defensa capitalino, Arvind Kejriwal.
El sur de Asia, alerta la Federación Internacional de la Cruz Roja, cada vez sufre más el efecto de la pandemia, debido a una ola “más infecciosa” —con variantes procedentes del Reino Unido y Sudáfrica— que está sobrecargando sus sistemas sanitarios. India no es el único país de la zona afectado. Bangladés, por ejemplo, registra hasta un 50% más de fallecimientos al día que en el pico previo en el país, en junio de 2020. Los casos en Pakistán también aumentan, presentando la tasa de mortalidad más elevada desde que comenzó la pandemia.
La situación no es más prometedora en el sureste del continente. Tailandia, muy dependiente del turismo y que ya perfilaba planes para reabrir algunos de sus enclaves más populares —como la isla de Phuket—, está sumida en una nueva ola de contagios. Desde el 1 de abril, el país, el primero en registrar casos de covid-19 después de China a comienzos de 2020, ha pasado de 26 infecciones a un total de casi 1.800, a raíz de un brote surgido en locales de ocio en la capital, Bangkok. Los contagios, también asociados con la cepa británica, se han propagado por más de 70 provincias del país, que ha puesto en marcha nuevas medidas de protección y ha retrasado la reapertura turística. Entre las políticas acordadas, se ha dictado el cierre de escuelas, prohibido las reuniones de más de 50 personas y vetado la venta de bebidas alcohólicas en restaurantes desde el domingo y durante al menos dos semanas.
La rápida propagación de casos en la vecina Camboya ha llevado al país al “borde de la muerte”, según advirtió con dramatismo su primer ministro, Hun Sen, al anunciar el que supone el primer cierre de su capital, Phnom Penh, desde que comenzó la pandemia. Los diagnósticos en Camboya, que se había mantenido relativamente a salvo —en parte por las carencias de sus programas de detección—, empezaron a repuntar en febrero, cuando surgió un brote en una comunidad de inmigrantes chinos. Los países del sureste asiático más afectados hasta la fecha, Indonesia y Filipinas, tampoco logran del todo doblegar la curva y mantienen un elevado ritmo de contagios.
Las naciones prósperas del norte del continente también libran sus propias batallas. Mientras China, punto de origen de la pandemia, continúa sin registrar apenas infecciones (11 en las últimas 24 horas, todas importadas), no sucede así en otros países. En Japón, que ultima los preparativos para las Juegos Olímpico de verano, los casos siguen repuntando en algunas zonas; el gobernador de Tokio, Yuriko Koike, se plantea pedir al Gobierno central que declare un nuevo estado de emergencia en la metrópolis, después de que el anterior concluyera en marzo. La prefectura de Osaka también persigue la puesta en marcha de medidas de semiconfinamiento ante el fracaso en el freno de los contagios.
La vacunación avanza despacio
El lento progreso de vacunaciones en el continente, donde se encuentran algunos de los países que combatieron con más efectividad los primeros embates de la pandemia, es en parte responsable de la situación actual. Debido a problemas de suministro, a una mayor complacencia de las autoridades en países supuestamente seguros para iniciar las vacunaciones —meses después que en Europa o EEUU— y a las reticencias de la población, las inoculaciones no avanzan al ritmo esperado. En Corea del Sur, donde se planeó inyectar a alrededor de un millón de personas al día, tan solo ha habido 27.000 vacunados en los primeros tres meses de programa. En Japón, ni siquiera el 1% de la ciudadanía(1,3 millones) ha recibido la vacuna, en contraste con Estados Unidos, que con alrededor del triple de población ha completado las dosis de cerca de un 25% de sus habitantes (unos 83 millones).
Si bien los países más pobres tienen problemas de suministro y logística, los más ricos se enfrentan con frecuencia a las renuencias de la población a recibir el fármaco. La desconfianza es especialmente notoria en Hong Kong, en buena parte debido a la crisis de autoridad ante la creciente injerencia de Pekín en la región autónoma. El rechazo a CoronaVac, producida por la firma china Sinovac, y un parón en el suministro del prototipo de Pfizer-BioNTech por problemas en su empaquetamiento, han ralentizado los planes de vacunación. La excolonia británica amplió su programa de inoculaciones a la población de entre 16 y 29 años la pasada semana para aumentar las inmunizaciones.
Aunque la próspera Singapur empezó las vacunaciones en diciembre, antes que el resto de la región, el ritmo también es más lento que el esperado. El plan de su primer ministro, Lee Hsien Loong, de tomarlo con calma debido a la “menor presión” en la ciudad-Estado -sin apenas contagios desde hace meses- para “explicar, persuadir y asegurar a la población” sobre los beneficios de las inyecciones, dificulta los planes de reapertura de las fronteras en una región que se mantiene prácticamente aislada del exterior desde hace más de un año. Si bien se espera todavía que los países ricos logren alcanzar la inmunidad de rebaño a finales de año, la situación en los más pobres es mucho más incierta.