La incidencia de la covid en España baja a 149 casos por 100.000 habitantes y entra en el rango del riesgo medio
Madrid es la única comunidad autónoma que sigue por encima de 200. España ya tiene casos de seis de las 11 variantes detectadas hasta ahora
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España ha bajado este viernes la tasa de incidencia a 14 días a 149,23, por debajo del límite de 150 que se considera un riesgo alto. Pero la ocupación de las UCI, aun por encima del 25% (25,14%) impide que entre plenamente en el nivel de peligro medio según la escala elaborada en octubre por el Ministeri...
Nota a los lectores: EL PAÍS ofrece en abierto la información esencial del coronavirus durante la crisis. Si quieres apoyar nuestro periodismo, suscríbete aquí.
España ha bajado este viernes la tasa de incidencia a 14 días a 149,23, por debajo del límite de 150 que se considera un riesgo alto. Pero la ocupación de las UCI, aun por encima del 25% (25,14%) impide que entre plenamente en el nivel de peligro medio según la escala elaborada en octubre por el Ministerio de Sanidad. La bajada, sin embargo, está marcada por un ritmo que es cada vez más lento. Así, la bajada en esta última semana ha sido de un 23,04%; en la anterior, fue del 39,51%.
Este descenso es indicativo porque muestra una tendencia de mejora que, de momento, no parece que vaya a frenarse (también lo está haciendo la incidencia a siete días, que detecta mejor las variaciones a corto plazo), pero no deja de ser un número arbitrario cuya superación no debe implicar cambios en las medidas, opina Rosario López, directora de Investigación de la Fundación para la Investigación en Salud (Fuinsa). “Habría que ver muchos otros factores, como lo que pasa en mayores o en distintos núcleos urbanos”, simplifica, y, también, la prevalencia, ya que el número de personas infectadas, “si es alto, indicará que va a haber ingresos hospitalarios y muertes aunque la incidencia baje”. De hecho, en la definición de los niveles que hizo el Ministerio de Sanidad en octubre del año pasado hay más parámetros, como la tasa a siete días, la ocupación de UCI y hospitales y la proporción de casos en mayores, pero estos, salvo el de las camas de intensivos, que deben estar por debajo del 25%, se cumplen sin problemas una vez que la vacunación ha reducido el impacto de la pandemia en los mayores.
Manuel Franco, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas), no duda en calificar el dato de una buena noticia debido al “esfuerzo enorme” de muchas comunidades. Pero destaca, en este sentido, la enorme diferencia que hay entre territorios. Los dos casos límite son Extremadura, que el jueves dejó la incidencia por debajo de 50 (un riesgo bajo según la escala de Sanidad), aunque aún por encima del 25 que marcaría la nueva normalidad, y Madrid, la única comunidad que sigue por encima de 200 (tiene 245,39), y que representa ella sola prácticamente el 20% de la incidencia de los últimos días. Sin los casos de esta comunidad, la incidencia española habría bajado de 150 el miércoles, por ejemplo. Es cierto que las dos ciudades autónomas tienen tasas por encima de 250, pero estadísticamente esto es menos relevante, advierte López, que es profesora de Epidemiología en la Universidad Autónoma de Madrid, ya que tienen muy poca población (unos 80.000 habitantes), por lo que con pocos casos de más o de menos la tasa varía mucho.
Aparte de la distorsión numérica, Franco cree que la situación de Madrid, con los peores datos y las medidas más laxas, es “una falta de respeto a las demás comunidades”, y por eso entiende los planteamientos de las comunidades limítrofes, las dos castillas, para que Madrid se confine. “El consenso que piden la ministra [de Sanidad, Carolina Darias] y las comunidades de cara a la Semana Santa es muy sensato”, afirma, en referencia al cierre de las comunidades y mantener el toque de queda desde las 22.00 a las 6.00. “Estaría muy bien que por una vez hubiera una decisión consensuada”, añade.
Extremadura es un buen ejemplo de ese esfuerzo extremo al que se refiere Franco. El 21 de enero tenía su incidencia en 1.467,56; este viernes estaba en 45,80. Rosario López explica que ello se consiguió con medidas muy estrictas: cierre perimetral de los municipios y de todas las actividades no esenciales, salvo en localidades de menos de 3.000 habitantes. Franco añade un factor: “Había muchos contagios en las casas porque la primera ola fue bien y la gente no se lo tomaba muy en serio”. Pero luego hay un “cierto efecto contagio” a la inversa: cuando se pone el foco en un territorio por lo mal que está, la gente reacciona, explica. Fue, de alguna manera, parte de lo que pasó en Madrid cuando tomó las primeras medidas de restricciones a mediados de septiembre, con tasas en distritos por encima de 1.000. Solo con señalar dónde era –Vallecas, por ejemplo—, la gente se cuidó más, dice. Y añade que ahora en la capital está sucediendo que la carga de la enfermedad se está trasladando de barrios de menos ingresos a otros más ricos no por las condiciones socioculturales, sino por la sensación de inmunidad que les dio no verse señalados al principio.
Este especialista cree, como la epidemióloga, que mientras más se mantengan las medidas y más se bajen los indicadores será mejor, sobre todo ante una nueva ola, que Franco ve inevitable. “Hay que esperar a que lleguen las vacunaciones. Mientras más bajos sean los indicadores de que se partan será mejor, no nos pase como en la tercera ola, que se inició con la incidencia casi en 190”, dice.
La especialista del Consejo General de Enfermería en Administración Pública Guadalupe Fontán también cree que es pronto para tomar decisiones solo basadas en que la incidencia haya bajado simbólicamente de categoría. “Significa que vamos mejorando, pero para la evaluación del riesgo se deben tener en cuenta muchos más factores, no solo la incidencia por debajo de 150. Por ejemplo situación epidemiológica, capacidad asistencial, circunstancias de movilidad, posibilidad de adoptar medidas de prevención y control, ya que estas no son igual en todas las comunidades. Ningún indicador por si solo es capaz de dar una visión completa de la situación epidemiológica. Es muy importante, además, tener en cuenta la velocidad de cambio de los indicadores”, indica, y añade, con la vista puesta en la Semana Santa: “El aumento de la movilidad puede favorecer el aumento de transmisión dentro y fuera de cada comunidad”.
La velocidad del descenso y su duración es la pregunta del millón. Ni Rosario López, especialista en estadística médica, se atreve a pronosticar la evolución de la curva. Aparte de que la medicina no es una ciencia determinista, hay multitud de factores que pueden cambiar, explica. Y, entre ellos, destaca la aparición de nuevas variedades del virus. El último informe del Ministerio de Sanidad, de este jueves, recoge hasta 10. De ellas, considera tres de especial interés. La principal es la B.1.1.7, detectada primero en el Reino Unido, y que ya es mayoritaria en el Reino Unido, Irlanda, Israel y progresa rápidamente por Europa. En España, de acuerdo con este informe, ya es mayoritaria en Andalucía, Asturias, Baleares, Cantabria, Cataluña, Galicia y Navarra. El documento le atribuye un aumento de la transmisibilidad y un posible incremento de la letalidad, aunque no elude las vacunas.
También está la B.1.351, primero detectada en Sudáfrica, de la que se han encontrado 54 casos en España. Se le atribuye un aumento de la transmisibilidad y una mayor capacidad de eludir el efecto de las vacunas. La tercera de especial interés es la P.1, primero hallada en Manaos (Brasil), con 17 casos en España.
Pero, además, hay otras tres variantes que se han encontrado en España: la P.2, con dos casos esporádicos en viajeros procedentes de Brasil (ambos confirmados mediante secuenciación), un brote familiar con tres casos positivos (de los cuales uno confirmado por secuenciación) y un brote hospitalario con nueve casos (todos confirmados por secuenciación); la B.1.525: con un caso en enero de 2021 y la B.1.429, con seis casos en un cribado aleatorio.
Y hay más en el mundo: la B.1526, localizada en Nueva York; la B.1.429, de California; la C.16 de Portugal; la A.23.1 y la VOC 202102/02, ambas con origen en el Reino Unido. Aunque hay muy pocos casos, a la de California y la A.23.1 se les atribuye mayor transmisibilidad y al resto un mayor escape a la inmunización.
Aunque la incidencia sea el indicador más manejado para evaluar la pandemia, el informe de este viernes arroja otros datos: los nuevos diagnósticos notificados son 6.744, 707 más que el día anterior. El total está en 3.149.102. Los fallecimientos también han subido desde el jueves: se han notificado 637, la mayor cifra desde el 11 de febrero. El informe tiene ya incluidas 71.138 muertes.
Las hospitalizaciones siguen su descenso. Ya son solo el 7,88%, por debajo del 8% por primera vez desde que empezó la subida de la segunda ola (en la tercera nunca bajó tanto). Las UCI en cambio siguen por encima del 25% (el 25,14%, apenas tres décimas menos que un día antes), con Madrid, Ceuta y La Rioja por encima del 40%.
Los contagios en residencias de mayores caen a cero en ocho comunidades
Del 22 al 28 de febrero se registraron 111 contagios en las residencias de España, de los cuales 93 se contabilizaron en los geriátricos, según el segundo informe sobre la situación en estos centros que ha publicado el Gobierno. En ese tiempo, 71 mayores murieron, 105 menos que la semana anterior.
Las cifras confirman el efecto positivo de la vacuna en estos centros, dado que se ha contabilizado una caída del 98% en los contagios respecto a los cuantificados entre el 18 y el 24 de enero (4.454), momento a partir del cual empezó a hacer efecto la segunda dosis de la vacuna en los residentes que comenzaron a inmunizarse el 27 de diciembre. La bajada también se explica por la remisión de la tercera ola y, por consiguiente, del número de contagios en el conjunto del país.
La semana pasada, ocho comunidades registraron cero contagios en residencias de mayores. Se trata de Baleares, Canarias, Extremadura y Galicia, que se suman a Asturias, Cantabria, Murcia y La Rioja, además de Ceuta, que tampoco registraron positivos la semana del 15 al 21 de febrero.
En el informe, en el que se especifica que los datos remitidos por las autonomías son contabilizados y sistematizados por los Ministerios de Derechos Sociales, de Sanidad y de Ciencia, se depuran las cifras publicadas el pasado martes, cuando se ofreció el primer balance del impacto de la covid en los geriátricos. Muchos datos han variado de un informe a otro, y en el texto se especifica que “al tratarse de una estadística de nueva creación con datos agregados de diversas fuentes previsiblemente en las primeras semanas se producirán más ajustes”.
El martes se informó de que 86.219 personas habían padecido el virus y de que los fallecidos ascendían a 29.408, de los cuales 9.859 no fueron sometidos a un test que corroborara el diagnóstico, sino que murieron con síntomas compatibles con el virus. Ahora estas cifras se rebajan a 85.839 residentes que se han contagiado en algún momento de la pandemia y a 29.379 decesos (9.859 sin un test que corrobore el diagnóstico).
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