El ‘mosso’ que mató a su expareja la acosaba para volver

La familia de la víctima denuncia que el asesino "la perseguía" y que no aceptaba la ruptura

Agentes de los Mossos, en Terrasa, este sábado. En vídeo, el 'mosso' que asesinó a su expareja.
Terrassa -

Carlos esperó el sábado por la noche a Judit en la entrada del aparcamiento subterráneo de la casa de la joven en Terrassa (Barcelona). El viernes había estado de guardia como mosso d’esquadra. Dejó su coche en la calle, mal estacionado, a la espera. Cuando la joven llegó y accedió por la rampa, él entró detrás, a pie. Poco después Carlos le disparó en la cabeza con el arma reglamentaria del cuerpo. Después se suicidó. Un vecino vio los cuerpos y dio el aviso a la policía. La madrugada de...

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Carlos esperó el sábado por la noche a Judit en la entrada del aparcamiento subterráneo de la casa de la joven en Terrassa (Barcelona). El viernes había estado de guardia como mosso d’esquadra. Dejó su coche en la calle, mal estacionado, a la espera. Cuando la joven llegó y accedió por la rampa, él entró detrás, a pie. Poco después Carlos le disparó en la cabeza con el arma reglamentaria del cuerpo. Después se suicidó. Un vecino vio los cuerpos y dio el aviso a la policía. La madrugada del domingo los Mossos d’Esquadra ya confirmaron que se trataba de un crimen machista.

Judith y Carlos habían sido pareja durante un tiempo, pero hacía unos meses que se habían separado y la joven había vuelto a vivir en casa de su madre, en la avenida de Madrid, a las afueras de la ciudad. Tenía 29 años y había empezado unas prácticas como auxiliar de enfermería. Él pasaba de los 40 y formaba parte de la unidad de seguridad ciudadana de Terrassa.

Según el entorno de la víctima, el asesino no aceptó la ruptura. “La llamaba millones de veces y la perseguía allá donde iba. Al Mercadona, al hospital… allá donde fuera”, explica un familiar. “Carlos era reservado, no hablaba mucho”, añade una tía, “y era muy celoso, mucho”. Carlos y Judith se conocieron en la boda del hermano de él y una prima de Judith y habían mantenido una relación inconstante, con alguna ruptura y reconciliación. Esta vez, asegura el entorno de la chica, era la definitiva. “Ahora no estaban juntos. Carlos quería que volvieran, pero ella no”, remarca la familia. No constan denuncias de la mujer ni antecedentes judiciales de violencia entre ambos, según informó ayer el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC).

Judith quería otra vida. Había trabajado hasta el año pasado en distintos centros de belleza, pero justo empezaba un camino nuevo. “Estaba realizando las prácticas en el hospital Taulí como auxiliar de enfermería”, concreta una excompañera del trabajo. Antes también se planteó entrar en el cuerpo de Mossos d'Esquadra. “Quería comerse el mundo y tenía mucha personalidad”, añade. Una compañera de estudios coincide: “Era muy jovial y alegre; ahora tenía ganas de viajar”.

Familiares, conocidos y centenares de vecinos se concentraron en la plaza del Ayuntamiento del municipio para expresar su rechazo. “El machismo explica tanta insensatez. Menosprecia a las mujeres; no las ve como a iguales, sino como posesiones; y que no quiere que tomen decisiones propias”, expresó el alcalde de Terrassa, Jordi Ballart. “El machismo destroza familias y se lleva vidas. Tenemos que posicionarnos en contra de las relaciones abusivas y ser activistas del respeto”.

Es el tercer asesinato de violencia machista este 2020 en España, y el segundo en Cataluña. El 14 de enero, un hombre mató en Puertollano (Ciudad Real) a su pareja y después se suicidó. El día de Reyes, otro hombre mató a su expareja y su hija de tres años en Esplugues de Llobregat (Barcelona).

El año 2019 se cerró con 55 mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas, la cifra más alta desde hace un lustro. El número de mujeres asesinadas desde 2003 —cuando se creó una estadística oficial— es de 1.034. El 016 atiende a todas las víctimas de violencia machista las 24 horas y en 51 idiomas. No deja rastro en la factura, pero hay que borrarla del registro de llamadas del teléfono móvil. Los menores también pueden dirigirse al teléfono de la Fundación Anar 900 20 20 10 y los ciudadanos que sean testigos de alguna agresión deben llamar al 112.

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