La española que salió de Hebrón en el coche de la cónsul y otras 259 víctimas de violencia machista
Exteriores aplica un protocolo específico en las Embajadas para mujeres agredidas, que se enfrentan a problemas añadidos con el idioma, el choque cultural o la falta de una red local que las ampare
Aquella llamada fue la primera pista. El día de Reyes, una española telefoneó al Consulado de España en Jerusalén desde una aldea palestina. Contó que quería volver a España con su hija. Solo eso. “Nos pareció muy raro que pidiera información para irse en un momento como este, con la pandemia en auge…”, explica la cónsul adjunta en Jerusalén, Paloma Serra. Hablaron con ella varias veces. Tardó días en revelar que su marido ...
Aquella llamada fue la primera pista. El día de Reyes, una española telefoneó al Consulado de España en Jerusalén desde una aldea palestina. Contó que quería volver a España con su hija. Solo eso. “Nos pareció muy raro que pidiera información para irse en un momento como este, con la pandemia en auge…”, explica la cónsul adjunta en Jerusalén, Paloma Serra. Hablaron con ella varias veces. Tardó días en revelar que su marido la estaba maltratando. Y no dio muchos detalles. Llevaba cinco años viviendo en una aldea cercana a Hebrón, aislada, con su marido, los suegros y la niña de cuatro años, como contó la Policía Nacional. Una menor con doble nacionalidad española y palestina a la que la mujer no estaba dispuesta a dejar atrás. A la dificultad del idioma, al riesgo de una nueva agresión, las complicaciones de la pandemia y del choque cultural de una vida a más de 5.000 kilómetros de España se unió otra dificultad: necesitaban un permiso expreso de Israel para que la niña pudiera salir desde el aeropuerto de Ben Gurión, cerca de Tel Aviv. “Peleamos muchísimo. Todos los días a todas horas y llamando a todas las personas que conocíamos. Destacamos que era un asunto de la mayor urgencia humanitaria”, cuenta la cónsul por teléfono.
Peleamos muchísimo. Todos los días a todas horas. Destacamos que era un asunto de la mayor urgencia humanitariaPaloma Serra, cónsul adjunta en Jerusalén
El caso de la mujer de Hebrón, y la vivencia de otra española que huyó este enero de su pareja en Praga, se conocieron estos días por una nota de prensa de la Policía Nacional. Son episodios extremos pero no los únicos. En 2020, hasta 260 españolas víctimas de violencia contra la mujer fueron atendidas en alguna de las sedes de la red de embajadas y consulados de España. En 2015, el Ministerio de Exteriores, la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género y el Ministerio Trabajo firmaron un protocolo específico para atender estas agresiones, que van más allá de los casos que se producen dentro de la pareja. Desde mediados de 2019, hay una persona al frente de este trabajo: la coordinadora para la Violencia contra la Mujer en el Exterior, Tada Bastida.
“Las situaciones de violencia de género son siempre dramáticas. En estos casos, además, ellas están fuera, lejos de la familia, sin el idioma, intentan poner una denuncia y muchas veces no les hacen caso o las discriminan por ser extranjeras”, explica Bastida sentada en una terraza de Madrid. Entre sus misiones, que las mujeres sepan que hay alguien en el consulado con quien pueden contar: “Somos un servicio público. Pero nuestros recursos son limitados para estos casos, dependemos de los servicios locales y eso hace fundamental que en las embajadas y consulados tengamos pautas claras sobre cómo reaccionar, Nuestra labor consiste sobre todo en orientar y acompañar. Que alguien hable tu idioma es ya un gran alivio en muchos casos, por ejemplo”, explica la coordinadora, cuyo puesto depende de la Dirección General de Asuntos Consulares y de Españoles en el Exterior. Trabaja “en muy buena sintonía” con la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género y el Ministerio de Trabajo para tejer una red cada vez más precisa y útil, pero alerta de las limitaciones: “En España hay una asistencia ejemplar que no siempre nos encontramos en otros países”. A veces no hay casas de acogida para estas mujeres en los países donde viven ni asistencia legal gratuita. Son cuestiones que no pueden asumir los consulados, aclara Bastida.
Estas españolas están fuera, lejos de su familia. Intentan denunciar y muchas veces no les hacen caso o las discriminan por ser extranjerasTada Bastida, Coordinadora para la Violencia contra la Mujer en el Exterior
Las embajadas median para dirigir a las españolas a las redes que puedan existir en los países en los que viven o ayudarlas a volver a España. La coordinadora en el Exterior y la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género han elaborado un manual interno con pautas para atender a las víctimas, en el que se alerta frente a un posible “exceso de implicación emocional” de la plantilla consular y se pide no mostrar “excesivo interés” por los detalles de los agresores, no citarlos a ellos ni tratar de mediar o dar “falsas esperanzas”. Bastida imparte cursos a los diplomáticos para abordar estos casos. El primer paso es animar a las españolas a que denuncien ante las autoridades del país en el que residen siempre que sea posible.
La mujer que pidió auxilio al Consulado de España en Jerusalén para huir con su hija había denunciado el caso a las autoridades locales años atrás, sin éxito. Tanto la cónsul adjunta como la coordinadora son muy cautas con los detalles que ofrecen de las mujeres a las que atienden, para evitar revictimizarlas. Por eso ocultan el nombre, la edad, el lugar donde nació y otros aspectos de esta historia que, aun así, da para un guion de cine.
Por cautela ocultan el nombre, la edad, el lugar donde nació y otros aspectos de esta historia que, aún así, da para un guion de cine
El marido no habla español. Accedió a firmar un permiso para que la mujer pudiera salir con la niña en un puesto fronterizo. También ese trámite fue complicado porque el día que acudió a formalizar el permiso todo el personal estaba con coronavirus o en cuarentena. El hombre no supo en ningún momento que ella había revelado el maltrato. Fueron a recogerla en el coche oficial del consulado, en el que viajaron la propia cónsul, otro empleado y tres guardias civiles. Aquello resultó decisivo porque, en pandemia, ni la Autoridad Palestina dejaba salir de Hebrón ni Israel permitía entrar sin permiso. “Tuvimos que pasar varios check points. Sin nuestro coche del Consulado de España no hubiera podido salir porque son zonas confinadas, no le habrían dejado pasar en taxi”, relata Sierra.
Los datos muestran cómo a veces las mujeres quieren huir. De las 260 españolas atendidas en 2020, hubo 20 que fueron repatriadas y 15 menores. Ese apartado contabiliza solo a las que salieron con viajes financiados por las embajadas. Las que costearon su regreso, aunque contaran con la ayuda de Exteriores para lograrlo, no se incluyen. Otras muchas prefieren quedarse en el lugar donde tienen una vida, entorno y familia. Y a veces deciden volver con el agresor. Bastida aclara: “La víctima debe estar de acuerdo con las actuaciones que se emprendan. Hay que respetar sus decisiones, tanto si quieren volver con su agresor como si deciden que no vuelven a llamar. Son situaciones muy duras psicológicamente y tenemos que estar preparados”.
La víctima debe estar de acuerdo con las actuaciones. Hay que respetar sus decisiones, tanto si quieren volver con su agresor como si deciden que no vuelven a llamarTara Bastida. Coordinadora para la Violencia contra la Mujer en el Exterior
Preparados para el fracaso y para las vicisitudes a contra reloj. El Consulado de Jerusalén arregló los papeles de la mujer “a la carrera”: el Libro de Familia, un certificado para la menor… Le explicaron que no debía preocuparse, que si no conseguía salir por el aeropuerto de Ben Gurión buscarían otra alternativa por Jordania: “Ella no podía quedarse más tiempo allí”, resume la cónsul adjunta.
El 18 de enero, tras pasar los controles de Palestina a Israel, aguardaban en el exterior del aeropuerto el permiso para que la niña pudiera volar con su madre rumbo a España. El avión despegó a las 16.00 y el permiso llegó a las 15.36. Aquel fue el último vuelo directo a España hasta nueva orden. El aeropuerto permanece cerrado por la pandemia. Madre e hija lograron despegar. En España les esperaban integrantes de la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género. Ahora están en un lugar seguro no revelado. Con el informe que el consulado preparó como apoyo por si denuncia en España a su agresor, como manifestó que quería hacer. La cónsul adjunta le augura un futuro en paz: “Me dijo que tenía ganas de empezar una nueva vida, dejar todo atrás y ser feliz. Y estoy segura de que lo va a conseguir”.
Cada embajada y consulado dispone de un teléfono de atención a emergencias 24 horas al que las víctimas de violencia de género pueden llamar. Los números están en esta web.
Una oferta de trabajo en Londres convertida en una pesadilla
Exteriores no da datos por países. La coordinadora para la Violencia contra la Mujer en el Exterior, Tada Bastida, aclara que la mayoría de los casos se dan en el entorno europeo. El consulado de España en Londres atiende a una de las colonias más numerosas. “Desde que abrió el Consulado en Mánchester, son 125.000 personas, más una población no registrada de 40.000”, explica al teléfono Nuño Bordallo, cónsul adjunto de Londres. Agradece la labor de Bastida y de su propio equipo: “Me hacen fácil el trabajo desde arriba y desde abajo. La coordinadora nos asiste con multitud de recomendaciones. Y tengo un equipo muy profesional”.
Han detectado una forma de violencia nueva. Se trata de mujeres que acuden a Londres con una oferta de empleo. Allí, las recibe una expareja “que se ofrece a llevarla a un hotel, donde la somete durante días a todo tipo de maltratos”, asegura Bordallo. En seis meses han conocido tres casos. La pandemia ha reducido las agresiones sexuales, normalmente, asociadas a lugares y momentos de ocio. Cuando se producen, una persona del consulado acompaña a la víctima al hospital, comprueban que han presentado denuncias y, si es necesario, facilitan su retorno a España.