Dos alumnos denuncian por abusos a un profesor de un colegio de los carmelitas descalzos de Valladolid

Son dos casos registrados entre 2014 y 2020 en un centro de Medina del Campo y su seminario. La Policía ha encontrado conversaciones del docente y los menores en las que les pedía fotos íntimas

Entrada del colegio San Juan de la Cruz de los Padres Carmelitas Descalzos, en Medina del Campo (Valladolid).JAVIER ÁLVAREZ

El colegio de los carmelitas descalzos de San Juan de la Cruz de Medina del Campo (Valladolid) ha recibido en menos de ocho meses dos denuncias contra el profesor laico A. F. H., de 32 años y director también del coro del colegio, Escolanía Stella Maris, por abusar sexualmente de dos menores, uno a mediados de 2020 y otro entre 2014 y 2017, cuando era cuidador en el seminario del mismo centro. Las primeras acusaciones tuvieron lugar en julio del año pasado. El docente ya no da clase en el colegio. Los hechos, que A. F. H. niega haber cometido, están en proceso de instrucción. Este nuevo caso d...

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El colegio de los carmelitas descalzos de San Juan de la Cruz de Medina del Campo (Valladolid) ha recibido en menos de ocho meses dos denuncias contra el profesor laico A. F. H., de 32 años y director también del coro del colegio, Escolanía Stella Maris, por abusar sexualmente de dos menores, uno a mediados de 2020 y otro entre 2014 y 2017, cuando era cuidador en el seminario del mismo centro. Las primeras acusaciones tuvieron lugar en julio del año pasado. El docente ya no da clase en el colegio. Los hechos, que A. F. H. niega haber cometido, están en proceso de instrucción. Este nuevo caso de posibles abusos en la Iglesia eleva el total de los conocidos en España a 245, con cerca de 550 víctimas, según la contabilidad que lleva EL PAÍS, ante la ausencia de datos oficiales o de la Conferencia Episcopal.

En este caso, el primer menor manifestó que el profesor, su tutor e instructor en el coro, había abusado de él hasta en dos ocasiones durante el confinamiento. Los padres acudieron al centro y este comunicó el caso a la Fiscalía. Días más tarde, la policía detuvo al acusado y lo puso a disposición judicial. Fue puesto en libertad. Después, el pasado mes de febrero, la policía descubrió un segundo caso tras arrestar a un joven, precisamente por vender joyas del acusado, que luego denunció haber sufrido abusos del mismo docente desde 2014 a 2017, cuando era alumno en el seminario del centro. Este diario ha contactado con el profesor, pero se ha negado a hacer declaraciones hasta que haya una sentencia.

Las agresiones sexuales que recoge la primera denuncia comenzaron en junio del año pasado en el pueblo donde residen los abuelos paternos del menor (El Campillo, Valladolid). El docente se desplazó hasta allí para darle un regalo de cumpleaños al pequeño, de 10 años, y presuntamente le convenció para que subiera a su coche. Dentro del vehículo, A. F. H. supuestamente abusó de él. El segundo episodio ocurrió el 22 de junio en la casa del acusado, durante un encuentro de fin de curso al que fueron varios alumnos con sus padres. El acusado presionó, según la versión de la víctima, para que fuera una hora antes. En ese lapso, el docente condujo al menor a una habitación y le agredió sexualmente.

Los padres también han denunciado a A. F. H. por un delito continuado de grooming infantil, técnica de acoso y abuso por Internet comúnmente utilizada por pederastas. El acusado, cuando comenzó el estado de alarma, se escudaba en su trabajo como profesor para hablar con el alumno vía WhatsApp (y no por la plataforma oficial de la que disponía el colegio). Poco después, los padres afirman que comenzaron a notar que su hijo se comportaba de una forma extraña a la habitual, menos afectiva y más introvertida. La madre preguntó al acusado si él apreciaba lo mismo y le confesó que estaba pensando en llevar a su hijo a un psicólogo. A F. H. se lo desaconsejó y se ofreció a apoyar emocionalmente al pequeño. La madre accedió y el profesor comenzó a hablar más a menudo con el menor por teléfono.

Los padres, alarmados por las constantes llamadas y mensajes del profesor —algunas a medianoche—, le advirtieron de que se limitase a hablar con su hijo durante el horario escolar y por la plataforma de la que disponía el colegio. El menor, según se desprende de su declaración, sufrió presiones de A. F. H. para que no contase nada de los abusos, para que siguiera en contacto con él y para que evitase que sus padres fueran a hablar con el centro. El menor, arrinconado, comunicó a la pareja de su padre el acoso que sufría y las agresiones sexuales.

Los padres visitaron al director del colegio, prior de los carmelitas en la localidad y presidente de la Conferencia Española de Religiosos de Valladolid, Francisco Sánchez Oreja. En su despacho, aseveran los progenitores, les confesó que ya se había reunido con A. F. H. para “darle un toque de atención porque tenía un comportamiento demasiado afectuoso con los menores”. Sánchez Oreja lo niega en declaraciones a este diario: “Si yo hubiera tenido información de algún asunto serio, hubiera actuado del mismo modo que actué [cuando recibí la denuncia de abusos]”.

La contabilidad de casos en España de EL PAÍS: 243 desde 1986

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Tras la reunión con el colegio, los padres también presentaron una denuncia contra A. F. H. y el colegio, este último como responsable de los presuntos abusos. El 2º Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Medina del Campo abrió una investigación. Durante las pesquisas, la Policía registró el domicilio del profesor y requisó cuatro móviles, una tableta electrónica y 21 memorias USB. El Grupo de Investigación Tecnológica analizó los dispositivos y contabilizó que el acusado había realizado 143 videollamadas y 893 llamadas telefónicas con el menor durante los meses del confinamiento. También encontró una fotografía de la víctima desnuda y numerosos mensajes donde se aprecia “la obsesión que el adulto tenía por el menor”. Sobre el análisis de los mensajes entre docente y alumno, las autoridades afirman que de ellos “se desprende que el acusado temía ser descubierto”, que utilizaba un lenguaje impropio y que, durante las semanas que los padres intentaron cortar la comunicación, este le proponía al menor vías alternativas, como el uso de otras redes sociales (algunas referentes a chats de juegos o misivas que le escondía en lugares ocultos por varios puntos del pueblo y luego, tras leerlas, le pedía que las rompiera).

El informe pericial considera creíble el relato del menor

El informe pericial psicológico, encargado por la acusación y realizado en septiembre de 2020, considera “creíble” las declaraciones del menor y señala que la documentación aportada (captura de las conversaciones y contenido de los mensajes entre docente y alumno) apoyan “la solidez del relato emitido” por el niño. Del mismo modo, el documento señala que, durante las entrevistas psicológicas con el pequeño y sus padres, no se han detectado motivaciones “para realizar una falsa acusación, ni por parte del menor ni de sus allegados”.

Este diario ha contactado con el acusado para conocer su versión de los hechos, pero se ha negado a hacer declaraciones hasta que haya una sentencia judicial. Por otro lado, la dirección del centro ha justificado a este diario que han facilitado toda la información que las autoridades le han pedido y que no pueden hacer nada más. “Es un asunto ajeno al colegio lo que esta persona hiciera. Ojalá yo tuviera la solución del problema y el poder de salvaguardar la dignidad del pequeño, que es lo que más me importa a mí en este momento”, ha dicho el director.

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El abogado de la familia ha pedido a la Fiscalía que llamase a declarar a compañeros de trabajo del acusado, a la madre de otro alumno que presuntamente el docente intento abusar sin éxito y el secretario del colegio, pero la autoridad judicial se lo ha denegado. “A nivel procesal, el ministerio fiscal está actuando con una gran pasividad. Esto está generando mucha tristeza en los familiares de la víctima”, declara el letrado de la acusación, Enrique Vilella. La acusación también lamenta que la Fiscalía no haya acudido acudido a ninguna diligencia de investigación, salvo a la prueba preconstituida del menor. También ha recurrido la decisión del juez de no incluir en el procedimiento la otra denuncia, que se presentó a comienzos de este año, contra el acusado.

Invitaba a los internos a beber alcohol en su casa

Meses después de que esta primera familia denunciase a A. F. H., un antiguo alumno del centro fue detenido por la venta de unas joyas que pertenecían al acusado y que supuestamente le había robado. Durante el interrogatorio, el menor confesó que el docente le estaba chantajeando, con unas fotos que tenía de él desnudo, que en realidad le había dado las joyas para que las vendiese y que le estaba inculpando falsamente. En su declaración, al que ha tenido acceso este diario, había más: aseguraba que entre 2014 y 2017 A. F. M. le había violado cuando estaba interno en el seminario del colegio, cerrado en 2017 y también gestionado por los Padres Carmelitas Descalzos, donde el docente era, junto a Francisco Sánchez Oreja, el único cuidador. El director del colegio afirma que “jamás” recibió quejas sobre el comportamiento del ahora acusado con los menores a los que cuidaba. “Es un profesor que ha sido muy valorado y muy querido por los padres, por la congregación y por un servidor”, comenta a EL PAÍS el prior carmelita.

La versión de los hechos de la supuesta víctima apunta a que A. F. H. le invitaba a él y a otros internos a su domicilio los fines de semana, donde les ofrecía alcohol (limoncello y calimocho) y fumar en cachimba –relato que concuerda con las declaraciones que la Policía realizó también a otros exalumnos que, en alguna ocasión, acompañaron al denunciante a la casa del acusado–. En uno de estos encuentros, cuando el menor estaba solo, A. F. H. le violó. Durante esos episodios y bajo los efectos del alcohol, siempre según su versión, también le realizó fotografías desnudo. Los abusos sexuales, según la denuncia, volvieron a repetirse con una periodicidad de dos veces al mes hasta junio de 2017. El denunciante también acusa al docente de haberle maltratado físicamente durante las violaciones.

La policía ha tenido acceso a varias de las conversaciones por WhatsApp entre ambos, según aparece en la declaración policial, y donde el acusado solicita al menor “que le envíe fotos desnudo tras ducharse, teniendo el denunciante en esa época 15 años”. En esa correspondencia, afirman las autoridades, el acusado también le confiesa al joven “que necesita sus besos, sus abrazos y sus masajes”.

Si conoce algún caso de abusos sexuales que no haya visto la luz, escríbanos con su denuncia a abusos@elpais.es

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