La epidemia de gripe de este año se ensaña con los niños

Clases medio vacías y consultas pediátricas llenas marcan una temporada con casi un 20% más de casos infantiles. Los expertos tranquilizan y auguran una bajada inminente

Madrid -
Una niña se suena los mocos a la salida de su colegio en Madrid.ÁLVARO GARCÍA

El grupo de WhatsApp de la clase de cuatro años del colegio Vázquez de Mella de Madrid lleva varias semanas con un goteo de mensajes similares: “Avisad a la profesora, el niño no irá hoy, está malito, tiene...”. Los síntomas van variando —tos, mocos, fiebre más o menos alta—, el nombre del niño también.

En este colegio madrileño ha habido clases diezmadas, aunque en las consultas los pediatras no dicen a los padres y madres si los síntomas (en general leves) se pueden atribuir o no a la epidemia de gripe, y les ruegan que se mantengan atentos a posibles complicaciones y vuelvan si la si...

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El grupo de WhatsApp de la clase de cuatro años del colegio Vázquez de Mella de Madrid lleva varias semanas con un goteo de mensajes similares: “Avisad a la profesora, el niño no irá hoy, está malito, tiene...”. Los síntomas van variando —tos, mocos, fiebre más o menos alta—, el nombre del niño también.

En este colegio madrileño ha habido clases diezmadas, aunque en las consultas los pediatras no dicen a los padres y madres si los síntomas (en general leves) se pueden atribuir o no a la epidemia de gripe, y les ruegan que se mantengan atentos a posibles complicaciones y vuelvan si la situación se agrava. “Como la fiebre baja con paracetamol e ibuprofeno y tampoco se puede hacer mucho más, a los míos les mandaron a casa y no les hicieron la prueba de la gripe”, dice Jutta G., que tiene dos niños de cuatro y seis años en este centro. La semana pasada ambos encadenaron síntomas, el mayor con fiebre que superó los 39 grados, pero ya están bien.

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En el cercano colegio La Paloma, de los 25 alumnos de la clase de infantil de cuatro años, la semana pasada hubo días en los que solo acudieron 11. “Es frecuente entre los más pequeños, entre los mayores faltan dos, tres… Así que las clases siguen con normalidad y se les da tarea a la vuelta para que recuperen”, explica Lourdes Sanz, su jefa de estudios. Mientras el coronavirus de Wuhan llegaba a sus casas a través de los medios de comunicación, el virus de la gripe lo hacía a bordo de su organismo.

La epidemia se está ensañando en las últimas semanas con los niños, que siempre suelen ser el grupo con más casos, si bien no los más graves. Este año, a falta de que concluya la temporada y se cierren los datos, la incidencia en menores de 14 años está siendo aún más acentuada.

Las últimas cifras del Sistema de Vigilancia de Gripe (SVG) del Instituto de Salud Carlos III, publicadas este jueves muestran las cifras más altas desde que comenzó la epidemia —el pasado 9 de enero—, 271 casos por 100.000 habitantes. En niños de entre cero y cuatro años, se supera los 800, y entre los menores de 15 años, los 700. La curva de subida es muy parecida a la del año pasado, pero si se compara el pico de 2019 con las cifras más altas de este año (de momento, las correspondientes a la última semana) se comprueba que en la población general ha subido un 6% y mientras que el incremento del porcentaje en niños es el triple.

La situación está repercutiendo tanto en colegios como en las consultas médicas. Irene Maté, pediatra de la Comunidad de Madrid, explica que ella y sus compañeros han notado una sobrecarga de trabajo que no está siendo suplida con más profesionales en este nivel asistencial. “Por lo que vemos, creo que este año entre los niños no está teniendo síntomas muy graves, pero están durando mucho, con fiebres que se llegan a prolongar siete días, los padres lo traen dos o tres veces en un mismo episodio, lo que colapsa las consultas”, explica la doctora.

Pese a todo, “entra dentro de lo normal”, asegura Amparo Larrauri, coordinadora de Epidemiología del SVG. “Las últimas semanas ha comenzado a proliferar más entre niños porque la epidemia se inició con mayor presencia de la variedad A (H1N1) y ha ido creciendo la de la B, que suele afectar más a los niños de edad escolar”, explica esta especialista, que prevé que en próximas semanas comenzará a remitir. En Estados Unidos es la primera vez en casi tres décadas que la B es predominante, lo que está causando una gran epidemia entre los menores. En España, como viene sucediendo en los últimos años, comienza con altas tasas de infección del A, y el B se va abriendo poco a poco paso a medida que avanza la temporada. De momento, sin embargo, no es mayoritaria, como sucede en EE UU.

Cepas conocidas

La explicación de las clases medio vacías es que las variedades del virus de la gripe que circulan son conocidas por los adultos, que ya han desarrollado defensas para ellas. “Sobre todo afectan a niños porque no están preparados y el virus ataca antes a quien puede”, asegura Iván Sanz, responsable Científico y de Vigilancia Virológica del Centro Nacional de Gripe de Valladolid. Insiste en que la extensión de la epidemia en los pequeños no es extraordinaria. “La gripe es una enfermedad de niños que mata a los mayores”, añade este experto. Aunque los menores, con un sistema inmunitario en plena adaptación, son más propensos a contagiarse, los ancianos o las personas con patologías previas, cuando lo padecen, tienen más riesgo de mortalidad.

Todavía es pronto para conocer la letalidad de este año. Sanz prevé que no será muy alta al final de la temporada (suele estar algo por encima del 0,1%, alrededor de 6.000 fallecimientos, en su gran mayoría en personas por encima de los 60 años) precisamente porque los virus que circulan son conocidos. Además, coinciden con las cepas con las que se han hecho las vacunas, algo que no siempre ocurre, puesto que se fabrican en torno a predicciones que en ocasiones fallan, como sucedió hace dos años.

“Cuando prolifera la cepa H3, que lleva circulando desde 1968, sube la mortalidad de las personas mayores. Se habla del concepto de pecado natural antigénico: la primera gripe que afecta a una persona la marca para siempre, queda especialmente protegida. Es una idea que requiere todavía mucha investigación, pero que gana aceptación científica”, continúa Sanz. Esto explicaría esa mortalidad en personas mayores cuando prolifera esa variedad, ya que no existía cuando eran pequeños y no se habían expuesto a ella.

Falta de consenso para vacunar a los más pequeños

La vacunación contra la gripe en niños no está en el calendario vacunal español ni el de las comunidades autónomas, pese a que lo recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS). “Un tercio de los países de la Unión Europea ya lo está haciendo y yo creo que el futuro de España irá por ahí”, señala Javier Álvarez Aldeán del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CAV-AEP).

En Reino Unido, por ejemplo, se incluye en el servicio de prestaciones sanitarias desde 2019 para los pequeños entre dos y 10 años. “Brinda protección directa a los niños, ayudando a prevenir una gran cantidad de casos de gripe; además, aporta una protección indirecta al reducir la transmisión de niños a otros, a adultos y a aquellos en los grupos de riesgo clínico de cualquier edad y evitando casos de gripe severa y muertes relacionadas con la enfermedad en adultos mayores y personas con factores de riesgo clínico”, explica el departamento de salud británico.

En España no existe un consenso entre los especialistas para aplicar esta medida, puesto que requeriría una vacuna cada año que no es del todo eficaz y que supondría un enorme desembolso económico para las arcas del Estado. Por el momento, sí se deben vacunar los niños que tienen ciertas patologías previas o que están en contacto con personas de riesgo en sus familias.

Japón hizo una campaña de vacunación escolar en 1977, lo que hizo disminuir la incidencia de forma notable, según apunta Enrique Bernaola en un estudio. “Lo que es aún más relevante, disminuyó la mortalidad global en Japón por cualquier causa. Esta campaña se suspendió al cabo de 10 años y la cifra de mortalidad global relacionada con la gripe aumentó de forma significativa”, explica. Una de las razones del abandono fueron los efectos adversos de las vacunas, que, aunque son muy escasos, al vacunar a una población muy grande sumó casos que generaron rechazo social a la inmunización.

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